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Javier Cristobo, con la base Bernardo O'Higgins al fondo, en el centro de la imagen. A la derecha, la isla de los pingüinos. :: I. E. O.
GIJÓN

Un centenario bajo los hielos eternos

Javier Cristobo regresa de Isla Decepción y la Península Antártica con muestras y experimentos que supondrán un año de estudios en el centro El director del Oceanográfico de Gijón cumple sus 100 inmersiones en la Antártida en la última campaña

OCTAVIO VILLA

Domingo, 17 de febrero 2013, 15:37

Cien inmersiones en un océano a menos de un grado bajo cero, durante seis campañas (en la primera de las siete que lleva yendo a la base Gabriel de Castilla, en la Isla Decepción, no le dejaron bucear) contemplan al director del Centro Oceanográfico de Gijón, Javier Cristobo, que volvió de la Antártida la pasada semana.

En esta ocasión, Cristobo ha formado parte de un grupo de ocho investigadores -de los que siete eran de la Universidad de Barcelona, con Conxita Ávila al frente del proyecto Actiquim- cuyo objetivo principal es determinar la actividad ecológica de productos naturales marinos obtenidos de organismos que viven en los fondos antárticos y establecer su potencial farmacológico de algunos compuestos antitumorales, así como determinar el impacto de la actividad humana en ecosistemas antárticos.

En la primera fase de esta última campaña, Cristobo y dos de sus compañeros estuvieron en la base chilena Bernardo O'Higgins, muy cerca del extremo Norte de la Península Antártica. Allí, disfrutando de la excelente hospitalidad y colaboración de los chilenos, los españoles llevaron a cabo muchas inmersiones para tomar muestras, particularmente espectaculares las efectuadas en paredes verticales en las que crece una gran cantidad de vegetación marina. También aprovecharon el varamiento de un iceberg para realizar pruebas en fondos planos, en los que las montañas de hielo tienen efectos arrasadores.

Y ello, siempre vigilando para evitar encuentros con las focas leopardo, los grandes depredadores costeros de la zona. Junto a O'Higgins hubo que suspender algunas inmersiones previstas por la presencia de estos carnívoros cerca de la isla de los pingüinos, pero en Isla Decepción, donde está la base española y donde se llevó a cabo la segunda parte de la campaña, Cristobo y dos compañeras vivieron un susto en plena inmersión, cuando a unos cinco metros de profundidad se encontraron con una foca leopardo a no más de tres metros. «Afortunadamente, pasó a nuestro lado y no se vino hacia nosotros», afirma Cristobo, aún con un evidente nerviosismo tras haberse topado con un animal de la misma especie que otro ejemplar que, en otra campaña, mató a una científica británica mordiéndola en una pierna y llevándosela al fondo.

En O'Higgins se completaron esta vez nueve inmersiones, en las que se recolectaron unas 300 muestras de invertebrados del continente antártico, para caracterizar nuevas especies, así como para futuros experimentos de alimentación o repulsión de organismos antárticos a determinados compuestos.

A continuación, en Isla Decepción, se fondearon tres experimentos de campaña, que se recogerán antes de que todo el equipo retorne, a finales de mes. Los tres son diversos medios colonizables (huesos de ballena, placas de agar o una especie de esponja artificial) para comprobar de qué forma se van poblando de larvas de invertebrados, microalgas y bacterias. También se recogieron con éxito tres experimentos que se habían dejado en los fondos de la isla en la anterior campaña antártica, gracias a los cuales, entre otros logros, Sergi Taboada, uno de los compañeros de Cristobo, describió una nueva especie de poliqueto, el Osedax deceptionensis, una especie de gusano marino que comparte hábitat con abundantísimas ofiuras, estrellas y erizos de mar. Un lujo al que habrá que volver.

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