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MIGUEL MORÁN
Jueves, 21 de marzo 2013, 09:50
Si alguien se tomase la molestia de leer esta entrevista a un interlocutor desconocido, que haga el esfuerzo de dar énfasis al contenido. En definitiva, el compendio de palabras aquí escritas sólo significarán, como mucho, un diez por ciento de la comunicación. El lenguaje corporal, la voz y la apariencia del que lo transmita harán el resto. Quien lo asegura es Teresa Baró que antes de convertirse en consultora experta en comunicación y en lenguaje no verbal conoció como filóloga el verdadero valor de la palabra. Ayer presentó en la Casa del Libro de Gijón su último trabajo 'La gran guía del lenguaje no verbal'.
-¿Cómo se pasa de ser una experta en lenguaje verbal a una en lenguaje no verbal?
-Acabé filología y daba clases en un colegio de secundaria. Ahí empecé a interesarme por la expresión oral de los chavales y a observar que no importa tanto la palabra como lo que la envuelve. Me formé en la materia y monté una consultoría de comunicación especializada en el desarrollo de habilidades personales de profesionales, directivos y políticos.
-Y no le va mal, programas de televisión, libros y conferencias y cursos por toda España. ¿Tan importante es el lenguaje no verbal en la comunicación?
-Es básico. Cosas tan sencillas como cambiar la posición corporal, estar erguido en vez de con el pecho hundido, influye positivamente en nuestro ánimo. Hay estudios que indican que si nos obligan a sonreir, aunque no tengamos ganas, mejoran casi todas nuestras constantes vitales y nos sentimos más felices.
-Me imagino que por su profesión escrutará los gestos de los que nos dirigen, ¿es fácil reconocer cuando nos mienten?
-Sí, salvo con los mentirosos naturales, que serían capaces de pasar la prueba del polígrafo.
-Esos serían buenos políticos...
-Bueno, hay profesiones que podríamos decir que por obligación tienen que mentir. Se imagina al presidente de Chipre diciendo a sus ciudadanos que saquen el dinero del banco una hora antes del corralito... La realidad es que todos mentimos desde pequeños. Es una manera de hacer que los demás nos quieran. Es parte de nuestra supervivencia.
-Trabaja para empresas y particulares, ¿cuáles son las habilidades más demandadas?
-Hay muchas, como transmitir seguridad en la comunicación o las técnicas de persuasión y seducción, pero la que se lleva la palma es la de hablar en público.
-En el libro ofrece hasta ejercicios para hacer en casa, ¿es fácil superar ese miedo casi generalizado a enfrentarse a una audiencia?
-Sí, en un par de semanas se pueden empezar a ver resultados, salvo que se tenga una carencia cultural importante, eso no se improvisa, o un problema patológico. Requiere grandes dosis de interpretación y dominar los silencios. Quien los domina tiene el poder.
-Y quién lo tiene entre nuestros políticos y famosos?
-Para mí el gran ejemplo esta en EEUU, no hay nadie como Obama. Su mujer Michelle no le va a la zaga. En España, a la princesa Letizia, aunque casi siempre se ajuste al guión , se le nota su profesionalidad.
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