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Valdés. Bolos de Outur de tradición femenina.
Bien de Interés Cultural Inmaterial.

Los bolos, un tesoro en mano de todos

Las distintas modalidades del juego tradicional más popular de Asturias han perdurado durante siglos y constituyen uno de los legados más singulares de nuestra cultura

Domingo, 15 de septiembre 2024, 15:39

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Los bolos representan el juego tradicional más arraigado en la cultura asturiana y su ámbito de extensión ocupa prácticamente todo el mapa de nuestra comunidad. Transformado en deporte con la entrada del siglo XX cuenta con sus propios reglamentos y una Federación Asturiana de Bolos fundada en 1928. El gobierno del Principado, a través de su Consejería de Cultura, los declaró en todas sus modalidades Bien de Interés Cultural (BIC) Inmaterial pronto hará siete años mediante el Decreto 67/2017 de 11 de octubre. En él se define este legado patrimonial como «el juego tradicional de más relevancia en la historia de Asturias». Y así lo ha sido durante siglos, como lo prueba el primer documento conocido que hace referencia a ellos y a su práctica en el Campo San Francisco de Oviedo en 1495. En las últimas décadas han sido objeto de investigación científica por parte de especialistas como Gerardo Ruiz Alonso, autor de una tesis doctoral dedicada a este juego y del volumen 'Bolos asturianos: modalidaes, téunica y estáu actual'(1993), en el que estudia 17 variantes, o más recientemente el antropólogo Carlos Suari con su exhaustivo 'Atles de los bolos asturianos' (2012), en el que identifica más de cuarenta modalidades autóctonas. Son sin duda uno de nuestros tesoros inmateriales más preciados y del que los asturianos deberíamos mostrar un mayor interés en que sigan vivos.

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De la importancia de los bolos han dado fe instituciones académicas de probado prestigio y así en los informes aportados al expediente del Principado que inició los trámites para su declaración como BIC, el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) muestra su apoyo a la misma concluyendo que se trata de «una manifestación cultural de carácter etnológico relevante en la identidad étnica asturiana». En el mismo sentido se pronunciaron la Real Academia de la Historia –al considerar su «importancia histórica como testimonio de una práctica inmemorial y contemporánea»– y la Universidad de Oviedo, que en su informe señala que «es sin duda la tradición deportiva más importante del Principado de Asturias, que se ha ido cristalizando, a lo largo de los años, en una extensa y variada tipología». Tras la lectura de estas aportaciones la Consejería de Cultura asumiría su inclusión como BIC inmaterial por las siguientes razones: «Está interiorizado por los asturianos como parte de su identidad; es un juego practicado y experimentado por ellos como una vivencia colectiva; está siendo preservado tradicionalmente y tiene efecto regenerador de orden social; se desarrolla y experimenta en tiempo presente, siendo un juego contextualizado en un tiempo y en un marco espacial concreto, interconectado con la dimensión material de la cultura asturiana; y está imbricado en la forma de vida de los asturianos».

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Para su estudioso Carlos Suari, el valor de los bolos como patrimonio inmaterial se sustenta en primer lugar en que «ofrecen un modelo de socialización y de emplear el tiempo de ocio que dice mucho de todos los ciclos vitales y culturales de la vida tradicional de Asturias. La propia bolera, más allá de un sitio para desarrollar esa práctica, es en sí también un espacio de socialización y equilibrio de dinámicas entre lo laboral y lo ocioso» . El antropólogo apunta igualmente que «estos juegos implican unas formas de corporalidad y motricidad muy propias y únicas, que están muy alejadas de las formas modernas y actuales. Ahí, hay también patrimonio efímero, ya que cada movimiento genera un código». Finalmente señala que «aunque sea un legado inmaterial, hay también una parte de materialidad en él como las boleras, espacios que se siguen usando hoy y que sabemos son muy antiguas» y de las que pone como ejemplos las boleras de Ponte Veiga en Pravia o de Panes. Y otro componente material lo representarían «las artesanías de la madera para bolas, bolos y otros elementos de algunas modalidades, como el acabón y la l.lábana en los bolos de Tineo o los rodados de Carreño y Avilés».

En cuanto a las distintas modalidades, la más practicada es la Cuatriada, variedad difundida sobre todo en la zona central. En el oriente destaca el Birle o Bolo Palma, también jugado en Cantabria, y en la zona occidental, destacan los llamados Pasabolos, en los que las bolas pueden ir rodando (Batiente) o por el aire, tratando de lanzar los bolos a determinada altura y distancia. Es el caso de los Bolos de Tineo o Bolo Celta, y de los Pasadiezes, Bolos de Cangas del Narcea o Os Birlos en Taramundi y la zona del Eo. Existen, por último, variantes ya desaparecidas, como el Cuatrín de Cudillero, o el Dexabolu, que se jugaba en Trubia de Cenero, en Gijón, y que consiste en lanzar un bolo o maza contra otros.

«Bolos en los colegios, ese sería el mejor impulso»

Iván Rivas | Pte. Federación Asturiana de Bolos

El lavianés Iván Rivas preside la Federación Asturiana de Bolos y es jugador del equipo Prau La Hueria, con un sólido palmarés a sus espaldas. Es plenamente consciente de que nuestro deporte tradicional más importante no atraviesa un buen momento y de que su futuro no está del todo asegurado a no ser que se tomen medidas como las que él mismo apunta: «Más apoyo, no hay renovación porque los más mayores van dejándolo por edad y falta el relevo que podrían dar los más jóvenes si los bolos estuviesen en los colegios, ese sería el mejor impulso para revitalizarlos». Actualmente la Federación cuenta con unas 900 licencias entre todas las modalidades: la más practicada, la cuatriada, seguida de bolo celta, vaqueiro, batiente y palma. La cifra de clubes ronda los 150, pero, como señala el propio Rivas: «Faltan jugadores». Y es que, lamenta: «La gente va a lo fácil: fútbol, baloncesto, tenis y el deporte rey de Asturias se va olvidando poco a poco».

En su 'Atles de los bolos asturianos', Suari establece cuatro grandes familias de juegos: los valtabolos complejos, que consisten en derribar y hacer trazar con la bola (zona centro-oriental); los pasabolos complejos, consistentes en derribar bolos y lanzarlos lejos (zona occidental); los pasabolos puros, que desplazan los bolos lejos (una pequeña isla en la zona costera occidental hacia el interior) y por último, los valtabolos puros, que simplemente derriban los bolos (reductos locales con vestigios identificados en puntos muy concretos). Estos últimos, podrían ser, en opinión del especialista, «la capa madre, porque aparecen como puntinos sueltos como fósiles a lo largo de todo el territorio asturiano. Podría llegar a defenderse que esos juegos que consisten simplemente en tirar los bolos podrían ser los más viejos y a partir de ahí empezarían otras evoluciones». En cuanto a la propia evolución de este patrimonio en el futuro, este experto mantiene que su «deportivización, tiene cosas positivas, pero también negativas, como la de que pueden acabar muriendo por una excesiva autoexigencia competitiva» y se muestra más partidario de «asumir una postura de resistencia como forma de cultura tradicional, algo similar a lo que se está viviendo con el baile tras abandonar los modelos rígidos posfranquistas para evolucionar hacia la danza, con actividades más abiertas y populares». Ese futuro en todo caso está en nuestras manos.

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