De Los Vengadores al espíritu esquimal

Lo más entrañable del Carnaval es que ha terminado convirtiéndose en una celebración familiar donde todos los miembros de un mismo hogar se disfrazan y salen a la calle a disfrutar. Padres con hijos, grupos de amigos o grupos de padres con sus hijos que se juntan en la calle para hacer piña.

Así pasó ayer en Oviedo cuando las aceras de las principales calles del centro se trufaron de personas a miles, que iban a ver el desfile de Carnaval pero que aprovecharon el momento para participar en un segundo plano con sus disfraces.

Era el caso de varias amigas de la infancia. Marina, María, Olaya e Inés, que en compañía de sus madres como salvaguarda, Elisa García, Sandra Pérez y Susana Gilsanz, las más pequeñas, esperaban expectantes a que empezara el desfile en la acera de la calle Independencia. «Siempre venimos. Se ha convertido en una tradición. Antes veníamos todas disfrazadas aunque ahora solo vienen las niñas con disfraz».

Poco más allá, el matrimonio formado por Pablo Carreras Fernández y Sara Martínez, junto con sus hijas Martina, Jimena y Carlota. Todos ellos disfrazados del mundo submarino de las sirenas. «Nos gusta venir todos los años en familia. Mira si nos gusta que también participamos del Carnaval del Centro Asturiano», comentó Martínez. Su marido al lado ataviado con un cuerpo de lentejuelas doradas: «Yo hago lo que me dicen».

Muy cerca un grupo que se podía denominar 'Las ochenteras, sus polillas y el espíritu esquimal' compuesto por Laura González, Alba González –que ha venido desde Bilbao para celebrar el Carnaval ovetense–, Aroa Alardoy, Amparo Valdés y Naya. «Nos gusta venir. Ojalá pudiera ir siempre disfrazada», aseguraba la más pequeña del grupo.

Entre los muchos grupos desparramados por las ceras destacaban 'Los Vengadores' dirigidos por los niños Pelayo, Llara, Izan y Marco. Ya en la calle Uría los niños Inés, Candela, Lola, Hugo, Jorge, Mateo, Nicolás y Daniela se movían nerviosos esperando que pase el desfile por su lugar privilegiado en la acera. Las madres Sandra Rodríguez, Cachi Uría y Nuria Riopedre, con la misma cara de ilusión de los niños, aseguraban que «nos disfrazamos, venimos al desfile, luego tomamos algo y más tarde a cenar un poco». La fiesta fue completa.

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