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t Los Lagos ya cuentan con señalización sobre las prohibiciones. XUAN CUETO

En los Picos de Europa no se juega con el agua

Proteger anfibios. Un estudio constata los declives de población asociados al ranavirus. Evitar su propagación pasa por la misma medida que con la covid: mantener distancias

GLORIA POMARADA

Lunes, 16 de agosto 2021, 01:28

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A priori, un espacio protegido de la categoría del Parque Nacional de los Picos de Europa debería ser un reducto de tranquilidad para los vertebrados más amenazados del mundo, los anfibios. Sin embargo, los investigadores están constatando que «precisamente los espacios protegidos tienen mayor incidencia de enfermedades emergentes porque son sitios donde va mucha gente». «Un parque nacional atrae a personas de todos los rincones del mundo e, inevitablemente, estos traen patógenos consigo. Es la globalización», resume Jaime Bosch, investigador del Instituto de Investigación en Biodiversidad del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Oviedo, ubicado en Mieres. Desde 2007, desarrolla junto a personal del parque y agentes medioambientales un trabajo de seguimiento de veinticuatro poblaciones de anfibios en quince enclaves de los Picos -entre ellos los asturianos del lago Ercina, Covadonga o el Pozo de Moñetas- que les han permitido constatar unos «drásticos declives».

Todo comenzó, relata, cuando Amparo Mora, bióloga del parque nacional, «encontró unos animales muertos y me avisó». La primera hipótesis fue que ese «brote estaba relacionado con el hongo patógeno de anfibios conocido como Bd». Con esa base emprendieron un programa de seguimiento «con pocos medios, pero con mucho interés y un capital humano muy importante» que les ha permitido completar catorce años de estudio. La labor, explica Bosch, no es sencilla, pues los anfibios «son animales difíciles de estudiar. Hay que buscarlos, ya que su estrategia defensiva es, sobre todo, pasar inadvertidos y, al tener hábitos nocturnos, muchas veces hay que ir de noche». «Pueden estar contando 2.000 tritones en una laguna, lo que lleva unas cuantas horas», comparte.

El fenómeno observado es que detrás de los declives poblacionales están los patógenos emergentes. En este caso, el ranavirus. Cómo se introdujo en el parque nacional sigue siendo una incógnita, pero tal y como recogen los resultados publicados en junio en 'Frontiers in Veterinary Science' se encuentra en un 62% de los enclaves monitorizados. Hasta «hace dos o tres décadas el problema fundamental de los anfibios era el deterioro del medio», pero las «especies introducidas y los patógenos» son ahora su mayor riesgo. «No entienden de fronteras, por lo que ocupan espacios protegidos también», apunta el investigador.

Que un virus se propaga por todos los rincones del mundo lo ha comprobado el ser humano con la actual pandemia. Entre los vectores del ranavirus están los peces, que «el hombre lleva décadas metiendo por todos los lados para su pesca». Bien por actitudes irresponsables o por desconocimiento, también de una simple visita a un enclave como los Lagos puede derivarse un problema. «A los Lagos de Covadonga están llegando miles de personas todos los años, puede venir un turista de Estados Unidos y aparecer en el lago con las botas llenas de ranavirus procedentes de Norte América», ejemplifica. Al estar esas poblaciones de montaña «muy aisladas genéticamente, cuando llega un patógeno con el que nunca han estado en contacto, su incidencia es muy fuerte. Las poblaciones de montaña son las más sensibles», explica.

«No aprendemos»

La dificultad de frenar un virus es un hecho que ha quedado claro con la covid-19. «Lo que ha costado tener una vacuna para humanos, millones y millones de euros y tiempo, aunque ha sido un récord», evidencia Bosch. Ello puede dar cuenta de lo «complejo» de atajar el ranavirus que, además, no es un problema para los humanos. Sin embargo, en su mano puede estar la 'vacuna' para proteger a los anfibios: «La mejor manera es la distancia. Es una lección que ya todos sabemos, con lo cual sería muy fácil aplicarla a los problemas de sanidad animal. Pero la triste realidad es que no aprendemos», dice.

En el parque nacional han colocado carteles que recuerdan la prohibición del baño y explican al visitante la situación de los anfibios. Por desgracia, aún persisten infractores que «lo primero que hacen es ir corriendo al agua o incluso bañar al perro». «Es lo mismo que con el coronavirus: no te acerques, mantén la distancia... No se puede ir a un sitio y tocar a los animales y mucho menos moverlos de sitio. Todo eso incrementa el riesgo de contagios», insiste Bosch. Para transmitir ese mensaje y divulgar las actuaciones científicas cuentan con la plataforma SOSanfibios.org, un proyecto de la Asociación Herpetológica Española contra las enfermedades emergentes de los anfibios.

Entre la didáctica y la ciencia, el seguimiento en los Picos de Europa sigue adelante con el propósito de poner bajo el foco a los anfibios, «los vertebrados más olvidados». «Si se considera la responsabilidad desde el punto de vista de la gestión de especies animales, España tiene muchísima con sus anfibios porque tiene muchas especies endémicas y una enorme variabilidad genética. Si se extingue la salamandra de la cordillera cantábrica o el tritón alpino, es irremplazable», señala Bosch. A través de la investigación, adelanta, tienen también previsto abordar otros temas en la cordillera cantábrica, como el cambio climático. «El efecto es evidente y lo estamos abordando en un próximo un estudio», cuenta.

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