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Píldoras del pasado en fotos y útiles de laboratorio
Legado. Manuel del Castillo Rodríguez dona al Muséu del Pueblu d'Asturies instrumental de la botica de la calle Corrida y una gran colección gráfica
M. F. ANTUÑA
Sábado, 30 de enero 2021, 02:36
Microscopios, balanzas, probetas, cubetas, medideros, estufas para cultivos, moldes, botes, botellas, tarros, cajitas... El Muséu del Pueblu d'Asturies conserva ya en sus almacenes una importante donación que sirve para recomponer, dibujar, recordar cómo fueron y funcionaron las boticas de antaño, cómo se trabajaba en los laboratorios farmacéuticos años atrás. En Gijón de manera especial, pero también en toda España, el nombre Farmacia y Laboratorios Castillo es bien conocido. En la calle Corrida sigue operativa la farmacia que fue antes mucho más que eso y que ha conservado durante años todos los utensilios que han servido para su devenir diario. Pues bien, Manuel del Castillo Rodríguez ha decidido donar todas esas piezas, además de una notable colección de fotografías y películas de la vida gijonesa de 1895 a 1972.
En 2019 comenzó la entrega de esta multitud de materiales dispares que, tal y como señalan desde el museo, constituyen «un testimonio histórico de gran valor» puesto que remiten al pasado de uno de los laboratorios farmacéuticos más innovadores de Asturias. Fue en 1922 cuando Juan del Castillo Díaz-Calderón (Gijón, 1882-1967), ingeniero químico y farmacéutico que dirigió la Escuela de Industrias de Gijón, echó andar el negocio. La calle Corrida fue el lugar elegido, y allí funcionaron los laboratorios hasta el año 1984 en que echaron el cierre.
Durante todo ese tiempo, no se limitaron a poner a disposición de gijoneses y asturianos sus productos farmacéuticos, puesto que se podían adquirir en toda España, donde su éxito fue amplio, especialmente en los años treinta y cuarenta. Dos de las elaboraciones más conocidos se dirigían al cuidado de la piel y la higiene bucal. Puede que algún abuelo o abuela aún recuerde el Agua cutánea y el perborato dental Castillo. Pero había más: el agua oxigenada, el anestésico, las Sales Castillo de Frutas Españolas, el Linimento Castillo o su pasta dentífrica. Para publicitarlos se recurrió incluso a famosos de la época tan populares entonces como la mismísima Imperio Argentina.
El museo guarda ya los útiles necesarios para la elaboración de fórmulas magistrales, preparados oficiales y análisis clínicos y químicos. A saber: autoclave de esterilizar Hartmann y Cia. de 1925, estufa para cultivos, microscopios, balanzas, probetas, cubetas, matraces, morteros, medidores, etc. También hay utensilios para elaborar medicamentos y recipientes contenedores de diferentes tamaños y formas. Numerosas cajas y botellas de medicamentos antiguos elaborados por laboratorios farmacéuticos españoles y asturianos y de los productos patentados por la Farmacia y Laboratorio Castillo completan un conjunto que incluye una colección de etiquetas de farmacias asturianas de 1900-1940, que se pegaban en los recipientes que contenían las formulas magistrales. Especialmente llamativos son los materiales publicitarios de sus productos.
Pero mira más allá de la vida de una botica este legado. Obra ya en poder del museo una colección gráfica que se define «muy importante en la historia de la fotografía y el cine familiar de Gijón». Son 3.996 fotografías, integrada por negativos de placa de cristal y de acetato de 6×7 cm, 6×6 cm y 35 mm, y catorce fotografías estereoscópicas, todas ellas realizadas entre 1895 y 1970, que contienen imágenes de la ciudad de Gijón y de su vida social, así como fotografías familiares. 92 películas de Pathe Baby, Super 8 o 8 mm, de los años 1927 a 1972, con imágenes de Gijón, excursiones, viajes y celebraciones familiares completan lo donado. Fueron realizadas por miembros de tres generaciones: Justo del Castillo y Quintana (Santander, 1841-Gijon, 1912), el ya citado Juan del Castillo Díaz-Calderón y Justo del Castillo Bertrand (Gijón, 1917-1990). Los tres eran aficionados pero sus trabajos tienen una gran calidad, puesto que en la familia siempre hubo pasión por las bellas artes y la imagen. No hay que olvidar que a la saga pertenecen la pintora Carolina del Castillo Díaz-Calderón y su hijo el fotógrafo aficionado Gonzalo del Campo y del Castillo, cuyo archivo se conserva también en la fototeca gijonesa.
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