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Dentro del H144, el hospital de la Feria
En la segunda ola, 155 pacientes han pasado por el pabellón gijonés. «La ocupación en las próximas semanas dependerá de lo que todos hagamos», dice el director
YAGO GONZÁLEZ
Domingo, 13 de diciembre 2020, 02:48
Miguel es de Avilés y tiene 21 años. En octubre presentó el trabajo de fin de grado de Enfermería. Por entonces la segunda ola en Asturias empezaba a enseñar los dientes. En la segunda quincena de ese mes, los datos de contagios, ingresos hospitalarios y muertes eran cada día más preocupantes. Llegó noviembre y, con él, el periodo más negro de la crisis sanitaria en la región. Miguel recibió una llamada: podía estrenarse en la profesión en el hospital provisional que, de nuevo, el Principado estaba montando en el recinto ferial Luis Adaro de Gijón. Y allí se fue este avilesino. Era 11 de noviembre. Hoy admite que entonces sintió «un poco de vértigo», pero está contento de haber dado el paso.
El hospital de la Feria (llamado H144 por el número de camas disponibles) se montó en siete días. Ayer se cumplió el primer mes desde que recibiera su primer paciente diagnosticado con neumonía covid. Desde entonces, 115 enfermos han pasado por este pabellón de 5.000 metros cuadrados, un complejo planificado para preservar todos protocolos necesarios en el combate contra el virus. Aquí trabajan cinco médicos (llegó a haber siete), ocho enfermeros y 18 auxiliares, repartidos en turnos de mañana y tarde-noche. Salen a descansar en diferentes tramos para no coincidir todos. Disponen de una cafetería donde comen y charlan. Desde su cristalera se contempla todo el pabellón, todos sus pacientes.
El recinto ferial es la muleta sobre la que se apoyan el resto de hospitales, que han sufrido un desbordamiento sin precedentes. La mayoría de los 115 pacientes hasta ahora atendidos procedían de Cabueñes, el HUCA y Jove.
Una media de ocho días
A la Feria son derivados enfermos del nivel clínico 3, es decir, urgentes pero estables que requieren atención en menos de una hora. La mayor parte son de edad avanzada, con una media de 83 años (el más mayor tenía 95). La estancia media es de ocho días, aunque uno llegó a estar 21.
De todos los pacientes que han ingresado, 66 han sido dados de alta con PCR negativa. Han fallecido 23 personas, el 20% del total. «Es un porcentaje de mortalidad menor al habitual en los mayores de 80 años», asegura el director, Rafael Castro, que procede del Samur. El resto de pacientes fue derivado a otros centros. «En algunos casos, los pacientes que empeoran y que requieren de cuidados más complejos son trasladados a otro hospital y, cuando mejoran, vuelven aquí», explica.
Aunque ingresar en el H144 no es como hacerlo en un hospital convencional, el equipo procura que las familias tengan la mayor información posible. Cuando un familiar suyo entra, tienen la opción de mantener una entrevista con la dirección. Lo hacen en una sala con una mesa dividida por pantallas protectoras. En la pared hay una gran foto del interior, para que así los familiares se hagan una idea del lugar donde estará su ser querido. Y se les facilita un número telefónico de contacto para cualquier necesidad o duda que tengan.
Dentro, se intenta que los ingresados hagan una vida más o menos normal. Hay una salita común para leer la prensa, hacer tertulia y ver la tele (ocho personas como máximo) y, de tres a cinco de la tarde, pueden estar al aire libre. «Eso fue un antes y un después para su bienestar», destaca Castro. También hay una habitación para que las familias puedan despedirse de los que están a punto de morir. Y el capellán de Cabueñes acude si es requerido.
Tras el horror de noviembre (el día 27 se alcanzó el récord de ocupación, con 55 pacientes), las altas en el hospital de la Feria se han acelerado en los últimos diez días. Hoy hay nueve ingresados. El director lo tiene claro: «La ocupación en las próximas semanas dependerá de cómo nos comportemos todos. La tercera ola está en nuestras manos».
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