El regreso de la diáspora: «Aquí somos felices»
De vuelta a casa. Cada vez son más los asturianos que deciden retornar a la región, después de haber emigrado a otros países
Dicen que en ningún lado se está como en casa. Y estar en casa va más allá de las cuatro paredes de una vivienda. Se trata de un sentido de pertenencia y lo que define la identidad de una persona.
Esto lo comprenden a la perfección los asturianos de la diáspora, quienes se han ido y han vuelto a su tierra después de años viviendo en otros países.
Una de ellas es Lourdes Sampera, que aunque se crió en Cuba y la delata su acento, siempre deseó volver a la tierra de sus abuelos. Así lo cuenta ella misma, ya asentada en la Felguera desde hace pocos meses. «Mi abuela materna era de Benia de Onís y mi abuelo era de Tanes. Allí todavía me queda familia, sobre todo, primos de mi madre», relata.
Sus padres, según cuenta Lourdes, «se enamoraron y se casaron en Cuba. Mi madre, María Amelia González Braniella, nació allí, aunque siempre tuvimos todos en casa a Asturias muy presente», dijo Sampera.
De hecho, Lourdes recuerda que «mis abuelos emigraron siendo adultos jóvenes y la añoranza de la tierrina siempre estuvo», comentó.
Para ella, hablar de la gastronomía asturiana era parte del día a día. «El cachopo, la sidra, la fabada... mis padres siempre solían hablar de lo bien que se comía en Asturias», dice, con alegría.
Sin embargo, Lourdes recuerda con tristeza que algunos de sus familiares asturianos nunca pudieron regresar. «Se quedaron con las ganas de volver. En el caso de mi bisabuela nunca pudo regresar y mi abuelo tampoco pudo. No obstante, mi abuela sí vino un par de veces. Siempre estaba presente Asturias porque toda su familia estaba aquí, siempre tenían la añoranza de poder regresar y en el caso de mi abuelo de poder ver a su madre y a su padre. A sus hermanos», contó Sampera a este periódico.
Incluso, Lourdes ya desde Cuba conocía las famosas 'fiestas de prao'. «Mis abuelos siempre hablaban de las fiestas patronales de aquí, las fiestas de los pueblos siempre estaban presentes en Cuba. Y yo deseaba venir para saber lo que eran», dijo.
Otra de las cosas que siempre hacían en Cuba era reunirse a jugar la brisca. «Se reunían con amigos, que la mayoría eran asturianos viviendo en Cuba a jugar la brisca y a recordar historias vividas aquí», y continúa: «mi bisabuela nos enseñaba canciones de su época de joven, de aquí de Asturias, vocablos asturianos. En otras palabras, fuimos criados sintiendo Asturias en particular como nuestra segunda tierra», comentó.
Pero la historia de Lourdes y sus padres tiene final feliz. Hace pocos meses decidieron venir a vivir a Asturias. «Y desde que llegamos nos hemos sentido en casa, nunca nos sentimos extranjeros en esta tierra que de alguna manera siempre fue nuestra por medio de mis abuelos», señaló.
Otra historia de feliz retorno es la que protagoniza el gijonés Diego Peñalver, quien junto a su esposa Laura Fernández y a sus dos hijas, retornaron a Asturias este año desde Holanda. Estuvieron viviendo en Amsterdam diez años, desde 2015. «Yo quería cambiar de aires y tenía 25 años. En ese momento deseaba irme a un país con una cultura totalmente distinta a la nuestra. Siempre me llamó mucho la atención Amsterdam como ciudad. Me di cuenta de que era un lugar en el que yo podía verme viviendo. Me gustaba mucha la cultura, la forma de vivir de los holandeses y su mentalidad», contó.
De hecho, en Amsterdam Diego y Laura consiguieron empleos estables y lograron desarrollar su carrera profesional. Incluso, en esa ciudad, nació la primera hija de ambos: Alma. «Nos enamoramos de Amsterdam, pero aún así nunca olvidamos Asturias. Sobre todo yo. Siempre tuve a Asturias en el alma, y quería que mis hijas estuvieran cerca de mi familia. Al final la tierrina siempre te llama», comentó.
Pero, ¿cuál fue el punto de inflexión para Diego y Laura?. ¿Por qué tomaron la decisión de retornar?. A estas preguntas Diego asegura que «no fue nada fácil tomar la decisión de volver porque ambos teníamos una muy buena vida en Holanda. Pero cuando mi esposa quedó embarazada de nuestra segunda hija, eso fue lo que lo cambió todo», relató Peñalver.
Añadió que «cuando Laura quedó embarazada por segunda vez de nuestra bebé, que nació en julio de este año, nos sentamos y pensamos: ¿realmente queremos seguir estando lejos de la familia? o nos gustaría que nuestras hijas se criaran en Asturias», se preguntaron.
La respuesta fue clara y sin dudas. Diego y Laura decidieron volver a Asturias para que sus dos hijas no se perdieran «la oportunidad» de conocer esta maravillosa tierra. «A veces, cuando me pregunto si hice lo correcto o me recuerdo de Holanda, cojo el coche y me voy a admirar estos paisajes verdes que tiene nuestra tierra, esa paz que te genera, y entonces me doy cuenta de que hice lo correcto», afirma.
Ahora el sueño de Diego es poder compartir todo lo que sabe y lo que pudo aprender en Holanda sobre hostelería y turismo. «Tengo mi propio emprendimiento como consultor y formador especializado en hostelería y liderazgo», comentó.
Mientras tanto, Laura se dedica a «conectar familias con la naturaleza» mediante la realización de talleres, juegos y experiencias al aire libre. Aunque, más allá de las expectativas laborales, ambos son claros en afirmar que «aquí somos felices».
De México a Villaviciosa
Y en la capital de la manzana, en Villaviciosa, se han instalado recientemente Rafael Rodríguez, nieto de asturianos, junto a su esposa e hija, que llegaron a Asturias desde México. Desde entonces se han sentido «muy acogidos y felices» en la localidad maliaya. De hecho, las ganas de surgir en Asturias son tantas, que Rafael ya tiene entre manos un proyecto de emprendimiento de hostelería y hospedaje rural que espera poder poner en marcha pronto. «Asturias es una tierra de oportunidades y por eso nos vinimos desde México. Además, de aquí vienen mis raíces, y aquí quisiera poder prosperar y tener un futuro para mí y mi familia», explicó.
Sus ganas son las mismas que tiene la cubana Damarys Hernández Carvajal, nieta de asturianos, y su hija Laura Gutiérrez. Ambas, que ahora viven en Oviedo, luchan por darle un futuro mejor a su familia. «Mi bisabuelo era asturiano y gracias a eso pudimos tramitar los papeles para salir de Cuba. Yo siempre quise conocer esta tierra porque sabía que podía tener mejores oportunidades aquí. Nunca es fácil emigrar a otro país, pero estamos muy agradecidos por el amor que nos han brindado los asturianos», contó Laura Gutiérrez.
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