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El equipo formativo de El Prial, con el alcalde, varios alumnos, exalumnos y padres, y las hermanas Ana María y Raquel Sánchez, que donaron al centro esta máquina combinada de carpintería de 1949, del taller de su padre, Enrique Sánchez Martín. O. Villa

Medio siglo del corazón formador del oriente

El Centro de Formación El Prial comienza hoy a celebrar sus primeros 50 años con el desafío de «seguir construyendo en comunidad». Su labor de voluntariado, de servicios sociales y de desarrollo rural en los 14 concejos del oriente de la región es «tan importante o más que nuestra labor formativa»

Octavio Villa

Infiesto (Piloña)

Miércoles, 9 de abril 2025, 22:02

«Hoy no es Infiesto el que está de fiesta, es todo el Oriente de Asturias el que festeja los primeros 50 años de El Prial». Había entusiasmo esta tarde en el patio de acceso al Centro Formativo El Prial, con su doble ciclo de Formación Profesional de la Madera, que ha dado herramientas y habilidades para la vida a generaciones de piloñeses desde la casona del Marqués de Cobián (inaugurada en 1740 y que conserva bien el sabor de aquel siglo XVIII, con una capilla a su lado levantada en 1666 sobre los restos de un templo anterior y cuyo tamaño excede al de la mayoría de las iglesias parroquiales rurales de Asturias).

Pero la historia de El Prial no es la de un centro generado por la Administración y de titularidad pública. Es la de la unión y la iniciativa de un grupo de padres y de docentes que en los últimos meses de la dictadura veían en Piloña que se necesitaba dar un golpe de timón en el concejo. Lo relataba esta tarde uno de los formadores que dieron inicio al proyecto, Cándido Díaz González: «En aquel momento, en Francia estaban trabajando muy bien las Maisons Rurales, unos centros de formación profesional muy vinculados al territorio, sus recursos, sus materias primas y su actividad, y quisimos trasladar aquí un modelo que hoy tiene en Francia más de 400 unidades que siguen funcionando muy bien, y unas 1.200 en todo el mundo».

Cándido Díaz, en un clásico pupitre de escuela elaborado por los alumnos de El Prial. O. V.

De esta forma, El Prial nace con ese empuje autóctono en los últimos meses de 1975, con «cuatro ramas de formación: agraria, moda y confección, administración y comercio, y trabajos en madera. La evolución en los últimos años nos ha llevado a que ahora sólo tengamos los títulos básico y medio de FP de la madera, pero también hay que decir que ahora somos mucho más que eso».

Víctor Orviz, con la Casona del Marqués de Cobián a su espalda. A la izquierda, la ampliación para el internado. A la derecha, las dos fases de ampliación como aulario, todas obras levantadas bajo el auspicio de las monjas Carmelitas en los años 40 y 60 del siglo pasado. O. V.

Porque ahora es también un Centro de Desarrollo Rural y un Centro de Voluntariado y Participación Social. Y si la calidad de su formación profesional en madera está al nivel del mejor ebanista («en todos los polígonos industriales de Asturias hay hoy trabajando personas que se han formado aquí, y hay también exalumnos que tienen empresas madereras y de carpintería por toda la región», indica el formador Víctor Orviz, que todos los días se desplaza desde Gijón a Infiesto para compartir sus conocimientos con los chavales), el trabajo social que se centraliza en El Prial va mucho más allá, algo que reconoce tanto con su presencia como con sus palabras el alcalde de Piloña, el socialista Iván Allende. El primer edil, también maestro de formación, de profesión y de vocación, era esta tarde uno de los rostros más felices de la celebración.

Indicaba Allende que «si El Prial no existiese, lo tendríamos que inventr. Es la piedra angular de Piloña y, si quieres, de toda la comarca, por lo que aporta. Vertebra el territorio y es la punta de lanza de la comarca, y siempre que se les necesita, están ahí. Les queremos felicitar y desearles muchos éxitos, porque con ellos activos nos irá mejor a todos en esta comarca».

Alumnos, talleres en los pueblos y campamentos de verano

Ana Gloria Fernández Melendreras tomó el relevo de Cándido Díaz al frente de El Prial hace ya unos cuantos años. Pero este lugar tiene duende, enhechiza, como Salamanca, la voluntad de volver a él a quienes de la apacibilidad de su vivienda han disfrutado. Jubilado como lleva años, Cándido sigue siendo una de esas personas que le dan vida a los proyectos. Ana Gloria y el resto de formadores lo reconocían así en los corrillos que se organizaron en el patio tras el acto con el que hoy se iniciaba el programa del cincuentenario, que se extenderá durante todo el año.

Ana Gloria Fernández Melendreras, con una magnífica y premiada pieza de los alumnos, un ajedrez de primorosa talla en las piezas y con escaques de diferentes alturas, dando una sensación de tres dimensiones muy llamativa. A su espalda, muchas de las piezas en la sala de exposiciones de la planta alta de la Casona del Marqués de Cobián. O. V.

La actual directora habló de presente y de futuro. De presente, subrayó que El Prial tiene hoy 50 alumnos de FP de Madera, pero también 100 alumnos de talla en madera y, algo de lo que se la ve especialmente satisfecha -sería legítimo que estuviese orgullosa, también- «más de 100 personas en los pueblos a los que desde nuestra labor de voluntariado se les dan actividades de estimulación cognitiva», del mismo modo que «en verano tenemos más de 100 niños en el centro, en los campamentos que se organizan». Porque El Prial no para nunca: «estamos abiertos todo el año».

