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Los vecinos llevan hasta un generador para celebrar la romería. NOELIA GARCÍA

El pueblo abandonado de Asturias que revive en verano

Esta aldea de Grado, deshabitada desde 1981, se llena cada 7 de septiembre para celebrar con nostalgia su tradicional romería

Ana Ranera

Gijón

Jueves, 29 de agosto 2024, 02:00

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Joselín, de Casa Rafael, fue el último vecino en marchar de San Adriano del Monte. Era 1981 cuando echó la llave a la puerta de la que siempre había sido su casa y se fue, sin mirar atrás, porque, aunque este pueblín de Grado atesoraba todo su pasado, no le ofrecía ningún futuro.

En esa misma situación se vieron todos los vecinos que lo precedieron en el éxodo. No tenían carretera, tampoco escuela y ni siquiera había agua corriente en las casas, así que huyeron o, más bien, los forzaron a irse. Se establecieron entonces en Oviedo, en Gijón y en Grado, pero siguieron recordando su San Adriano, su fiesta, sus caleyas y su iglesia. Tantas veces hablaron de ello que, en el año 2005, nació la asociación de vecinos de una aldea que ya llevaba veinticuatro años vacía y cuya historia, a partir de entonces, cambió.

«La asociación la crearon, sobre todo, para intentar retomar la fiesta», cuenta Noelia García, una de sus vocales, al tiempo que asegura que la gente que nació allí vive esta romería «con toda la ilusión del mundo, a pesar de las dificultades» que conlleva.

Lucas José Suárez, Daniel González y Graciela Álvarez.

Este año la cita será el 7 de septiembre y, para llegar a ella, tienen que echar mano de todoterrenos, quads y caballos. No hay otra manera de alcanzar este enclave, en el que apenas quedan «cuatro casas en pie y malamente».

Además, cuando el pueblo se vació, vivió un auténtico expolio. «De la iglesia, robaron la campana y la pila bautismal y de las casas, absolutamente todo, hasta los tablones de madera del suelo», se queja. Igualmente, a estos vecinos nada les quita las ganas de luchar por lo suyo y hace años se pusieron ellos mismos manos a la obra para «arreglar el templo», que ya tenía «un árbol en medio del tejado».

La Asociación de Vecinos retejó la iglesia y la cuida.

En aquel momento, lo retejaron para intentar ponerle límites a la naturaleza, aunque ya se sabe que la flora y la fauna lo conquista todo. «Ahora que faltan pocos días, ya hemos ido al pueblo a quitar todas las telas de araña del último año y a limpiar». Tienen ya el templo impecable, pero les falta su Virgen, ya que hace algunos años «se encontraron la imagen quemada». Un varapalo más para estos vecinos que siguen luchando por su aldea, a pesar de todos los obstáculos que se encuentran en el camino. El día 7 subirán las bebidas y un generador y brindarán por este tesoro que merece un futuro.

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