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A. PALACIO
Martes, 9 de octubre 2012, 05:21
A pesar de que el sol, el calor y el buen tiempo parece que no quieran despedirse de Asturias, el pasado 1 de octubre las playas de la comarca volvieron a recibir a otros 'usuarios especiales' que no podían acudir desde el 1 de mayo. Hace ya una semana que los paseantes de Salinas y San Juan comparten orilla con los perros que, controlados por sus dueños, recorren la playa como locos, contentos por el reencuentro.
Sin embargo, y a pesar de que ya es posible que accedan al arenal, no todos los usuarios lo entienden. «El primer día que ya se podía tuvimos que aguantar malas caras, y eso que eran las siete de la tarde», recuerda Vanessa Gutiérrez, que tiene a Nana, de 8 meses, y a Gandul, de 8 años. Durante el verano «no se nos ocurre venir, ni siquiera cuando hace mal tiempo, y de hecho no quiero ir ni por la senda peatonal de Arnao, porque hay que bajar a la playa», explica.
Son muchos veranos ya 'huyendo' de los arenales. «Me parece mal que no haya ni un hueco acotado para los animales», explica, aunque también asegura que «a una playa como Salinas no los traería yo aunque se pudiera», principalmente porque «los perros no están quietos».
Para Penélope Proenza y Kira, que tiene diez meses, este ha sido el primer verano juntas. «En Santander, donde fuimos de vacaciones, sí se pueden llevar perros a la playa, y aprovechamos», recuerda. Y en la comarca, aunque pudiera, «no vendría a Salinas, no estaría tranquila porque hay mucha gente», aunque a otras playas con menos usuarios «tendríamos que poder ir». Para ella la clave está «en ser limpio, en la playa igual que en la ciudad, y de hecho aquí todos tenemos nuestras bolsitas para recoger los excrementos».
Ángeles Garrido, con Poncho de cuatro años y Dido, de dos, habla también desde la experiencia. «En verano vamos al monte o al río y nos pasamos el invierno en la playa», resume. Ella cree que «tiene que haber un hueco para los perros, que ensucian bastante menos que la gente», recalca. May Vázquez, que tiene a su perrita Yes desde hace tres años, aprovecha estos meses para acercarse a Salinas «incluso dos veces al día», y comenta que en verano «busco playas alternativas, que sólo conocemos los que tenemos perro y vamos hasta allí, sin molestar a nadie».
Cuando hablan de una posible solución, todas se refieren «a Bayas, porque hay una zona en la que no está permitido el baño», y además, «después de las 19.30 horas , las normas deberían de ser otras». Además, recuerdan que «un perro no tira colillas, no deja bolitas de albal después de comer el bocadillo ni deja los pañales en la orilla». De momento, hasta el 1 de mayo, pueden correr y jugar cuanto quieran.
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