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EDMUNDO PÉREZ PÉREZ
Viernes, 11 de noviembre 2011, 03:43
El presidente de la Federación Asturiana de Empresarios (Fade), Severino García Vigón, asistente a la reciente celebración en la Universidad Laboral de la Jornada de Emprendedores, abogaba por recuperar la Formación Profesional de trabajadores del estilo que se dio en 'la Uni' en la primera etapa de la historia de esta institución, como centro de aprendizaje y enseñanza de oficios, orientado a la inserción laboral de los jóvenes. En enero de 2007, desde este mismo lugar, hacía yo referencia a la tremenda noticia de que el metal precisaba 4.000 profesionales cualificados para afrontar su carga de trabajo. Soldadores, caldereros, montadores, ajustadores, torneros, tuberos, electricistas. eran algunas de las profesiones con mayores necesidades. Entonces, para remediar el mal, algunas compañías del sector pretendían acudir a remedios extraordinarios: que los prejubilados se convirtieran en maestros de aprendices en centros formativos ubicados en los polígonos industriales. Y, entre tanto, buscar recursos humanos en otros países.
Parece mentira que una nación con cinco millones de parados tenga que recurrir a mano de obra extranjera. Planteado el problema, y, desde luego no hallada la solución, elevo, una vez más, mi voz. El cuadro, lleno de desolación, ha sido presentado. Quedan por estudiar las responsabilidades que corresponden al sistema político, por su ineficacia en los últimos años respecto al tratamiento que se ha venido llevando a cabo, respecto de la FP y, concretamente, en la Universidad Laboral. La enorme reconversión que sufrió el Principado acabó con una parte de la industria tradicional (léase metalurgia y astilleros), lo que supuso, al mismo tiempo, una reducción de puestos de trabajo de profesionales del sector, que viene siendo tenida como 'normal' desde hace bastante tiempo. La modificación de planes de la FP mecánica incidió, asimismo, en una merma de alumnos y, como consecuencia, un descenso de la fama de las profesiones tradicionales, ahora ansiadas por las empresas, que echan en falta aquella pléyade de jóvenes salida de diversos centros, entre los que, por su trayectoria y vocación, sobresalieron no sólo en Asturias, sino en España entera: los alumnos titulados de la Universidad Laboral gijonesa.
Los jesuitas en 'la Uni' y en el Revillagigedo, y luego los primeros rectores seglares de la Laboral, con su mimo por la FP, hicieron posible una preparación práctica excepcional en numerosas especialidades, lo que provocó que los alumnos tuvieran una acogida espléndida en los mercados de trabajo. La técnica es un componente básico en el mundo en que vivimos. Si la industria asturiana adolece de falta de mano de obra cualificada y se plantea un serio problema al no disponer siquiera de los recursos necesarios (léase una FP auténticamente capaz de producir técnicos que ocupen esos puestos vacantes), el asunto se presenta grave. La solución a las lamentaciones del señor Vigón y del empresariado asturiano pienso que habrán de pasar por hacer valer el sentido común. La verborrea política, empecinada en destruir la FP impartida en la Universidad Laboral, deshaciendo espacios para «inventos con raros destinos», es una de las causas de esa falta de mano de obra cualificada.
Pero, señor Vigón, en esta institución se hallan aún activos muchos de los antiguos profesores de FP que fueron artífices del desarrollo y culminación de esos estudios. Y muy cercanos, gran número de eméritos, que saben más que nadie de la FP, pues ellos fueron los 'inventores y proyectores' de planes, de libros de texto, de métodos y experiencias capaces de revolucionar el campo de la FP. De ahí que sugiera a Fade que visite la Universidad Laboral, que hable con estas personas y, conjuntamente, evalúen los estudios actuales. Asimismo, que haga las propuestas precisas para transformar y actualizar lo existente para acceder a una FP capaz de responder, en un tiempo mínimo, a las carencias que presenta el mercado laboral en relación a las necesidades del empresariado asturiano. La experiencia es un grado y esas personas a que aludo son las únicas con visión y bagaje suficientes para devolver a la FP la aureola que necesita.
Algunos políticos apostaron en su momento -ahora sé que vanamente- por 'la Uni' como centro de una FP renovada; tienen mucho que recapacitar y meditar sobre la culpa que les corresponde en este penoso asunto. Y, por otro lado, aparece otro inconveniente no menos difícil de solventar: convencer a los jóvenes de que la Formación Profesional puede abrirles el camino hacia la inserción laboral, para que se inscriban y reciban esa preparación, sugestiva y ambiciosa, desde cuyo campo pueden acceder, igualmente, a lo más granado de la sociedad.
Supongo que el señor Vigón no habrá hablado, simplemente, por cumplir un trámite presencial ante los antiguos alumnos de la Universidad Laboral, adornando con bellas palabras su intervención. Esos valores a los que el presidente de Fade aludía, y a los que decía es necesario volver, son los que estas gentes, profesionales de excepción, pueden volver aponer de manifiesto en los discentes. A grandes males, grandes remedios. La fuerza del empresariado asturiano -demostrable- y el empuje del personal docente ya aludido de 'la Uni' deben convencer al Principado -ahora bajo otra dirección política- de que este centro es la solución al problema. El movimiento se demuestra andando. Adelante, pues.
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