Asturias ya no tiene miedo
Miles de personas claman en Oviedo poner el foco en los agresores para que «la vergüenza cambie de bando»
Miles de personas se manifestaron esta tarde en Oviedo para reivindicar el final de siglos y siglos de historia cargados de miedo y vergüenza oprimiendo a las mujeres víctimas de la violencia machista. Para condenar el pacto patriarcal del silencio cómplice. Para reafirmarse en el compromiso de lucha «incansable» hasta que el proceso de denuncia sea realmente la solución a esta lacra, «sin revictimaciones ni cuestionamientos profundamente injustos». Y, en definitiva, para lograr el objetivo y lema elegido este año por el movimiento feminista asturiano para la manifestación con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25-N): «¡Que la vergüenza cambie de bando!». Un valiente mensaje que hizo famoso la francesa Gisèle Pelicot, drogada, violada y ofrecida a decenas de hombres por su marido durante años, cuyo juicio quiso que fuera público, convirtiéndose su caso en una llamada a transformar la cultura del silencio y el encubrimiento y un grito de guerra para poner el foco en los agresores y en las estructuras sociales que permiten, justifican o normalizan este tipo de atrocidades. «Tu silencio te hace cómplice», «Cuidado, mujer sin miedo», fueron algunos de los mensajes reivindicativos que se podían leer en las pancartas.
Así, con el juicio de Giséle Pelicot muy reciente y presente entre los manifestantes, la multitudinaria manifestación salió en torno a las 19.30 horas de la Estación de Renfe en Oviedo para, en pocos minutos y al ritmo de la banda Repercusión Feminista, extenderse por toda la calle Uría en dirección a la plaza la Constitución, donde se leyó el manifiesto.
Alto y claro, se pidió «romper con el pacto patriarcal que protege a los agresores», se denunció el «alarmante crecimiento» del 12,1% en el número de asesinatos machistas del último año, ascendiendo este año ya a 81 las víctimas mortales (oficialmente solo se reconocen 49), y se condenó el trato «machista y racista» que sufren en su día a día las mujeres refugiadas, racializadas y migrantes. «Ninguna mujer sin papeles, ninguna niña sin papeles», reivindicaron. Remarcaron también la necesidad de acabar con las discriminaciones que viven las mujeres con diversidad funcional, colectivo especialmente expuesto a la violencia machista, así como las dificultades añadidas a las que se enfrentan las mujeres de la zona rural.
Condenaron también la revictimización física y jurídica que sufren las mujeres gitanas y la «invisibilización» a la que están sometidas las mujeres pensionistas que sufren violencia «totalmente normalizada, basada en la violencia política, de género, psicológica, económica e institucional». Alzaron la voz contra la explotación sexual, condenaron la gestión subrogada como una forma grave de violación de nuestros derechos humanos e hicieron una llamamiento expreso para poner fin a las violaciones grupales y en manada.
En el manifiesto también se habló de la necesidad de apostar por la educación sexual integral e inclusod e establecer medidas legales de «alejamiento para las personas y entidades anti-aborto que acosan a las mujeres y a los profesionales» de las clínica en las que se ofrecen este tipo de intervenciones. Igualmente, se puso el foco en la violencia laboral, se reivindicó la diversidad y la visibilización de las mujeres LGTBI+ y se levantó la voz para sumarse a las reivindicaciones de las mujeres palestinas, saharauis, afganas e iraníes, «ejemplo de lucha y resistencia», denunciando el genocidio que se está perpetrando en Palestina y exgiendo a Europa que «deje de mirar hacia otro lado». «Compañeras, desde las calles de Oviedo hasta el último rincón de Palestina, ¡El feminismo es internacionalista!», reivindicaron en un manifiesto en el que queda claro que aún hay mucho camino por recorrer y que el feminismo asturiano no está dispuesto a tirar la toalla. «Seguiremos construyendo, desde la fuerza colectiva, con rabia y resistencia, un futuro a la altura de nuestra lucha donde la vergüenza cambie de bando».