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Fue un Descenso de Galiana multitudinario que llenó las calles del casco histórico. FOTOS: MARÍA FUENTES

Antroxu en Avilés | Galiana luce con espuma y público

Veinticinco peñas dan esplendor a una edición dedicada a los años 20 que vuelve a ganar la peña Ébano con su 'Cotton Vamp'

ALEJANDRO L. JAMBRINA

Domingo, 23 de febrero 2020, 02:19

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La trigésimo tercera edición del Descenso de Galiana volvió a hacer historia y ayer llenó a reventar las calles de la ciudad de espuma y tanta gente disfrutando del buen tiempo que no cabía ni un alfiler. «Ya no hay manera de que nadie nos diga que no somos el mejor carnaval de Asturias y nos tenemos que proponer ser también el mejor de todo el norte de España», jaleaban los integrantes de la peña 'Los Culebrillas', que encabezaron el desfile con su artilugio marinero, La Mickey Chalana de Galiana.

Las veinticinco peñas que navegaron a través de la espuma por toda la ciudad salieron del patio del colegio Palacio Valdés con algo de retraso, pero en cuanto comenzaron a descender Galiana cogieron ritmo e hicieron disfrutar a la gente en un espectáculo de agua y música que solo se consigue en el Antroxu avilesino. Una marabunta de chubasqueros de todos los colores pedía a gritos que los cañones de espuma se pusiesen en marcha y, una vez cumplido su deseo, las aceras se convirtieron en improvisados toboganes por los que deslizarse sin miedo a nada ni a nadie. Que para eso estamos en carnaval.

El sábado de Antroxu en Avilés es un día especial que no tiene comparación. Los que lo vivieron saben bien de se trata. Las peñas lo saben bien y ayer dejaron constancia de un alarde de originalidad y esfuerzo que hicieron de sus artilugios un espectáculo que no entiende de fronteras ni edades.

«El carnaval de Avilés es algo único y muy especial, es una tradición que pasa de padres a hijos y que ojalá no desaparezca nunca», confesaba ayer Anselmo Valle, líder de la peña 'Abuelo Anselmo', «fundada hace veinticinco años y que lleva ese nombre en honor a mi abuelo, que falleció la víspera de un Descenso de Galiana y ahora le encantaría volver a bajarlo», reconocía su nieto, caracterizado como don Armando Palacio Valdés. A su espalda, un artilugio que representaba el odeón avilesino y una maquina del tiempo que transportaba a los presentes hasta los locos años veinte.

La importancia de conservar una fiesta como esta es una lección que se tienen bien aprendida los peñistas. Tanto es así que la mayoría de los artilugios estaban llenos de niños, una nueva hornada de carnavaleros que serán quienes hagan de Galiana la Meca del Antroxu durante muchas generaciones.

Un ejemplo es la peña 'Los Carnívales'. Vestidos como aviones con luces de colores, se trata de un grupo en el que casi todos son familia. Ayer lo encabezaba Luis Miguel Álvarez, seguido muy de cerca por su mujer, sus dos hijos, sus hermanas, sobrinos y amigos. «Cuando éramos unos chavales bajábamos todos los años, y hace poco decidimos volver a las andadas porque es una fiesta que representa muy bien la ciudad y no se puede perder», reconocía ayer con su hélice en marcha y los neones iluminando la valle de Galiana.

Los de la peña 'Una y pa casa' surcaron las olas de espuma con su Balneario de Salinas. Se trata de una peña que se presentan por segundo año y lo hacen con toda la ilusión del mundo. «Empezamos porque había que revitalizar el carnaval y viendo como está hoy la ciudad parece que lo hemos conseguido», reconocía ayer Eva Fernández, una de sus organizadoras. Además, este artilugio marinero escondía algunos secretos, pues hubo quien se chivó de que había unos cuantos concejales y políticos disfrazados y escondidos dentro.

1 Cotton Vamp. La peña 'Los del Ébano' ganaron 2.200 euros.

2 El loco circo de los veinte. Peña 'El Puntazo', premio de 1.500 euros.

3 Armando-la en el tiempo. Peña 'Abuelo Anselmo, premio de 1.000 euros.

4 Los locos del aire. Peña 'Los Carnivales', premio de 600 euros.

5 Antroxúpolis. Peña 'Los Arrexuntaos', 450 euros.

6 Vaya, Versalles tiene playa. Peña 'Los de Versalles', premio de 300 euros.

7 Chuchi-Kongs. Peña 'Los Chuchis', 250 euros.

8 El Zeppelin. Peña 'La Pecera', 200 euros.

Los de dentro importan, no hay duda, pero el público es el otro gran protagonista en un Descenso de Galiana que se consolida cada año como una apuesta de la ciudad por hacerse un hueco en la lista de los mejores carnavales. Los que más alucinan con el espectáculo son los de fuera. Los hay que vienen de toda la región y otros que llegan de un poco más lejos. Sergio Antón y Susana González son dos jóvenes chilenos que residen desde hace poco en la ciudad y es la primera vez que viven del carnaval. «Nuestros amigos nos habían hablado de este desfile pero en directo es mucho más impresionante, en Latinoamérica nos disfrazamos pero no se monta esta locura entre la espuma», confesaban.

