Museo de Anatomía de Asturias
La ciencia y el corazón en la manoLa Semana de la Ciencia ofrece a los estudiantes una oportunidad única para conocer la embrioteca y osteoteca de Medicina, así como la sala de disección
Dicen que son muchos los que se han desvanecido nada más entrar y ver todos esos fetos, de tan diversos tamaños, en tarros de formol. Varias vitrinas con pequeños cuerpos, algunos con evidentes malformaciones, que conforman la embrioteca del Museo de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo. Un espacio que los estudiantes de Ciencias de la Salud están acostumbrados a cruzar sin pestañear pero que, para alumnos de Secundaria y Bachillerato, supone una auténtica experiencia. La Semana de la Ciencia les da la oportunidad de adentrarse en el museo y no solo eso, sino también en la sala de disección, un lugar normalmente reservado para quienes necesitan comprobar que la realidad del cuerpo humano va mucho más allá de lo que cuentan los libros de texto. La visita guiada al museo es, año tras año, una de las actividades más demandas entre las decenas que organiza la Universidad dentro de sus campus o en los propios centros escolares.
Ana Sánchez es una de las profesoras del Departamento de Anatomía y fue ayer la encargada, junto a Vanesa Martín, también docente, de acompañar a un grupo de primero de Bachillerato del IES Alto Nalón, de Barredos. Eva, Álvaro, Pilar, Unai, Lucas, Yago, Iker y Carmen decían saber a qué iban y estar preparados para lo que iban a ver. De hecho, la mayoría quiere estudiar grados relacionados con Ciencias de la Salud. Eso no evitó algún pequeño mareo en la sala de disección. Ver un cadáver sobre la mesa, completamente abierto, con los órganos a la vista, puede impresionar a quien menos lo espere.
Pero para entonces, los estudiantes ya habían tenido tiempo de escuchar la historia del feto sentado en una silla; de cómo los estudiantes de Medicina pueden practicar gracias a los osarios de los cementerios y los cuerpos donados a la ciencia; de las técnicas de conservación de las vísceras y los cuerpos, como la plastinación; de lo difícil que es 'montar' una mano o un pie como si de un puzzle se tratara... y de lo complicado que era aprobar un examen del doctor Pérez Casas, primer decano de la Facultad de Medicina y que da nombre a este museo que durante años y años mostró y explicó el profesor Javier Naves.
En las vitrinas, huesos y órganos reales junto a maquetas. Al fondo, en un estante, una caja con clavículas, otra con vértebras, una más con sacros... Y detrás de las puertas, lo dicho, la sala de disección, donde los estudiantes realizan sus prácticas de anatomía. Además de cuerpos enteros (donados), en una bandeja hay varios órganos: dos pulmones, un hígado, un cerebro, un corazón... La facultad tiene capacidad para ocho cuerpos, que son embalsamados y conservados después en las cámaras frigoríficas a cuatro grados. Cada uno dura un máximo de dos cursos. No todos los estudiantes de Medicina del país, cuentan las profesoras, tienen esta oportunidad. Y no todos los días estudiantes de Bachillerato –y periodistas– pueden coger un corazón en sus manos.
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