La cápsula salvavidas
Cámara hiperbárica ·
La madre y el niño intoxicados en su vivienda de Grado salvan la vida y ya están en el HUCA gracias a la cámara hiperbárica de Valdecilla, la única del norteUna dosis de oxígeno puro en una cápsula blindada con la misma presión que si nos sumergiéramos en un submarino a doce metros de profundidad. Ese es el efecto que se consigue dentro de una cámara hiperbárica, crucial para limpiar el monóxido de carbono de la sangre en los casos graves de intoxicación, como el accidente ocurrido hace ocho días en Grado, que le costó la vida a un padre de familia. Su esposa y el hijo menor, de 9 años, afectados de forma grave por esa inhalación silenciosa fueron derivados al Hospital Valdecilla (la hija, de 11 años, fue ingresada en el HUCA), el único del norte del país que dispone de este equipamiento, lo que le convierte en referente y destino de derivación de todas las comunidades de alrededor. «El número de pacientes atendidos al año está en torno a 160 programados y 120 urgentes. Aproximadamente un tercio de ellos son de otras autonomías, la mayoría de Castilla y León (40%), Asturias (35%) y País Vasco (14%), aunque hemos tenido pacientes también de Navarra, La Rioja, Aragón y Extremadura», explica Juan Carlos Rodríguez Borregán, jefe de servicio de Medicina Intensiva, en el que está integrado este tratamiento.
Como en ese último suceso, hay vidas que dependen del éxito de esta terapia de choque para contrarrestar la falta de oxígeno y sus consecuencias. A veces, la única salvación posible. Prácticamente, uno de cada tres pacientes que se introducen en este gran cilindro hermético precisa compensar los efectos de un escape de gas, que empobrece la sangre, dejándola sin oxígeno, poniendo en peligro el funcionamiento de órganos vitales. «No solo se utiliza en casos agudos, también en aquellos leves-moderados en los que puede aparecer un daño neurológico más tarde, fruto de esa falta de oxigenación, esta terapia ayuda a prevenir ese daño tardío», subraya.
Aunque la cámara hiperbárica tiene también otras prestaciones: «Quizás la más conocida sea para tratar accidentes en el desarrollo de actividades submarinas: industriales, deportivas o militares». Es por eso que buena parte de las máquinas disponibles en España están integradas en hospitales militares, como los de Ferrol, Zaragoza o el Gómez Ulla, de Madrid, o próximos a zonas costeras, caso de Reus, en Tarragona, Barcelona, Castellón, Mallorca, Cádiz o Tenerife. Para los buceadores, el aumento de la presión hace que disminuya el tamaño de las burbujas de gas que taponan arterias y venas, mejorando así el riego sanguíneo. Actualmente, los accidentes descompresivos representan apenas un 2% de los tratamientos que se realizan en la unidad de Valdecilla. Pero además, añade Rodríguez Borregán, estamos ante «una terapia muy útil para tratar tejidos dañados de forma crónica, como puede ocurrir con las sesiones continuadas de radioterapia –el 20% de las indicaciones–. O para la recuperación de úlceras (otro 11% del total). Este extra de oxígeno revitaliza la zona y ayuda a la cicatrización». E incluso es una alternativa terapéutica para abordar la sordera súbita o las complicaciones del pie diabético. Entre unos motivos y otros, la cámara hiperbárica de Valdecilla ha tratado a más de 6.200 personas desde su puesta en marcha en 1982. Aunque la máquina actual fue renovada en 1993 gracias a una donación de la Fundación Botín y se actualiza de forma periódica. Es más, según explica el jefe de servicio, tras la última puesta al día sólo se mantiene el armazón, todo lo demás se ha ido renovando.
«En los últimos años la actividad ha aumentado de forma notable y es previsible que siga aumentando. Solo las urgencias han pasado de 34 pacientes en 2015 a más de 120 el año pasado», indica Rodríguez Borregán.
Disponible 24 horas
Las sesiones de tratamiento tienen una duración de hora y media –funciona cada mañana de lunes a viernes para citas programadas y está operativa para las urgencias todos los días del año–. El número depende del motivo y la evolución de cada paciente. «Puede bastar con una, pero otras veces necesitan dos o tres». La ventaja que tiene la cámara hiperbárica de Valdecilla es que «es la única multiplaza integrada dentro de un hospital», con capacidad para acoger de forma simultánea hasta catorce personas en su habitáculo, una estructura metálica de forma cilíndrica con pequeñas ventanas redondas y asientos a ambos lados del pasillo central. Y como son replegables, con la opción de poder recibir tratamiento también en camilla, como ocurre con los casos de mayor gravedad.
«Algunos centros tienen cámaras monoplazas, que son como sarcófagos, pero la utilidad no es la misma», precisa el médico. En la de Valdecilla, el paciente siempre entra acompañado de una enfermera, que se encarga de ponerle bien la máscara por la que va a recibir ese impulso extra de oxígeno puro en un ambiente hiperbárico, es decir, con una presión superior a la normal. Es un tratamiento indoloro, en el que lo más que se percibe es la molestia en el oído cuando aumenta esa presión, de forma similar a cuando se sube un puerto o se viaja en un avión al coger altura. Durante ese 'viaje' de 90 minutos dentro de esta nave estática se consigue una explosión de oxígeno en el organismo, que limpia la sangre y ayuda a las células a regenerar los tejidos dañados.
Y eso es, precisamente, lo que ha permitido a Covadonda López-Acevedo y su hijo experimentar una mejoría suficiente como para que el resto del proceso de recuperación lo pasen ya en el HUCA, junto a la hermana mayor, que también mejora.
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