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Ilustración: Mikel Casal
Cómo emprender a la vejez

Cómo emprender a la vejez

¿Es compatible cobrar la pensión y poner el negocio de tus sueños? Sí y cada vez son más quienes eligen una forma más activa de jubilarse

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Viernes, 30 de octubre 2020, 00:12

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La vocación puede ser tardía, pero nunca esta tarde. Nadie dijo que hubiese un límite de edad para poner rumbo a esa labor profesional que siempre rondó las aspiraciones íntimas y que nunca llegó a materializarse. Tanto es así que cada vez son más aquellos que encuentran en la jubilación el momento ideal de dar el paso. ¿Suena raro? Lo es. Por el momento, quienes optan por este camino es reducido, pero el ejemplo cunde y esta alternativa gana terreno. Quizá el hecho de que se pueda cobrar la pensión íntegra y a la vez emprender el negocio soñado ayude al auge de esta nueva realidad que, auguran los expertos, será común en un futuro no tan lejano.

La figura recogida por la Seguridad Social que permite compatibilizar el emprendimiento con el cobro de la pensión se denomina 'jubilación activa'. Por ahora, tiene una serie de condicionantes que limitan el número de personas que pueden acogerse a ella. Por un lado, para cobrar el 100% de la prestación es necesario contratar al menos a un trabajador en el nuevo negocio; de no ser así, tendría derecho a percibir la mitad. Además, solo pueden acogerse a esta figura quienes se hayan jubilado a edad ordinaria y con el 100% de la base reguladora. No está pensadas para jubilaciones anticipadas.

Según los datos que maneja el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, el número de personas que acogidas a esta modalidad de jubilación era de 59.902 (a 30 de junio de 2019). Teniendo en cuenta que España cuenta con unos seis millones de jubilados, estamos hablando de un escaso 1%. Es poco, pero la tendencia es al alza: en 2018 eran 48.000 jubilados (11.000 menos) y en 2017 unos 8.000 menos. La evolución es pobre, pero es tendencia. «Es evidente que es una alternativa que está en auge; es un fenómeno gradual, pero estructural, que marcará la tendencia en un futuro», valora Juan Antonio Herce, doctor en Economía y socio fundador de la consultora LoRIS, Longevity & Retirement Income Solutions.

Por el momento, la figura legal de la que hablamos ha calado mayoritariamente en autónomos y empresarios que, una vez alcanzada la edad de jubilación, deciden continuar con su negocio y compatibilizar la pensión. «Seis de cada siete jubilados que se acogen a esta figura tienen este perfil; la práctica totalidad de la cifra», explica este economista experto en pensiones y jubilación.

Así, el emprendedor puro que se embarca en una aventura a partir de los 65 puede ser considerado una 'rara avis' en nuestra sociedad. «Pero cada vez menos. También hay quienes descubren su vocación emprendedora a esta edad y se encuentran un mundo maravilloso», sostiene Herce, quien cree que si esta posibilidad no fuese tan desconocida para la mayoría, y estuviese apoyada con formación y medidas de flexibilización burocrática, tendría más predicamento. «Es cierto que socialmente se desea jubilarse pronto para disfrutar; pero en muchas ocasiones la realidad es que la inactividad acaba en depresión y muertes prematuras. Es un tema muy serio este», avisa.

Sustrato de prejubilaciones

Junto a los mayores de 65 años, se encuentra el grupo de prejubilados (a veces despedidos) que con 55 años se encuentran con juventud –y ganas– pero sin oficio ni beneficio. «Este es el verdadero sustrato en el que está calando el emprendimiento senior; tanto que se asemeja a la tasa de otras edades, situada de media en el 7,5%», valora Herce, que lamenta la falta de datos detallados sobre la realidad en estos grupos de edad, detectado 'grosso modo' en informes como el que realiza el Global Entrepreneurship Monitor (GEM).

También se encuentran en esta tesitura aquellos que, por necesidad económica, quieren complementar lo que les queda de pensión, los que cuentan con una buena cuantía –los menos– y optan por esta vía para dar salida a aspiraciones profesionales pendientes y también «muchos trabajadores modestos que encuentran en su pensión la red de seguridad necesaria para iniciar otra actividad con menos vértigo», apunta Herce.

