A la espera del desahucio
Treinta vecinos del barrio avilesino de El Nodo se enfrentan a ser expulsados de sus casas después de que la Cofradía de Pescadores Virgen de las Mareas iniciara el proceso para recuperarlas
EVA FANJUL
Avilés
Domingo, 5 de noviembre 2017, 02:02
«Quieren quitarme la casa porque estoy enferma, porque dicen que no vivía aquí. Y si estuve fuera tiempo es porque no me quedó más remedio, tenían que cuidarme», se lamenta Carmen Méndez, de 88 años de edad y viuda de marinero. Su casa es una de las treinta viviendas de El Nodo para las que la Cofradía de pescadores 'Virgen de las Mareas' de Avilés ha presentado una solicitud de desahucio ante los tribunales. La primera vista se celebrará el próximo jueves.
«En abril hizo un año que me quitaron un pecho, también me operé de la vista y ya estaba mal, porque en 2004 tuve una caída por las escaleras que casi me mata. Estuve muy grave y tuvieron que operarme», detalla Carmen Méndez. Además, explica cómo en aquella época la cubierta de su casa se encontraba en muy mal estado: «Estaba sin techo y no me arreglaron hasta el año 2010, no podía estar aquí en esas condiciones, así que me tuve que ir con mi hija».
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A pesar de su edad y de su delicado estado físico, Méndez asegura que nunca se desvinculó de su vivienda ni del poblado. «Cuando empecé a encontrarme mejor, venía a abrir la casa para ventilarla. Pasaba la tarde aquí, hablaba con las vecinas, iba al parque, me sentaba en el sofá a ver la tele, y seguía así con mi vida de antes. Por la noche, iba a dormir a casa de mi hija», relata. «Yo nunca abandoné mi casa y siempre pagué lo que me correspondía», insiste indignada. «Lo que quieren es subirme la renta y yo no puedo pagar eso con mi pensión. ¿Con qué pago las medicinas, la comida, los gastos?», afirma. «Se me pone una angustia en el pecho que no me deja dormir». También denuncia que, «además, cogieron facturas mías del agua para intentar hacer ver que no estaba viviendo aquí, algo que no pueden hacer. Y yo si no gasto, no voy a dejar los grifos correr para justificar que estoy en casa».
La anciana está decidida a no abandonar la que ha sido su casa durante casi medio siglo. «Aquí está todo por lo que trabajó mi marido, por lo que luchamos toda la vida. Y aquí me voy a quedar, a mis 88 años, luchando, porque es mi derecho», asegura emocionada.
La determinación de Carmen tiene un punto de apoyo y es su abogado, Manuel Barba. «Tengo mucha esperanza en Barba», afirma, «es muy trabajador y cariñoso». El letrado se ha hecho cargo de representar a los inquilinos afectados por esta segunda fase de desalojo de viviendas solicitada por la Cofradía.
Según Barba, este nuevo proceso presenta una diferencia sustancial respecto al realizado en 2014 y 2015. En aquella ocasión, los afectados eran inquilinos que por distintos motivos no cumplían con los requisitos exigidos para la concesión de las viviendas. Ahora, las solicitudes de desahucio «afectan a inquilinos que cumplen con las exigencias estipuladas en el contrato original. Es decir, se trata de marineros en activo, jubilados, o viudas de la mar». Por lo que, «la Cofradía está incumpliendo sus propios estatutos», asegura el abogado. «Intentan rescindir los contratos vigentes y forzar a los inquilinos a aceptar nuevos precios del alquiler, con lo que se vulnera el fin social para el que fueron creadas y entregadas estas viviendas y que sigue vigente a día de hoy», recalca.
Ante este proceso, la preocupación y la incertidumbre hacen mella en los vecinos del poblado marinero del Nodo. El próximo jueves se celebrará la vista oral sobre la demanda de desahucio de la vivienda de Elena García y Javier Gándara. Y, según se acerca el día, se acrecienta la presión y la angustia de este matrimonio por saber cómo y cuándo acabará su «pesadilla». Javier, marinero en activo de 54 años, explica que los problemas comenzaron tras denegarle el Cabildo de la Cofradía un cambio de vivienda por motivos de salud. «Mi mujer estaba enferma de cáncer y nuestra casa, además de tener que subir muchas escaleras, tenía un grave problema de humedad que la hace inhabitable. Así que, como socio de la Cofradía pedí poder trasladarnos a otra casa, en concreto, a la vivienda de mis padres que habían fallecido recientemente y que estaba en mejores condiciones», explica Javier.
Decidió impugnar el acuerdo el Cabildo y solicitó el acta, un documento presentado en un primer proceso y en el que figuraban las firmas de personas que habían abandonado el Cabildo dos años antes de la reunión. «Ahora sólo espero que en el juicio del jueves se reconozcan nuestros derechos como socio de la Cofradía y marinero en activo que soy», comenta Javier, quien asegura que «lo que pasa es que quieren acabar con el barrio, echar a los marineros y hacer negocio con las viviendas que nos corresponden por ley».
Una de las personas cuya firma aparece supuestamente falsificada en el acta, y que ha denunciado el presunto fraude del documento ,es Félix García. Este marinero cree que «se está acabando con la esencia del barrio y especulando con las casas. Es muy buena zona y acabarán echando a los pescadores», asegura.
Juan Manuel Arasa es otro de los afectados por esta situación. Marinero jubilado, lleva viviendo en El Nodo 54 años. «Tras cotizar 49 años, cobro una pensión de 900 euros. Si me suben doscientos euros el alquiler, ¿con qué vivo? Esto es una vergüenza. Nos sentimos más que abandonados. El abandono del barrio, lleno de suciedad y con casa deterioradas refleja bien lo que les importa el sector pesquero a los políticos», apunta indignado.