También se organizan actividades formativas y asociativas con la coordinación desde el voluntariado de El Prial en los catorce municipios del Oriente. Es el propio alcalde el que destaca que «hacen una labor a la que a las Administraciones regional y locales nos costaría demasiado llegar». Por ejemplo, en esta zona de Asturias el programa 'Volver al Pueblo' en coordinación con la Dirección General de Reto Demográfico que encabeza Marcos Niño se hace «codo con codo» con El Prial.

A futuro, lo que se propone el equipo formativo y de voluntarios de El Prial es «seguir construyendo en comunidad», como expresa Ana Gloria Fernández, si bien no deja de anotar una dificultad que se sufre en la práctica totalidad del entorno rural asturiano: «Tenemos un grave problema de relevo generacional, en la comarca, sí, pero también en el propio centro. Es muy difícil, con lo que podemos ofrecerles, que los voluntarios que vienen como monitores se queden luego como formadores». La docencia, como otras profesiones en las que el objetivo es el servicio a la comunidad, tiene «mucho de vocación, porque si ella se haría muy cuesta arriba». Ella no lo dice, pero hay que señalar que formadores, educadores y docentes como los de este centro concertado se merecerían retribuciones mucho más altas y una mayor consideración social.

La capilla y la Casona del Marqués de Cobián, en una imagen de finales del siglo XIX. Nótese la carga que arrastra una yunta de bueyes a la izquierda de la imagen.

Fotos históricas cedidas por el Centro El Prial.

La procesión de Santa Teresa de 1941, cuando la casona era el convento de las Carmelitas y éstas acababan de ejecutar la primera ampliación.

Los alumnos de primer curso de FP de la Madera en 1989.
Los alumnos de un curso reciente.
Reunión de profesionales docentes y padres, en los años 90.

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Todos los centros de FP de la Madera de España, en Infiesto

Hablando de presente y de futuro, el educador Benjamín Suárez destaca que El Prial «formó parte del grupo constitutivo de Profemadera, con el IES Ribera de Castilla, de Valladolid, y el IES Easo, de San Sebastián. Hoy somos 301 socios, docentes en centros como El Prial por toda España, especializados en la formación profesional del trabajo en madera. Y los días 23 y 24 de este mes habrá representación de todos los centros de Formación Profesional de la Madera de España, de las 17 comunidades autónomas, en las jornadas que se van a organizar en El Prial dentro de los actos del cincuentenario».

Benjamín Suárez, con dos de las maquetas que se muestran en la sala de la planta alta de El Prial. O. V.

¿Pero la madera tiene futuro? ¿El buen trabajo del artesano ebanista, del luthier, del restaurador? ¿Con la competencia de los muebles de aglomerado, automontaje y precios bajos? Benjamín Suárez lo tiene claro. Desde Infiesto, inmemorialmente rodeado de bosques de buena madera de castaño, de roble y de tantos otros árboles nobles, indica que «el uso de la madera es tan vieja como la humanidad, siempre ha estado con nosotros y siempre estará. Ahora mismo hay una grandísima demanda de profesionales. Y no veo ese tipo de muebles cumpliendo siglos, como algunas piezas de las que ves en esta casa».

En la primera imagen, maqueta de un llagar de sobigañu cedida a El Prial por un artesano local ya fallecido. En la segunda imagen, la casona cuando era colegio de las Carmelitas. En la tercera, varios de los promotores de El Prial, en el andamio, durante las obras de arreglo de la fachada para su inauguración, en 1975. Fotos históricas cedidas por El Prial.
Imagen principal - En la primera imagen, maqueta de un llagar de sobigañu cedida a El Prial por un artesano local ya fallecido. En la segunda imagen, la casona cuando era colegio de las Carmelitas. En la tercera, varios de los promotores de El Prial, en el andamio, durante las obras de arreglo de la fachada para su inauguración, en 1975.
Imagen secundaria 1 - En la primera imagen, maqueta de un llagar de sobigañu cedida a El Prial por un artesano local ya fallecido. En la segunda imagen, la casona cuando era colegio de las Carmelitas. En la tercera, varios de los promotores de El Prial, en el andamio, durante las obras de arreglo de la fachada para su inauguración, en 1975.
Imagen secundaria 2 - En la primera imagen, maqueta de un llagar de sobigañu cedida a El Prial por un artesano local ya fallecido. En la segunda imagen, la casona cuando era colegio de las Carmelitas. En la tercera, varios de los promotores de El Prial, en el andamio, durante las obras de arreglo de la fachada para su inauguración, en 1975.

Lo dice mostrando con orgullo unas puertas de la planta baja, las mismas que vieron pasar al Marqués de Cobián entre 1740 y el inicio del siglo XIX. Las que seguían usando las carmelitas que hicieron convento de la casona y la capilla entre 1894 y 1971 (ellas fueron las que levantaron en dos fases las construcciones auxiliares, como el aulario y el internado que tuvo usuarios hasta que se inició la pandemia de covid), y las mismas que hoy siguen mostrando que el trabajo bien hecho, sea del siglo que sea, tiene un valor añadido en sí mismo. Como el alma de El Prial.

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