Esta percepción de seguridad resulta clave. El hecho de cobrar una mensualidad, y no tener cargas familiares más propias de la juventud, se traduce en una sensación de menor riesgo. Aún así, hay que asumir que en algún grado lo habrá. Es el primer factor que hay que valorar, según sostiene Carlos Molina, CEO de 50pro, empresa especializada en formar con casos prácticos a emprendedores senior: «Tras trazar un plan, hay que pensar dónde se va a buscar la financiación más allá de los bancos ('bussines angels', 'crowdfunding', etc.) y tener claro que no debe ser todo de tu bolsillo. Mucha gente rechaza el emprendimiento porque teme perder todo el dinero que tiene ahorrado o toda la indemnización que ha percibido. Y lo cierto es que no hace falta, solo quizá una parte. Hay que calibrar hasta dónde podemos arriesgar a la hora de plantearse el montar una empresa».

Pero aunque la realidad es que el dinero suele ser la principal motivación –también el mayor quebradero de cabeza– se recomienda atender a otros factores. En primer lugar, hay que cultivar la paciencia puesto que «hay que formarse, darse tiempo, meditarlo bien, trazar un plan completo y nunca tener prisa», avisa Molina. «Es un cambio muy grande que necesita preparación porque pasas de ser un asalariado a tener el peso de todas las decisiones sobre ti», añade Herce.

Precisamente, y entrando en el terreno de la personalidad, hay que poseer «capacidad de decisión, de liderazgo para que el equipo del que dispongas (de la empresa o externo) te siga en los objetivos que quieres lograr y hacer gala de cierta habilidad para las relaciones sociales».

¿Y dónde queda la vocación que en principio nos movía? Molina aconseja aprovechar la experiencia de la vida profesional para elegir el negocio. «No se trata de emprender en lo mismo; sino de sacar partido a los contactos y a los conocimientos atesorados», aclara Molina. Por si faltasen argumentos, al emprendedor senior suele tener más éxito que el joven. Los datos indican que «entre el 40 y el 50% de los mayores que emprenden acaban viviendo de su negocio», mientras que solo un 25% de los jóvenes tiene éxito en esta aventura.

«El día que me levante y no tenga nada que hacer seré hombre muerto»

Fernando Irujo no le mueve el dinero. Después de regentar el taller mecánico familiar durante toda su vida tiene las espaldas cubiertas. En su afán está aportar algo nuevo a la sociedad y para ello pone toda su ilusión y buena parte de sus ahorros. Este oriundo del pueblo navarro de Larraga, afincado en Pamplona, no solo destaca en el panorama emprendedor senior por su ímpetu para montar una empresa pasados los 75 años, sino que además intenta poner en el mercado una innovación: la bicicleta más veloz. Hace unos tres años patentó su invento y ahora se encuentran en la fase de diseño industrial para su posterior fabricación. Salvando los detalles más técnicos, consiste en un sistema de bielas extensibles que hacen que la bicicleta gane un 35% más de impulso sin necesidad de motor eléctrico. «Todo el que la prueba se sorprende. Me dicen que dónde está escondido el motor, pero no lleva nada nada. Cuando la cojo en cuesta, paso con facilidad a los de 50 años y voy ya a por los 78», comenta divertido mientras recuerda que la idea surgió cuando buscaba una solución para que su cuñada, en silla de ruedas, pudiese subir las cuestas sin esfuerzo. Bike Innovations es el nombre de la empresa con la que pretende revolucionar un medio de transporte tan en auge ahora. No tiene duda de que «el día que se levante y no tenga nada que hacer será hombre muerto», confiesa tajante. De esta vitalidad que siempre le ha caracterizado saca la fuerza para seguir. También le impulsa el hecho de haber ganado, como él dice, todos los premios a los que se ha presentado. «Todo el dinero va a la empresa. La Unión Europea también nos ha dado una alta calificación para recibir ayudas; eso sí, no todas las administraciones son tan colaboradoras», lamenta al explicar el «gran esfuerzo y sacrificio» que conlleva el hecho de poner una idea nueva en marcha. Pero no ceja. Para que su idea sea comercial le falta dar con la forma de fabricar las bielas a un precio asumible. No quiere hacerse de oro; su intención es otra. «Si ya como jubilado te pones a emprender debe ser para aportar algo nuevo a la sociedad. Es lo que yo quiero».

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