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Camino de la localidad de Setienes, en Valdés, donde se halló el cadáver. En la imagen, Diego Ruiz Suárez. C. B.

La extraña muerte de Diego

Diego Ruiz nació en Madrid hace 33 años, pero vivía con su tía en Trevías. Su cadáver fue hallado el 22 de agosto en un camino de Setienes, a tres kilómetros de Luarca

Carlos Bernal

Martes, 29 de agosto 2023, 00:44

Muchos vecinos de Valdés se siguen preguntando todavía qué fue lo que le ocurrió realmente a Diego Ruiz Suárez durante sus últimas horas de vida. Su cadáver fue encontrado el pasado 22 de agosto, en un camino en la localidad de Setienes, a solo tres kilómetros de la villa de Luarca.

«En la vida ha pasado algo igual por aquí, parece una historia de película o un suceso de los de Madrid o Barcelona», decían ayer, aún con el susto en el cuerpo, los parroquianos de Setienes, sobre el hallazgo del cadáver de Diego, un joven que ni conocían ni habían escuchado nunca hablar de él.

Diego Ruiz Suárez, de 33, años era poco conocido en el concejo de Valdés, ya que hacía tan solo unos años que residía en su capital, Luarca. Aunque provenía de una familia luarquesa, nació en Madrid. Al parecer, el joven de 33 años había vuelto al pueblo de sus ancestros seducido por sus orígenes asturianos, instalándose en casa de su tía, vecina de la localidad valdesana de Trevías. Las redes sociales del fallecido presuponen que, efectivamente, Diego descubría solo, y recientemente, los mágicos paisajes de la tierra de sus antepasados, en compañía de su mascota, un perro al que había bautizado 'Rayo'.

Su familia materna, la familia Gamonal, es oriunda de Luarca, además de muy conocida por las gentes de Valdés, debido a los comercios que regentaron en la villa durante la segunda mitad del siglo XX. El bisabuelo de esta saga se hizo después de la guerra con el local que hace esquina con la calle del Crucero, junto al río Negro, abriendo una bodega de vinos. La abuela de Diego Ruiz, al heredar el negocio, instauró allí una tienda de ropa. La tercera generación de los Gamonal se deshizo del establecimiento y la madre del joven se mudó definitivamente a Madrid, donde nació Diego en 1990.

Los pocos luarqueses que le conocían dicen de él que era un chico solitario, que poco o nada se dejaba ver por los bares y restaurantes de la capital valdesana. Aseguran que, si le veían por el centro o en el puerto de Luarca, solía ser subido a su monopatín y con los cascos de música en las orejas.

Era un apasionado del rap y del skate, afición que practicaba siempre junto a su fiel mascota, Diego deambulaba de lado a lado de la villa y por las montañas y playas de su alrededor, compartiendo en sus perfiles en las redes sociales con sus amigos madrileños sus descubrimientos del paraíso natural.

Los hosteleros de la villa de Luarca aseguran de que si Ruiz entraba a algún bar, no era por mucho tiempo, solía hacerlo para preguntar por 'Rayo', al que acostumbraba a llevar sin correa, por lo que alguna vez se despistaba y perdía el rastro del monopatín de su dueño. «No era de bares, tampoco de frecuentar grandes grupos de gentes, era simpático, tímido, no parecía mal chaval», dicen algunos de los camareros que conocían, de vista o de cruzar alguna palabra, al madrileño, recién llegado a Luarca.

El hallazago de su cadáver en Setienes mantiene en estado de shock a todo el concejo de Valdés. «Se me pone la piel como escarpias», comentaba ayer uno de los vecinos de la localidad valdesana.

El pasado viernes, tras cuatro días de investigación, el juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Luarca, decretó el secreto de sumario. El sábado, sus familiares pudieron despedirse de Diego. Ese día tuvo lugar el funeral en la iglesia de Luarca y, posteriormente, su cuerpo fue enterrado en el cementerio.

Sin embargo, todavía ayer los habitantes de Luarca y sus aledaños buscaban respuestas a la pregunta ¿Cual fue la causa de la muerte de Diego Ruiz?. Una pregunta que ahora forma parte, por un lado, de la investigación a puerta cerrada de la Guardia Civil y, por otro, del imaginario colectivo de los vecinos de este concejo, que buscan por su cuenta una explicación al trágico desenlace de la vida de Diego.

Los habitantes de Luarca y de Valdés siguen preocupados por este suceso, del que muchos consideran insuficiente la información revelada por las fuentes oficiales que investigan el caso, que sigue su curso aunque a puerta cerrada. Su muerte sigue siendo un misterio.

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