Cientos de fieles arropan al Cristo de Medinacelli
Jesús Cautivo. La hermandad ovetense reforzó con su presencia la segunda procesión de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza
FERNANDO DEL BUSTO
Martes, 4 de abril 2023, 01:51
Con la incómoda presencia de ráfagas de viento frío, la figura de Jesús de Medinacelli o Cautivo recorrió ayer las calles del centro de la ciudad en la segunda de las procesiones de la Semana Santa avilesina. Cientos de fieles se sumaron al recorrido en una procesión donde la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza contó con un refuerzo de lujo: la banda de cornetas y tambores de la Hermandad de Jesús Cautivo de Oviedo que sumaron su buen hacer a los cofrades avilesinos.
Precisamente, unos minutos después de las 20.30 horas, el toque de sus trompetas anunciaba el inicio de la procesión. Tres franciscanos seglares, con el hábito de la orden, abrían el recorrido en una procesión que, con un gran simbolismo, hermana a las dos grandes órdenes religiosas que han estado en Avilés. Por una parte, los franciscanos, aliento de La Borriquilla y Jesús de la Esperanza, y, por otra, los frailes mercedarios, que trajeron de tierras moras la figura de Jesús Cautivo.
Justo después de los franciscanos seglares, se encontraban la banda de trompetas y tambores de Jesús Cautivo y, a continuación, los tambores de Jesús de la Esperanza, que se encargaron de llevar la mayor parte del ritmo de la procesión. Entre los penitentes, no faltaba quien procesionaba descalzado.
La dificultad del retorno del paso a la Iglesia de San Antonio de Padua generó la curiosidad de los fieles
Detrás de ellos, los fieles veían a dos franciscanos seglares con el hábito e incensando el camino para el paso de Cristo Cautivo. L rendían honores la Asociación de Veteranos de la Armada Lepanto que, además, este año, había invitado a integrantes de la Asociación Veteranos COES 71, decana de las organizaciones de veteranos en España.
Cerraba la procesión el sacerdote Hermes Osorio, acompañado por el diácono Jesús Penín, actualmente adscrito a la Unidad de Acción Pastoral de Los Campos. Tras ellos, numerosos fieles seguían el paso.
La siempre difícil bajada por la calle de La Ferrería hasta la calle de La Muralla congregó el interés de muchos fieles. En poco más de tres cuartos de hora, la marcha regresaba a la plaza de Carlos Lobo por La Fruta, donde se apartaron las mesas de las terrazas, facilitando una vista de primera fila a los clientes. Ya en Carlos Lobo, la despedida de trompetas y tambores merecieron el aplauso de los fieles al igual que la llegada del paso al atrio del templo. La dificultad de introducir al Cautivo en el templo también generó la curiosidad de los asistentes.