Borrar
Directo Joao Pedro aumenta la carnicería del Chelsea ante el PSG
Movilizaciones. Protesta contra el cierre en 2010. NEL ACEBAL

Una década sin fábrica de caramelos

Cierre. La factoría de Chupa Chups fue una «institución» en Villamayor durante 53 años. Desde su marcha, se han perdido negocios, empleos e incluso población

GLORIA POMARADA

Viernes, 22 de enero 2021, 00:53

Un viernes de enero de hace justo una década, la industria comenzaba a transformarse en historia en el pueblo piloñés de Villamayor. La cuna del caramelo con palo veía partir definitivamente a su fábrica emblema, Chupa Chups, tras 53 años de producción ininterrumpida en la localidad. Sus orígenes se remontan a la antigua factoría de Granja Asturias, adquirida en los años 50 por el catalán Enric Bernat, creador de la popular golosina que hasta finales de los 60 se fabricó exclusivamente en Villamayor. El vínculo con el pueblo piloñés, que nutrió a la empresa de mano de obra durante décadas, no pudo sin embargo con los intereses económicos. En junio de 2010 la compañía Perfetti Van Melle, que cuatro años antes había adquirido el negocio a la familia Bernat, anunciaba un cierre que terminaría materializándose el 21 de enero siguiente, jornada en la que se paraba la única línea de producción que permanecía en marcha. Los trabajadores que aún se mantenían en sus puestos abandonaban ese día la instalación entre la pena y la rabia, algunos incluso quemando sus trajes de faena y arrojando sus zapatos a los cables del entorno de la factoría.

Aquella protesta final venía precedida de meses de una «agonía» que dejó en Villamayor una herida aún abierta. «Fue una pérdida de puestos de trabajo, pero también de expansión para el pueblo», señala Andrés Rojo, alcalde-presidente de la parroquia rural. Mencionar el nombre de Villamayor, recuerda, era sinónimo de caramelos. Tan arraigados estaban en la vida de la localidad que incluso la lluvia se podía predecir por su olor, pues el viento sur arrastraba su aroma por las calles en un signo inequívoco de que se esperaban precipitaciones. «Aquí era una institución», asume el alcalde.

Tanto era así que para salvar a su buque insignia de la deslocalización los vecinos se volcaron en unas movilizaciones sin precedentes. «La lucha fue importante y hubo gente que lo pasó mal», recuerda Rojo. Sin embargo, ni las manifestaciones, huelgas, negociaciones sindicales y presiones por parte del Principado surtieron el efecto esperado. El grupo italo-holandés cumplió con su amenaza de trasladar la producción a Cataluña, según indicaron entonces por falta de rentabilidad.

La decisión dejaba en el aire los empleos de 120 trabajadores fijos y otros cien eventuales. La propuesta de la compañía fue trasladar a la mitad de la plantilla indefinida a la fábrica barcelonesa de Sant Esteve de Sesrovires. Solo trece personas aceptaron. «Era inviable, ¿cómo vives con el sueldo en Barcelona? ¿Cómo me iba a ir yo con 47 años que tenía?», evidencia el alcalde, que trabajó durante 16 años en la fábrica, hasta su cierre. Para muchos, el motivo de no aceptar fue también familiar, pues su vida estaba en Asturias. «El trabajo no era solo aquí, era gente de toda la zona, hasta de Oviedo», indica Rojo.

Al impacto laboral, en Villamayor se sumó el asestado a su economía. «Solo hay que ver los negocios», señala Rojo. Hoy resisten una tienda de alimentación y tres de hostelería. «A nivel de la parroquia rural, la fábrica también dejaba buenos ingresos por el agua», indica. El presupuesto para 2021, que procede fundamentalmente de esa tasa, apenas supera los 37.000 euros. También en la demografía se notan los efectos del cierre, considera Rojo, pues «la gente lo que hizo fue marchar». De los 461 vecinos censados hace una década, la cifra se había reducido el pasado año a 375.

Nuevos usos

El lamento en la parroquia rural apunta además a las ayudas concedidas a una empresa que «no se amarró bien». «Ellos se llevaron el caramelo y aquí quedó el palo», dice el alcalde. Para las instalaciones de Chupa Chups se llegó a proponer una división en naves que permitiesen emprender negocios, pero su destino final ha sido el de almacén para la empresa de kiwis Vega de Aguín, dispuesta a «dinamizar» con un nuevo uso una de las industrias emblema de Piloña.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Una década sin fábrica de caramelos

Una década sin fábrica de caramelos