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Bendición en directo y por San Pedro
Domingo de Ramos. Cientos de personas acuden con sus palmas a un rito que llenó ayer zonas como Álvarez Acebal o Carlos Lobo, donde el párroco Hermes Osorio sacó una sonrisa a los fieles
C. DEL RÍO
Lunes, 3 de abril 2023, 02:24
El Domingo de Ramos es una celebración religiosa arraigada también entre quienes se confiesan laicos pero que no tienen complejo en asumirla como parte de una tradición familiar que incluye todo un ritual: se bendice un ramo que luego se entrega a los padrinos y que traerá como contrapartida un bollo en Pascua.
Los ramos de laurel o palmas representan la fe renovada en un día en que se conmemora la llegada triunfal de Jesús a Jerusalén y ayer fueron miles los que se bendijeron en las principales parroquias de Avilés, aunque la mayoría eligió para hacerlo la iglesia de San Antonio de Padua. A su favor juega uno de los entornos más bonitos, pero sobre todo la hora. La cercanía a las doce de la mañana provocó que incluso el sobrino del párroco de San Nicolás de Bari, Javier García Muñiz, bendijera el ramo en la antigua iglesia de 'los Padres'. Su progenitor, José Alfredo García, que además es cofrade de Nuestro Padre Jesús de Galiana, explicó que el pequeño de tres años «me dio una noche toledana» y no le quedó más remedio que acudir con él a la bendición más tardía. Eso sí, él hizo un esfuerzo y atendió antes a la de San Nicolás. «Tengo la impresión de que había más gente que otros años en ella y algo menos en esta», comentaba en la plaza de Carlos Lobo mientras esperaba a que dieran las 11.45 horas.
Unas decenas arriba o abajo, lo cierto es que la campa y los alrededores se volvieron a llenar de familias que además de bendecir el ramo querían seguir la procesión de La Borriquilla. Durante años había sido el sacerdote recientemente fallecido Ángel Fernández Llano el encargado de una bendición que ayer recayó en Hermes Osorio, cura auxiliar del párroco de San Nicolás de Bari, que protagonizó además la anécdota del día. Mientras lanzaba el agua bendita con el hisopo y ante la multitud que divisaba desde su posición exclamó un espontáneo: «¡Y el resto que los bendiga San Pedro!» que fue celebrado por la concurrencia. Entre otros por José Antonio Balbuena, que junto a su mujer, sus dos hijos y su ahijada Evelin, asistió también primero a la bendición de San Nicolás y después a la de San Antonio. Lo explicó el también cofrade de La Dolorosa porque «es una tradición».
A Osorio le costó hacerse oír al principio porque la megafonía apenas se escuchaba sobre el rumor de los fieles, pero enseguida se hizo el silencio y se pudo escuchar el Evangelio según San Mateo.
La tradición también reunió a Andrea Rodríguez, Irene Sanz y Laura Iglesias, tres amigas que animadas por la primera, quisieron que la hija de la segunda, Lilian García, de apenas cuatro meses, viviera su primer Domingo de Ramos. Reconocían que no suelen ir a misa pero les gusta llevar a sus madrinas el ramo bendecido. Andrea, a sus 31 años, sigue dándoselo a su abuela Tenchi, que a su vez le regala un bollo.
Elvira Moyano también es quien empuja a su madre Conchita Molero, su hermano David, su cuñada Isabel Val y sus sobrinos Quique, de cinco años, y Nicolás, de seis, a reunirse este día. «Yo soy cofrade de El Bollo y esta, además, es una tradición guapa que me gusta arraigar. Es una manera de enganchar a los más pequeños, con los que ahora iré a la capilla de la iglesias con sus palmas».
Previamente se había hecho lo mismo en parroquias como Santo Tomás de Cantorbery y San Nicolás. En la primera, que fue una de las más madrugadoras y eso se dejó sentir en la asistencia, realizó la bendición Toño Ruiz Gutiérrez, párroco jubilado de San Cristóbal. Ante él, algunas decenas de personas, la mayoría con ramo y muchos de ellos comprados a última hora a los vendedores apostados en la misma plaza y en los alrededores.
En San Nicolás, con mayor concurrencia, el párroco Alfonso López se adentró con el acetre entre los asistentes, un gesto que agradecieron porque no debió quedar palma ni ramo al que no llegar una gota de agua bendita.
Ayer y a diferencia del año pasado, ya no se vieron mascarillas entre los fieles.
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