Un chill out para meter ritmo a los derechos
Ascivitas. La Asociación Cinco Villas, para casos de discapacidad intelectual, cumple 30 años dando servicios de apoyo a la integración desde Pravia a ocho concejos
Define el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE) chill out como locución inglesa que se utiliza tanto para la música relajada como para el lugar donde se escucha. Desde Pravia, también apuntan otro posible sinónimo: un lugar desde el que reclamar más ritmo, mucho más, a los derechos de las personas con discapacidad. «En el papel, en estos treinta años hemos avanzado mucho, pero en la práctica, aún falta mucho para que esos derechos sean reales».
Lo dice José María Alonso, Chechu para todos, desde la terraza chill out que han organizado los usuarios del centro de apoyo a la integración que la Asociación Cinco Villas Territorial de Asturias pro Integración de Personas con Discapacidad Intelectual (Ascivitas) tiene abierto en Pravia. Concejo epicentro de su área de acción que incluye a otros ocho hasta sumar más de 1.500 kilómetros cuadrados de ámbito de actuación. Cada día llegan a Pravia 35 personas adultas con discapacidad intelectual que viven en Soto del Barco, Cudillero, Muros de Nalón, Belmonte de Miranda, Grado, Candamo, Sala y Tineo. «Con transporte propio, claro, porque si no, sería imposible, pero con precios aún de 2017».
Habla Chechu desde la terraza con la que la entidad quiere celebrar sus primeras tres décadas. «Todo ha sido hecho por los usuarios. Desde los muebles, hasta la decoración, las flores y la oferta de hostelería». Incluso de la música se encarga uno de ellos. En la última semana de junio, la terraza será un punto de encuentro para todos, «ya que queremos dar las gracias por el apoyo que recibimos y, claro, aumentar la visibilidad».
Una que reclaman los propios usuarios. Lo hace de manera subliminal el 'pincha discos' oficial, que anima una terraza 'relajada' con música a todo ritmo. El mismo que querrían imprimir a sus derechos. «Todavía son personas con un alto nivel de tutela. Ellos mismos, cuando hacemos encuestas, nos dicen que querrían tener más vida propia, control de su dinero, mayor autonomía, pero todo sigue siendo complicado. Y en la zona rural, más», apunta Chechu.
Oportunidades reales
Y pone ejemplos. «Muchas veces nos dicen 'Tenemos un grupo de whatsapp, pero no sirve para nada, porque nunca podemos quedar', y es verdad. Todos se manejan perfectamente con las nuevas tecnologías, pero a la hora de quedar, por ejemplo, para ir a la playa, surge el mismo problema. ¿Quién les lleva? ¿Cómo queda una persona que vive, por ejemplo, en Tineo, con su amigo de Salas para ir a la playa?».
La respuesta es la misma que hace 30 años, cuando Ascivitas se constituyó para dar impulso a los derechos de las personas con discapacidad intelectual: «Depende de sus padres».
Una dependencia contra la que luchan los 35 usuarios del Centro de Apoyo a la Integración (CAI) de Ascivitas. «Aquí no queremos solo formarles, sino que tengan una oportunidad de empleo real. Integrado». Así, los usuarios se preparan para cubrir plazas «en parques y jardines, por ejemplo», siempre buscando «que la integración sea real». Todavía, lamentan tanto Chechu como Solar, «resulta una anécdota que una persona con discapacidad intelectual logre un puesto de trabajo integrado, no en centros especiales de empleo».
Educación afectivo-sexual
Entre las reclamaciones de los usuarios, también surge la autonomía personal «para vivir en su propia casa, con amigos o con pareja», un derecho controvertido, sobre todo en todo lo relativo a lo afectivo y sexual. «Entre los usuarios, a lo largo de estos treinta años, ha habido parejas, pero tampoco es un derecho que disfruten en su plenitud».
En el centro «hay formación afectivo-sexual, sobre enfermedades venéreas, sobre embarazos...» Un aspecto este último que sigue generando controversia. «Hay que combinar el deseo de una persona con discapacidad intelectual de ser madre o padre con los derechos de ese futuro bebé. Es complicado. Y delicado».
Como lo es, también, detectar problemas de salud mental añadidos a una diversidad funcional. «Desde la covid para acá nos estamos encontrando con problemas de salud mental entre personas con discapacidad intelectual. Pero son problemas difíciles de detectar, porque se confunden con la propia discapacidad. Y no tienen nada que ver».
Por ello, desde Ascivitas plantean que es necesario «crear una unidad de salud mental. Tenemos espacio y horario para ello», lo único que falta es el respaldo administrativo. «La burocracia ralentiza todo mucho. Desde los presupuestos hasta la contratación de plantilla».
Y sobre la mesa, también, una respuesta de alojamiento a sus usuarios. «No queremos una residencia al uso, porque ellos mismo no la quieren. Ahora, cuando cumplen 50 años, si no tienen familia se van a una residencia de Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA), pero no es lo que ellos buscan». Tampoco «pisos tutelados». Sí fórmulas habitacionales «que permitan compartir vivienda y tener una vida más autónoma, la que ellos quieren». Y poner el foco en que la soledad no deseada «también les afecta a ellos, pero no se les tiene en cuenta».
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