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«Este año será peor que el anterior»

Hostelería. La justicia vasca da una leve esperanza a un sector «con el agua al cuello». Pero el camino es arduo: «Todavía pagamos un montón de gastos».

YAGO GONZÁLEZ

Domingo, 14 de febrero 2021, 01:41

Han tenido que ser tres jueces del País Vasco (Luis Ángel Garrido, María Josefa Artaza y José Antonio González) los que, un año después del comienzo de la pandemia, regalen aunque sea un atisbo de esperanza a uno de los sectores más castigados en estos doce meses: los hosteleros. Pero el auto judicial vasco, que por primera vez cuestiona desde un tribunal la idoneidad de cerrar bares y restaurantes para contener el virus, no es todavía medicina suficiente para consolar a unos profesionales que encaran 2021, si cabe, con más incertidumbre. Los hastiados dueños de seis emblemáticos establecimientos de Asturias ofrecen su perspectiva sobre el camino que han recorrido y el que tienen por delante.

Elio Fernández Ferpel (Coaña)

«Estamos cancelando eventos que teníamos previstos para 2022»

Cuando él tenía cinco años, los padres de Elio Fernández Peláez (Ortiguera, 1985) abrieron Ferpel sin más pretensiones que el de ganarse la vida: una parrilla con churrasco y menú del día. Ya desde pequeño anduvo entre fogones y, tras adquirir experiencia (Suiza, Madrid, Valencia, Pastrana...) tomó las riendas del negocio familiar hace catorce años, insuflándole un aire renovador que le ha convertido en una referencia del producto de mar en la región. Pero ahora las cosas están difíciles, y eso que el concejo de Coaña tiene la 'suerte' de no estar confinado. «Íbamos a abrir, pero como hubo brotes cercanos, decidimos no hacerlo», cuenta Elio, que asegura que su empresa «era muy solvente» hasta la aparición de la covid: «Se nos están anulando ya eventos para 2022. Creo que este año que acaba de empezar va a ser incluso más difícil que el anterior, porque muchos negocios arrastramos más deuda y, debido al miedo y al desánimo, la gente está consumiendo mucho menos». El hostelero confiesa que él dejó de cobrar el año pasado para contribuir a sacar adelante el local.

Casa Zabala. Pedro Santos, Ricardo Veira, Claudia Martín de la Leona y Eduardo Valencia en Casa Zabala, uno de los históricos rincones del barrio gijonés de Cimavilla. A un paso de celebrar su centenario (fue fundado en 1923), desde marzo de 2019 el establecimiento está en manos de Eduardo Vigón, procedente de La Playa, en Tazones. JUAN CARLOS TUERO

Eduardo Vigón Casa Zabala (Gijón)

«No sabemos cuándo vamos a dar salida a los productos»

Fundado en 1923, Casa Zabala es uno de los espacios históricos del barrio gijonés de Cimavilla. Tras cuatro generaciones, el restaurante pasó en primavera de 2019 a manos de Eduardo Vigón (Villaviciosa, 1978), que hasta entonces regentaba el exitoso La Playa, en Tazones. La ilusión de los nuevos dueños se ha visto truncada por la pandemia. «Estamos subsistiendo, la situación es muy complicada», asegura Eduardo, que indica que la crisis sanitaria les ha infligido una caída de facturación «de aproximadamente el 70%». «Tenemos mucho vino en 'stock', y con los cierres y los cambios continuos no sabemos cuándo vamos a dar salida a los productos», lamenta. «Tenemos una terraza con 30 plazas, pero lo cierto es que no estamos acostumbrados a servir sólo en terraza», admite Eduardo, que señala que no ha participado demasiado en las protestas del sector: «Cada uno se defiende como puede».

La Consistorial. José Luis Díaz Permuy y su hermano, Juan Manuel, llevan desde 1988 en el negocio hostelero. Aunque tienen cinco locales en Mieres, su buque insignia es La Consistorial, en pleno centro de la localidad. Aseguran que es la primera vez en su carrera profesional que tienen deudas. DAMIÁN ARIENZA

Juan Díaz Permuy La Consistorial (Mieres)

«Esta situación nos impedirá jubilarnos, ahora subsistimos con ahorros»

Los hermanos Díaz Permuy, Juan Manuel (Turón, 1960) y José Luis (Turón, 1963) , son una institución en Mieres desde que en 1988 abrieron su primer local. Desde 1995 su buque insignia es La Consistorial, en la plaza de la Constitución. De los cinco establecimientos que regenta la familia, sólo tienen uno abierto, con diez mesas disponibles. «Esto no tiene nombre, esta situación nos va a impedir que nos jubilemos», asegura Juan Manuel, que remarca que es la primera vez desde 1988 que él y su hermano tienen deudas, por lo que están «con el agua al cuello». «Los ingresos han caído como mínimo un 80%, pero seguimos teniendo un montón de gastos fijos. En La Consistorial, por ejemplo, pago la mitad de la renta, pero en el resto de locales pago el total», explica. A finales de marzo obtuvieron un préstamos de 180.000 euros del que ya han gastado todo: «Ahora estamos subsistiendo con ahorros».

