¿Organizando planes de verano en familia, con amigos, en pareja o incluso solo? Cada vez son más los llagares que apuestan por el Sidraturismo, donde el mundo sidrero –singular y lleno de matices– es el protagonista.
Ta pistonida, Espama bien, ta pa dai, ye buen palu, pega al vasu… son algunas de las expresiones que los entendidos usan con frecuencia en Asturias para poner en valor las cualidades de un buen culín de sidra natural, y que para turistas –y a veces asturianos– son ajenas.
Así, con el objetivo de acercar el mundo sidrero a la población en general, son cada vez más los llagares que abren sus puertas y descubren esa peculiar idiosincrasia del fermentado natural de la manzana. Con una propuesta relativamente reciente, el visitante puede experimentar la inmersión en una cultura milenaria y fascinante.
Uno de los llagares más reconocidos y con más tradición en Asturias es el que regenta desde 1952 la familia Cortina. Una empresa dirigida por la tercera generación de llagareros, que se dedica en exclusiva a la elaboración de sidra natural. Mejor dicho, casi en exclusiva, porque desde 2017 elaboran una golosa delicia de manzana asturiana, la sidra de hielo.
Ubicado en la aldea de Amandi, en Villaviciosa, a escasa distancia de una de las joyas románicas de la región, la iglesia de San Juan, se encuentra este complejo gastronómico de la Casa Cortina. Un jardín de manzanos autóctonos une sus bodegas con el restaurante de cocina tradicional, donde la satisfacción del buen comer se acompaña siempre con el esmero en el perfecto escanciado de la sidra.