Los espacios por los que transita el desfile también son importantes. Galiana es el mito que siempre le dará nombre y la plaza de España el espacio donde los artilugios lo dan todo y se ponen a disposición del jurado para que analicen cada detalle. Pero ayer, durante el transcurso de la trigésimo tercera edición, la plaza de Álvarez Acebal fue el lugar donde se vivieron los momentos más emotivos de la jornada, que tampoco faltaron.

Bajo la histórica fachada del Conservatorio Municipal Julián Orbón decidieron hacer un alto en el camino los integrantes de la peña 'Los Sidrones'. El Descenso coincidió con el cumpleaños de Sara, una de las peñistas, y las cientos de personas que se congregaban a su alrededor le cantaron el 'cumpleaños feliz' a coro.

También fue una edición especial, aunque por motivos menos alegres, para la peña 'Pillarno Corporation'. Su artilugio ambientado en un casino lucía con una fotografía de Fran Muñiz, uno de sus miembros fundadores que falleció hace unos meses de forma repentina. Ayer Fran tuvo su propio homenaje y sus amigos le recordaron de la única forma posible en un día tan especial, dándolo todo entre la espuma de Galiana.

Emoción, buen humor, espuma, risas y desenfreno. Ingredientes que no pueden faltar en un Descenso de Galiana que se precie. Eso sí, también hubo algún que otro reproche y propuestas de mejora para que tomen nota desde la organización del evento.

Patricia González es una ovetense que ayer vio por primera vez en persona el Descenso de Galiana. Lo hizo junto a su hijo de 15 años, Noe, que utiliza una silla de ruedas. «Nos hemos dado cuenta de que en la ciudad hay pocas plazas de aparcamiento reservadas para minusválidos. Además, consideramos que sería fundamental que habilitasen un espacio en alto para las personas con movilidad reducida porque es un jaleo moverse entra tanta gente y para él es imposible ver nada», destacó esta madre.

La gente se cansó de esperar

La otra queja generalizada fue el retraso y la lentitud de la marcha. «Muchas familias nos vamos antes de ver ninguna carroza porque tardan una barbaridad en llegar a la calle de La Cámara y muchos no queremos meternos en la espuma con niños pequeños», comentaban varias madres.

Lo cierto es que el inicio del desfile se retrasó aproximadamente una hora más de lo previsto y las últimas carrozas no terminaron el recorrido hasta bien entrada la noche. Las paradas se hicieron demasiado largas, sobre todo las de la plaza de España.

Al final, un desfile de más de cuatro horas y media de recorrido, cuyos últimos compases se vivieron sin apenas público que disfrutase del espectáculo. La mala gestión de los tiempos obligó a la organización a retrasar la verbena. El concierto la Orquesta Assia no se pudo celebrar a la hora prevista. Eso sí, fue un Descenso sin incidencias gracias al despliegue de la Policía Local y los más de cincuenta voluntarios.

Estos retrasos hicieron que las últimas peñas tuviesen que matar el tiempo en el recinto del colegio Palacio Valdés, esperando un turno que no llegaba.

Entre ellas estaba la más veterana, 'La Pecera', que tiene el honor de haber participado en todas ediciones. En su equipo hay muchas historias y un espíritu de Antroxu con esencia avilesina. Pero también llama la atención la diversidad de sus peñistas, que celebran el carnaval asturiano por excelencia aunque vengan del otro lado del océano. Es el caso del uruguayo Jorge Fleitas, que llegó a Avilés hace más de una década y se desliza entre la espuma como si su sangre fuese azul y blanca de nacimiento, que para eso la bandera uruguaya comparte los colores con la nuestra. «Allá también hay carnavales pero nunca participaba. Empecé a salir en el Descenso gracias a una amiga y me lo paso en grande, es una maravilla», reconocía ayer el charrúa.

La fiesta tardó en terminar, pero no defraudó. Nada pudo oscurecer una tarde mágica que iluminaron las veinticinco peñas participantes y sus artilugios. El rastro de la espuma permanecerá sobre las calles varios días, pero durará mucho más el recuerdo de un día inolvidable para los avilesinos. Lo que pasó ayer tiene nombre: es el Descenso de Galiana. Y el resto, es historia de Avilés.

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