-kCgH-U220581547022aoH-1200x840@El%20Comercio.jpg)
Ver 91 fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver 91 fotos
Llevaba cuarenta años subido encima del 'Silvino Marqués', una de las reliquias de la tradición más pixueta y que, desde entonces, cada 29 de junio, se convierte en el escenario del acto central de las fiestas de San Pedro: l'Amuravela. El popular pregón, con el que se hace repaso al año en pixueto, el habla de la villa de Cudillero, de esta edición ha sido, sin duda alguna, el más entrañable. Cesáreo Marqués, quien ha recitado el sermón de los últimos cuarenta años, además de ser el autor de los versos en los últimos treinta, se subió este sábado por última vez a bordo del 'Silvino Marqués' para 'echar' su última amuravela. El año que viene la seguirá escribiendo, pero será el popular hostelero pixueto, Juan Luis Fernández, propietario de La Paloma, quien ponga al día a San Pedro de lo acontecido durante el año con la fina ironía pixueta.
Con casi media hora de retraso, llegaba a la plaza de la Marina San Pedro con su séquito de santos que le acompañan en la iglesia de Cudillero. Todos ellos escoltados por escuadras de Moros y Cristianos llegados de Onil, Alicante, invitados este año por el Ayuntamiento pixueto. Entre las autoridades se encontraba, además del alcalde, Carlos Valle, el presidente de la Junta General, Juan Cofiño, y el del Principado, Adrián Barbón. Y precisamente a este último le dedicó unos versos Cesáreo Marqués en su última amuravela: «Pa dispidir el añu ya dicii unas palabras a todus lus asturianus, el prisidenti Barbón, que por ciertu, ta más flacu, iligiu Cudidiru pa faceli d'escenariu», dijo, rompiendo uno de los primeros aplausos de los asistentes que abarratoran la plaza. Y aquí, insistiendo en el éxito que la dieta a la que se ha sometido el presidente, improvisó para, dirigiéndose a él espetarle: «Tas muy guapu, mi neñu. ¡Pónte de pie que te vea la xente!», le pidió Marqués. Barbón atendió la petición, se levantó y el publicó le aplaudió.
Arrancó Cesáreo Marqués su sermón informando a San Pedro que la de este año sería la última vez que echaba l'Amuravela. «Y amás digutilu en seriu, ya non comu el tou tocayu, que amagöu con dispidisi ya'l llunis golveu curriando», recordando el periodo de reflexión que se tomó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Tras repasar lo acontencido en el año en la villa pixueta, Marqués dio cuenta a San Pedro, apostado a su izquierda, de lo ocurrido en España y el mundo.«Y, patrón santu, si el anterior tábamus mal, el pasau impioramus. Nun basta con Putin mitiandu ripiru en cuarpu con aminazas atómbicas que agora en Urianti Próximu outra guerra imprimiarun. Somus más pior qu'Herodis ya Pilatus axuntaus, mientras matan inocentis tamos llavandu las manus», dijo Marqués.
A continuación centró parte de l'Amuravela en analizar la situación economómica. Cesáreo Marqués culpa a la «'Lagarta' esa –por Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo– que en los cuartus tian el mandu. Subi ya baxa lus tipus ya fainus probis sin dualu».
Milei y la «neña'l exurcista» Y Milei también tuvo su tiempo en l'Amuravela, el presidente de Argentina que «cuandu fala dami hasta nouxu mirallu. Co'l despañau que mi trai ya lus guayus ribiraus, la neña'l exurcista risulta guapa'l so llau». No quiso Marqués seguir «falandu d'esti paisanu», no vaya a ser que venga a Cudillero «ya nun apare de insultanus dandu vocis comu'n llocu co la mutusiarra en manu».
Las últimas estrofas las dedicó Cesáreo para despedirse del santo patrón pixuato y de los vecinos. Y con más sentimiento que nunca gritó, más fuerte que nunca, los versos con los que siempre acaba l'Amuravela: «¡Mientras Cuideiru viva y duri la fuenti'l cantu, va San Pedru a la Ribera con todus lus demás santus!».
Los asistentes despidieron con una larguísima ovación a quien recibió hace cuarenta años el testigo de Totó, historia viva de l'Amuravela, y ahora se lo da a Juan Luis Fernández.
Hace cuarenta años que Cesáreo Marqués se subía a la lancha para echar l'Amurevela. El año anterior lo había hecho por última vez Juan Luis Álvarez Bravo, 'Totó', quien se encargó de poner voz durante décadas a los versos que salían de las manos de Elvira Bravo, su madre. Los nervios que Cesáreo, entonces con apenas 26 años, sintió aquella primera vez los volvió a vivir este sábado, cuando a bordo del 'Silvino Marqués', la lancha que durante años patroneó su padre, recitó su último sermón.
Han sido, desde aquella primera vez, más de 30.500 los versos que pronunció Marqués. Todos ellos memorizados, que sin duda «es lo que más trabajo lleva». De esa tarea, la mnemotécnica, se encargará el próximo año Juan Luis Fernández, propietario del restaurante La Paloma. Pero l'Amuravela seguirá saliendo de la cabeza y de las manos de Cesáreo Marqués, porque, como este sábado se comprometió ante los asistentes, «mientras pueda, seguiré escribiéndola», asegurando así la pervivencia de una tradición que Elvira Bravo, primero, 'Totó', después, y Cesár Marqués desde entonces han logrado convertir en una seña de identidad pixueta y de asturianía.
Publicidad
Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Gonzalo Ruiz y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Samantha Acosta | Gijón
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.