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Joaquin Viña, agricultor maliayo, muesra el punto desde donde nacen los frutos del castaño. P. G.

Mil castaños y un sueño para Villaviciosa

El agricultor Joaquín Viña se propone recuperar los castañares maliayos con un proyecto de injertos de la variedad valduna

Pilar Gutiérrez

Villaviciosa

Viernes, 22 de agosto 2025, 17:53

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La castaña valduna, fruto emblemático y tradicional de la cultura gastronómica asturiana, «está en peligro de desaparecer». El aviso de Joaquín Viña, agricultor de Villaviciosa, viene acompañado de su lucha por evitarlo, una ardua tarea a la que se ha dedicado cada día en los últimos quinces años y con la cual espera conseguir, en un futuro, «plantar mil castaños en el concejo».

En la actualidad, Asturias supera las 80.000 hectáreas de castañares, siendo la región de la Península Ibérica donde debería haber una mayor producción. Sin embargo, el «abandono» en la mayoría de estas zonas juega en su contra y, con sólo unos cuantos puntos dedicados a conseguir madera, casi nada se destina a recolectar el fruto, por lo que el sector se queda estancado y sólo salen adelante producciones a pequeña escala.

Esto se debe, explicó Viña, a que «sacar beneficio de un castaño es algo que tarda mucho». Para que el árbol esté completamente maduro hacen falta 20 años, lo mínimo para conseguir «algo de madera que merezca la pena talar», mientras que para conseguir castañas, se tiene que esperar unos 15 o 17 años.

«Hace falta tiempo y mimo. Algo que no tiene todo el mundo», señaló Viña. Así pues, con el objetivo de revertir la situación en Villaviciosa, se propuso replantar en los terrenos de su familia, cercanos a su casa en la parroquia de Coro. A día de hoy supera los doscientos castaños, aunque aún está lejos de los mil que espera poder plantar en los tres montes que rodean su residencia, unos 5000 metros cuadrados.

Pero, ¿cómo conseguir una producción regular y duradera sin esperar tanto tiempo y sin invertir demasiado dinero? Pues con injertos de castaña valduna.

El «destino» quiso que en los terrenos familiares hubiera castaños silvestres, ya secos, desde hacía años. Es en ellos donde tala lo innecesario e injerta «a partir de la raíz y el tronco», consiguiendo frutos de valduna, en varios árboles, «en menos de cinco años».

El proceso fue complejo. Primero, consiguió castañas de Tineo, las plantó en semilleros donde esperó cuatro meses a que dieran el primer brote. Después las llevó a tierra donde las dejó «echar raíces durante un año», y, más tarde, las volvió a transplantar al monte donde, además de dejarlas crecer por completo, recoge los injertos que luego planta en los troncos de los castaños silvestres.

El proceso, dura algo más de dos años, pero los resultados fueron contundentes y, a día de hoy recoge anualmente –entre septiembre y octubre– quinientos quilos de castañas. «Uno sólo de estos árboles ya me da 50 kilos», dijo.

Su esfuerzo lo verá recompensado pronto con la creación de una empresa familiar para vender sus frutos. No sólo conseguirá «ayudar a sus hijos·, sino que además »se salvará la castaña en Villaviciosa«.

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