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ÁLEX PIÑA

El paso a un lado de una mujer de acción

Derechos Sociales y Bienestar. Melania Álvarez, futura senadora, deja luces y sombras en su gestión, aunque nadie duda en destacar su talante «conciliador»

Chelo Tuya

Gijón

Viernes, 16 de febrero 2024, 00:57

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Tachaba los días. Inició la cuenta atrás en su primera legislatura como consejera, la pasada, y no ha dejado de hacerlo en esta, en la que sólo ella sabe con exactitud cuántos días ha pasado al frente de Derechos Sociales y Bienestar. Porque a última hora de la tarde del pasado día 5, el presidente del Principado, Adrián Barbón, soltaba la bomba: Melania Álvarez sería designada como senadora. Y, la bomba doble: la Consejería de Derechos Sociales pasaría a ser, también, de Cultura, Política Llingüística y Deporte. Al frente de esa macroestructura estaría Vanessa Gutiérrez.

Sin que nadie pusiera en duda la capacidad de la de Urbiés para hacer frente al encargo, y a más que se le pongan, nadie, entendiendo nadie como a todo representante de entidad sin ánimo de lucro o empresa especializada en mayores, menores y discapacidad de la región, aceptó pulpo como animal de compañía.

Nadie de la ingente masa que conforma el tejido social asturiano entendió que al buque insignia del estado del bienestar, a la puerta de entrada del ciudadano para lograr ayudas a la dependencia, para los mayores, para los menores, ayuda para sobrevivir, a la consejería que se le rompen las costuras por escasa plantilla (tiene 1.400 funcionarios y 2.500 trabajadores del ERA) y que sigue siendo la tercera en presupuesto, 545 millones este año, pudiera asumir otras competencias. Y tan dispares.

Por ello tras la bomba del lunes noche llegó la del mediodía del día 7. En el pleno, el jefe del Ejecutivo autonómico rectificaba. Cultura sería una consejería. Y la de Melania, otra. Pero sin ella.

Porque no fue el lunes cuando la consejera, que vino al mundo en Candás en 1979 y a la política en el seno de IU, formación con la que fue concejala en el Ayuntamiento de Carreño desde 2007 hasta 2011, dejó de tachar días. No.

Días antes ya le había propuesto Adrián Barbón el salto al Senado. No como castigo por, por ejemplo, tener a la plantilla del ERA, el ente que gestiona la red geriátrica pública, en pie de guerra por la falta del pago de un complemento de riesgos laborales. No.

Bien sabe Barbón de la eficacia de una mujer a la que convirtió en la primera y única consejera que ha repetido en la historia de la democracia al frente de este departamento en Asturias. Y a la que fichó después de que, en la última legislatura de Javier Fernández, Melania Álvarez, ya en las filas del PSOE, fuera directora general de Participación Ciudadana entre 2015 y 2019. Y a la que nombró portavoz de su gobierno.

Quienes la conocen saben que su aparente energía sin fin empezó meses atrás a dejar claro que la de Candás es humana y no una 'superwoman' capaz de acabar con todos los atascos ancestrales de su consejería. Incluso en pandemia.

Laboratorio Cecoec

Y ella lo hizo. Se encontró Álvarez una consejería con más de 4.000 personas a la espera de una ayuda a la dependencia, con un colapso tal del salario social que los números bailaban, pero no bajaban de seis mil casos pendientes. Y con facturas del ERA cobradas indebidamente a las familias que pagar. Y con la plantilla del ERA exigiendo más efectivos. Y con los geriátricos reclamando mayor pago por concertar plazas. Y una Ley de Garantía de Derechos que aprobar. Y otra de Servicios Sociales que quedó pendiente.

Con todo eso se encontró en 2019 y, pese a ello, prometió: «A cada compromiso, una acción», frase que repetiría hasta la saciedad. Incluso cuando la covid obligó a parar al mundo. Y a cerrar geriátricos. Y centros de día. Y pisos tutelados. Y a enterrar a más de tres mil asturianos.

Incluso con mascarilla, Melania Álvarez siguió diciendo: «A cada compromiso, una acción». Y logró lo impensable, sentar al sector geriátrico ante la misma mesa. Y poner en marcha el nuevo modelo de cuidados de larga duración. Y crear el laboratorio Cecoec, en el que todos están aportando ideas y experiencias. Y anunció un plan de choque para la dependencia. Que clonó el Estado. Y, tras años de suspensos, Asturias empezó a aprobar los exámenes semestrales del Observatorio de la Dependencia. Y del atasco de la lista de espera se pasó a los poco más de mil casos pendientes a final de 2023.

Lo mismo ocurrió con el salario social, que empezó a ser una realidad en los dos meses que marca la ley. Por arreglar, arregló también el lío que montó el Estado con el ingreso mínimo vital. En Asturias nadie dejó de cobrar la ayuda regional hasta recibir la estatal. Conocida fue su bronca con el ministro Escrivá. Como también el encuentro endulzado con marañueles. De Candás, claro.

¿No tuvo contestación? Sí, mucha. En su legislatura tuvo cinco ceses de directores generales, dos de comunicación y uno de jefe de gabinete. Muy criticada por el atasco en la mayor partida de ayudas al alquiler y por el mayor aún en la valoración de la discapacidad. En ambos casos, ella aguantó un chaparrón del que quedaron atechados otros: la enorme burocracia del Principado y la falta de médicos. Enfadó a los profesionales de Trabajo Social por el nuevo perfil para baremar dependencia. Y a las entidades sociales por su insistencia en vincular la búsqueda de empleo a los perceptores de ayuda social. Ante su despacho se plantaron las trabajadoras de ayuda a domicilio, y los de infancia, cuando cerró el Materno. Y los del transporte a los centros de día. Y los del ERA.

De todos, los dos últimos siguen con las armas en alto. Pero, incluso en los peores momentos hay unanimidad en reconocer a la candasina «su voluntad de diálogo», que ha permitido llegar a acuerdos, salvo en lo relativo al plus de peligrosidad. Ahora les tocará negociar con otra. Porque Melania hoy ya no irá por la consejería. Y ha dejado de tachar días.

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