Borrar
¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Don Gabino, de niño, cogido de la mano de su hermana Paquita, y con su padres, María Paz Pascuala Merchán Gouvert y Gabino Díaz-Toledo Martín-Macho. FOTOS: ARZOBISPADO DE OVIEDO Y ARCHIVO DE EL COMERCIO

La huella de un gran hombre

La trayectoria vital y espiritual de Gabino Díaz Merchán llegó a Asturias marcada por otros destinos cruciales: Mora, Comillas y Guadix. En ellos se forjó la vocación y el talante del recordado arzobispo emérito de Oviedo

Domingo, 19 de junio 2022, 03:57

El pasado viernes los restos mortales de monseñor Gabino Díaz Merchán entraban a reposar en la capilla de Covadonga de la Catedral de Oviedo. Se cumplía así el deseo expresado por el arzobispo emérito de descansar al amparo de la Santina, la patrona del Principado que le recibió en su santuario el 20 de septiembre de 1969 al hacerse cargo de la archidiócesis ovetense. Aquella primera misa oficiada en la Santa Cueva le abría las puertas de la que iba a ser su tierra de adopción hasta el final del camino. Su más de medio siglo residiendo entre nosotros como un asturiano más desde entonces y las tres décadas largas en que lo hizo ejerciendo su labor episcopal es posible que le asocien en el imaginario de generaciones de asturianos como una figura inseparable del devenir contemporáneo de la región. Lo ha sido realmente, pero el recordado obispo al que su sucesor don Jesús Sanz Montes encomendaba en su sepelio a «que la Santina, a la que tan tiernamente amó, le acompañe en este su último viaje», había recorrido antes de su llegada a Asturias pasos cruciales que marcarían para siempre su vida.

Nacido en la localidad toledana de Mora, con apenas diez años le tocaría vivir el drama de la guerra civil española en primera persona, cuando sus padres, dos modestos comerciantes locales, fueron 'paseados' por elementos incontrolados de izquierda en agosto de 1936. Díaz Merchán evocaba el terrible episodio en una entrevista con el director de la revista 'Vida Nueva', José Lorenzo, en 2008: «Fueron a por mi padre, que era un pequeño empresario. No era un potentado ni adinerado, ni un líder político. Era miembro del Partido Republicano Democrático por afinidad con Hipólito Jiménez, abogado en Madrid y amigos desde la infancia. Dijeron que lo llevaban al Ayuntamiento, y mi madre quiso acompañarlo, pero en realidad no iban allí, sino a la cárcel.(...) Los fusilaron en la carretera que va de Mora a Orgaz, cerca del cementerio de este pueblo». Tras relatar esos hechos, el prelado desvelaba cómo la vocación religiosa le había ayudado a superar el rencor hacia los causantes de la tragedia: «Siendo ya seminarista y sacerdote, mi actitud interior, gracias a Dios, evolucionó siempre a favor de la paz social y la concordia, no participar en odios ni venganzas y estar dispuesto a ayudar a todos los que me necesitaran». En 1941, tras asistir en su pueblo a la ordenación de un grupo de nuevos tonsurados, decidió ingresar en el Seminario de Toledo para seguir sus pasos.

Don Gabino completó su formación eclesiástica en la Universidad Pontificia de Comillas, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía y el doctorado en Teología. Allí se ordenaría sacerdote en el verano de 1952. El actual decano de la Facultad de Teología y Derecho Canónico, el jesuita asturiano Francisco Ramírez Fueyo, rememoraba para EL COMERCIO la importancia que tuvo el paso de Díaz Merchán por las aulas de la institución académica y expresaba su convicción de que «las raíces de su profundidad pastoral, de su inquietud espiritual e intelectual hay que buscarlas, en parte, en los años de estudio y formación en su alma mater que fue Comillas». Admirador y conocedor a fondo de la trayectoria de Díaz Merchán, el canonista tenía palabras emocionadas para su recuerdo: «Fue mi arzobispo durante toda mi infancia y juventud, el obispo que me confirmó en Oviedo y, en la misma ciudad, me ordenó sacerdote en 1996. No sé cuánto, pero creo que mi vocación sacerdotal y jesuita debe mucho al modelo de Iglesia que don Gabino transmitía: cercana, pastoral e intelectual a la vez, abierta al diálogo, misionera». De su inquietud espiritual y apertura de mente destacaba los propios asuntos sobre los que versaron su tesina en Comillas. «Incorporaba a la reflexión filosófica los últimos descubrimientos de la física atómica y la tesis con la que se doctoró lleva el título: 'El magisterio de la Iglesia en el método de la teología, a la luz de la doctrina de Pío XII', y en ella abordaba una cuestión crucial, como es la relación entre reflexión teológica y el magisterio de la Iglesia». Con su muerte, afirma Ramírez Fueyo, «la Iglesia española pierde a uno de los protagonistas de la profunda renovación que trajo el Concilio Vaticano II, y la Iglesia de Asturias a un pastor muy querido».

Otro momento crucial en la biografía de Gabino Díaz Merchán fue su designación con apenas 39 años como obispo de la diócesis de Guadix-Baza (Granada) en julio de 1965, convirtiéndose en el prelado más joven de Europa. Su consagración en la plaza de las Palomas de la ciudad accitana el 22 de agosto de ese año fue un acontecimiento de cuyo impacto social daba cumplida cuenta en su tierra natal la crónica recogida por la revista toledana 'Provincia', en la que se describía con el estilo grandilocuente de la época: «La ceremonia, larga, de más de tres horas, no cansó; sin embargo, a los muchos millares de asistentes que abarrotaban el recinto y las calles afluentes, y que con el pequeño ritual en la mano siguieron los ritos paso a paso, hasta saturarse del augusto significado de la imposición de las manos sobre el obispo electo, de la unción de su cabeza y de sus manos; de la entrega del báculo, del anillo y la mitra».

El nuevo prelado dirigió la sede de Guadix durante cuatro años, un periodo breve pero en el que dejaría honda huella, como manifestaba en conversación con este diario el actual obispo de la diócesis, Francisco Jesús Orozco: «Don Gabino aún hoy es muy recordado y querido aquí. Eran tiempos difíciles pero fueron muchas cosas las que impulsó en esta diócesis. Como es sabido, participó en la última sesión del Concilio Vaticano II y fue en Guadix donde aplicó los primeros acordes de esa mirada joven que necesitaba la Iglesia. Fue un hombre muy conciliador a nivel político en esa última etapa de la dictadura franquista. Él había vivido experiencias personales en su vida de lo que significó el drama de la guerra civil y fue un gran impulsor en toda esta zona de la reconciliación, el diálogo y la comunión entre todos».

Orozco resaltaba el paralelismo de los itinerarios vitales de Diaz Merchán y el Padre Poveda: «Estos días un vecino me contaba su última visita a don Gabino en la Casa Sacerdotal de Oviedo y cómo él le había dicho: 'Me acuerdo mucho de Guadix y del barrio de Las Cuevas'. Allí en las Cuevas trabajó Poveda con los pobres y su institución teresiana antes de ir con su obra a Asturias y a Covadonga. A don Gabino le gustaba recordar que él había seguido los mismos pasos que San Pedro Poveda hasta la Santina». El capítulo vital y espiritual que iniciaba entonces Monseñor Gabino Díaz Merchán ante Nuestra Señora de la Cueva ya es parte inolvidable de la historia viva de Asturias.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio La huella de un gran hombre

La huella de un gran hombre