Nostalgia de las aulas de La Arquera
Los antiguos alumnos que pasaron por el colegio entre 1959 y 1962 preparan una cena de confraternización para el 4 de agosto
GUILLERMO F. BUERGO
Viernes, 20 de julio 2012, 04:37
El colegio de La Arquera, en Llanes, cumplió una función educativa de primera magnitud durante 67 años. Abrió sus puertas el 1 de octubre de 1900, con un cupo de 150 alumnos, y cesó la actividad docente en 1967. Se creó a iniciativa y patrocinio del indiano habanero Manuel Cue Fernández y estuvo regentado por frailes de los Hermanos de las Escuelas Cristiana, que surgieron en Francia, a finales del siglo XVII, bajo un proyecto de Juan Bautista de la Salle para atender las necesidades de la escuela primaria popular.
El interés del fundador era el de favorecer la formación y las posibilidades de futuro de los jóvenes llaniscos carentes de recursos. Y como el destino principal de los lugareños que emigraban a América era la actividad comercial, se propuso que en La Arquera, además de una cultura general extensa, se impartieran amplios conocimientos de cálculo y contabilidad.
Los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la Salle dejaron una huella de indeleble gratitud en el alumnado y resultan frecuentes las reuniones de antiguos colegiales que pasaron por La Arquera. Para este año, se está promoviendo una jornada de convivencia de los escolares que estudiaron en La Arquera entre 1959 y 1962. La reunión tendrá lugar el sábado 4 de agosto y el plato fuerte será una cena de confraternización a celebrar en un restaurante de la localidad de Cue. De momento ya cuentan con más de 40 reservas y de canalizar las solicitudes se encargan Gerardo Noriega y Fernando Somohano.
Ambos adelantaron ayer que, después de 50 años, su paso por aquellas aulas despierta en el grupo «un recuerdo entrañable porque allí pasamos los mejores años de nuestra vida, compartidos con los Hermanos de la Salle». Y lo peor no es otra cuestión que «la ausencia de algunos compañeros, ya fallecidos». Medio siglo más tarde, justifican la importancia de la reunión «en la posibilidad de volver a juntarnos en una amplia mesa, para recordar inolvidables momentos vividos en aquel colegio entrañable». De los estudios recuerdan que los frailes eran muy puntillosos en la enseñanza de «cálculo mercantil, geografía y caligrafía», sin desdeñar «la ortografía, algo que hoy no se lleva entre los jóvenes». En realidad «allí aprendimos de todo: una formación extraordinaria y principios para andar por la vida».