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M. F. ANTUÑA
Jueves, 10 de abril 2014, 02:35
No es un álbum al uso. Hace de la simplicidad bandera en un periplo intenso por el jazz, la bosssa nova, el swing, el tango o el bolero. Sin conservantes ni colorantes, con voz y guitarra como únicos instrumentos. Nada más y nada menos. Con Emilio Ribera rasgando las cuerdas y Esther Yuste exprimiendo la garganta. Ellos son Ribera y su primer disco, que mañana (20.30 horas) se presenta en el Museo Barjola, 'Caminos sobre un océano' (Santo Grial).
Su océano particular es la música, esa que les ha influenciado, la que les gusta, la que les entusiasma. Dicho en pocas palabras, el álbum es una selección de «canciones que nos encantan» en las que no hay barreras ni estilísticas ni idiomáticas. En español, inglés y asturiano, el álbum versiona a Los Lobos ('La pistola y corazón'), Duke Ellington ('Satin Doll'), Michael Jackson ('Ben'), Chico Buarque ('Samba y amor'), se atreve con el cancionero tradicional asturiano ('Agora non') y hasta con la mismísima Lupe ('La tirana') y a todos ellos se los llevan a su terreno. Eso no siempre es tarea sencilla: «Este es un formato que es duro, sobre todo a la hora de enfrentarse al directo, no hay trampa ni cartón, de modo que es un reto porque no son estilos fáciles», asegura Esther Yuste.
Claro que a la hora de afrontar el directo tienen ya mucho terreno ganado. En realidad llevan ya un par de años tocando juntos un repertorio que un buen día decidieron grabar en los estudios Ars Nova. «Lo hicimos en nuestros ratos libres, en La Calzada, cada vez que teníamos un hueco», relata Esther Yuste, que ha colaborado en diferentes bandas de versiones y con grupos como Blues&Decker, pero para quien este es su primer disco. Emilio Ribera, en cambio, ya tiene experiencia previa junto a Tyfpe, un grupo de jazz fusion instrumental con influencia del funky y el rock que ya editó un álbum con temas propios.
Esos dos años de trabajo conjunto han dado como fruto una selección corta de canciones llenas de fuerza y autenticidad. Y precisamente para mantener esas virtudes renunciaron a aliños. «Tuvimos la tentación durante la grabación de meterle alguna percusión, pero al final decidimos que no». La idea -sostiene Esther Yuste- era hacer algo especial y con ese mismo fin se buscó un lugar ad hoc para proceder a su presentación: el Museo Barjola.
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