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Xurde Margaride, con una de sus sidrografíes, posa en el Centro de Cultura Antiguo Instituto donde expone. :: PAÑEDA
La sidra que revela
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La sidra que revela

Xurde Margaride muestra en Gijón una serie fotográfica que convierte la popular bebida en argumento y solución técnica de sus composicionesDenominada 'Sidrografíes', comparte espacio con una colección histórica de etiquetas en el CCAI

PACHÉ MERAYO

Lunes, 20 de agosto 2012, 10:23

Le gusta la sidra. No hay duda. Admira su sabor, su textura brillante, su transparencia soleada, su intromisión en una buena tarde de verano, incluso las leyendas que encierra. Para Xurde Margaride, fotoperiodista, que durante un tiempo prestó mirada y cámara a estas páginas de EL COMERCIO, no hay nada en el elixir de la manzana, ese que llega al vaso rebotando destrezas escanciadas, a lo que no deba pleitesía. Y esos quereres, como todos, acaban siempre dando frutos. Primero fue una serie en la que sidra, sidreros, botellas y llagareros se hicieron cómplices de su objetivo. Ahora es una colección que, más allá de convertir el líquido elemento en cuerpo y alma de sus fotos, plasmando el estallar en el cristal desde las alturas, lo que hace es introducirlo en el proceso mismo del revelado. El resultado, que tiene nombre propio, Sidrografíes, se puede contemplar desde hoy en el Centro de Cultura Antiguo Instituto (CCAI), de Gijón, en una exposición que comparte espacio con otra de etiquetas históricas. Ambas abren el programa de la XXI Fiesta de la Sidra Natural de Gijón, que ocupará el calendario de la ciudad hasta el próximo domingo.

Cada estampa, que tiene la particularidad, pese a su soporte fotográfico, de ser «una obra única», lleva en sus brillantes espaldas una larga aventura investigadora. No tiene ni un atisbo de casualidad en sus trazas. «Que nadie piense que se me cayó una gota de sidra en una foto y descubrí el portentoso poder de sus ácidos», dice orgulloso Margaride, que para colgar las piezas de mayor tamaño ha hecho construir unas cabeceras de tonel , que penden ya en las paredes del patio del Antiguo Instituto.

Obran de marco de dos sidrografíes que ya tienen dueño. De hecho, ha tenido que pedirlas prestadas para su exhibición. Como toda la colección, tienen un aspecto tostado «que podría recordarnos a la oxidación de una manzana», y un olor que no deja dudas de cual es el componente principal del proceso.

Se pueden presentar en varios formatos, pero para este encuentro con la mirada pública (que por cierto conmemora el numero 100 de la revista 'La Sidra'), Xurde ha creado una colección coloreada sobre una transfer de polaroid. «El proceso no solo es químico», asegura. «También hay una parte digital. La que nos permite obtener el fotograma e insertarlo sobre el transfer», añade, no sin antes advertir que para llegar a esa conclusión pasaron por sus manos varias maneras, «infinitos intentos». También diversos tipos de papel («al final me decanté por el de acuarela») y varias técnicas de oxidación para que la intervención de la sidra como elemento químico obrara el efecto preciso. «Ese proceso es el más lento. Son varias horas y es difícil encontrar el equilibrio, porque si te pasas puedes quemar el papel. Debes parar en el momento justo».

Una vez finalizado el procedimiento en el que Xurde invierte todo su conocimiento (también dividendos -«la elaboración es carísima»-), entra en juego una segunda persona, la fotógrafa Lorena Ayala que da color a las copias con la técnica de la acuarela. También por este hecho las Sidrografíes son únicas.

Éstas que ahora se pueden contemplar en Gijón no serán las últimas de la serie, que sigue abierta, pero el fotoperiodista ya trabaja en un proyecto más global, que pasa por hacer una galería de retratos de los llagareros asturianos. Su primera parte se titula 'Las mujeres y la sidra'. Su vocación, convertirse en un libro monográfico.

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