El Retiro. En 1981, el abuelo de Ricardo Sotres abrió este restaurante de Pancar, a tres kilómetros de Llanes. Las innovaciones del hostelero le han hecho merecedor de una estrella Michelin. XUAN CUETO

Ricardo Sotres El Retiro (Llanes)

«Sin los clientes del País Vasco, Cantabria y Asturias, no me compensa abrir»

Ubicado en una casa de 140 años de antigüedad en Pancar, a tres kilómetros de Llanes, El Retiro fue inaugurado en 1981 por el abuelo de Ricardo Sotres (Oviedo, 1985), que éste gestiona desde hace una década, habiéndose apuntado una estrella Michelin en el medallero. La distinción, otorgada en 2014, situó El Retiro en el mapa gastronómico nacional, por lo que hasta la llegada de la pandemia era uno de los establecimientos más buscados por los visitantes de fuera de la región. Ya antes del confinamiento del concejo de Llanes (superado el jueves), Sotres había decidido cerrar también el negocio: «Al no poder venir clientes del País Vasco, de Cantabria ni del resto de Asturias, pues no nos compensaba abrir con tanta limitación». Ricardo admite que «el verano salvó un poco los muebles», pero define como «muy conformista, casi masoquista» el gremio al que pertenece: «Parece que nos conformamos sólo con que nos dejen trabajar». Reclama que España haga «como Alemania, Francia o Portugal, donde se están dando ayudas de verdad». «Mis ingresos han caído prácticamente a la mitad, pero los gastos siguen llegando: luz, agua, impuestos, pagos del banco...», dice el chef, que recuerda a las autoridades que «en Asturias la gastronomía es un punto muy fuerte, y preservar la gastronomía es preservar la cultura».

Justo García Sidrería Yumay (Avilés)

«Las ayudas son de risa, es como si te mueres de hambre y te dan una pipa»

Justo García (Pola de Allande, 1959) se hizo en 1995 con la Sidrería Yumay, un negocio familiar nacido en 1975. El coronavirus es, sin duda, la situación más difícil a la que se ha enfrentado el gerente de este amplio comedor con 160 plazas («y eso que sufrí bastante la crisis económica», dice). «Este año cada vez lo veo peor, no se toma ninguna decisión firme. Nos cierran las puertas, pero los recibos y los impuestos nos siguen llegando. Aquí en Avilés cerraron el 19, y desde entonces ha habido que pagar la Seguridad Social, los autónomos, las nóminas de los empleados, el IVA, el IRPF... ¿Se puede saber quién toma decisiones? ¿Quién nos dirige?», se lamenta Justo, que cifra el desplome de sus ingresos «entre el 70% y el 80%». ¿Y las ayudas? «Las ayudas son de risa, tanto las municipales como las del Principado. Es como si estás muerto de hambre y te dan una pipa. ¿Qué puedo hacer yo con una prestación de 400 euros o de 1.500, afrontando gastos sin poder trabajar?».

Miguel García El Raitán (Oviedo)

Energía para hacer frente a las dificultades en Trascorrales

Fundado en 1983, El Raitán, en la plaza de Trascorrales, es uno de los locales más representativos del Oviedo Antiguo, lleno del sabor de la clásica gastronomía asturiana. El jefe desde hace años es Miguel García, 'Miguelo', un hombre enérgico que combina su trabajo en hostelería, con más de cuarenta años de experiencia, con sus dotes interpretativas, encarnando algunos papeles en cine y televisión. Al igual que en todo el concejo ovetense, El Raitán solo puede abrir las terrazas durante estos días, pero en las horas del aperitivo y la comida el establecimiento muestra una actividad intensa, al igual que la mayor parte de terrazas del casco viejo de la capital. Pero no es lo mismo para un icono que ha tenido sentadas a su mesa a celebridades de todo tipo, incluido Woody Allen, que probó ahí la fabada.

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