De cómo la Policía se multa a sí misma

Cuando alguien pone en un curriculum que tiene conocimientos de informática «a nivel de usuario», viene a reconocer que ha aprendido lo que sabe trasteando con el ordenador. Algo así, pero tras pasar por un curso de formación en los nuevos terminales PDA para implantar la 'multa digital', ha acabado con la tramitación y el paso a cobro de cientos de sanciones por infracciones inexistentes, muchas de ellas atribuidas a los propios vehículos de la Policía, y por abochornar al servicio.

Como adelantó ayer EL COMERCIO, en marzo la jefatura decidió rescatar los terminales comprados hace casi tres años y comenzó a impartir cursos de formación en su uso a los agentes en pequeños grupos. Pero algo salió mal entre el 26 y el 30 de marzo. A los que hicieron el curso, de una hora de duración, aquel lunes, «se les dieron los terminales y les dijeron que estaban en modo prueba, que practicasen con ellos, ya que solo se tramitarían las sanciones que imprimiesen y entregasen en papel», relata el delegado de Sipla, Alonso Álvarez. No fue así. Todas pasaron al sistema. Los agentes, para practicar, tiraron de lo que tenían más a mano. Hay multas a vehículos policiales, coches del servicio de la grúa, a sus propios turismos y, también, a particulares. Nadie notó nada, nadie detectó el problema hasta que las sanciones pasaron a cobro a La Auxiliar de Recaudación. En la última semana, en las oficinas de Sanciones intentan 'desfacer' el entuerto con discrección, separar el polvo de la paja y, lo que es más difícil por las garantías del propio sistema, anular las multas e intentar que desaparezcan también del servicio de recaudación.

Los funcionarios «no tienen ninguna culpa, este fallo garrafal lo deberían explicar Sanciones o la jefatura», acusa Álvarez. Lo que tendrían que explicar es cómo la Policía ha acabado multándose a sí misma.