Fiestón con zarzuela de Rodrigo Cuevas

El de ayer era el sábado más ansiado del año, el de Semana Grande, ese en el que se puede hacer de todo y en el que la ciudad está hasta la bandera de fiesta. El plan estrella y por el que optaron más gijoneses anoche fue, sin lugar a dudas, el concierto de Rodrigo Cuevas que abarrotó Poniente ya cuando la noche estaba bañada por la oscuridad. Fueron miles los que se acercaron a ver al asturiano, que presentó su espectáculo 'Barbián' y que hizo de la velada cabaret y zarzuela. Una fusión que resultó tradicional y divertida y que animó el cotarro hasta pasada la medianoche.

Pero hubo más en la jornada de ayer, porque Strad, el violinista rebelde, acercó sus melodías hasta la plaza Mayor, que también estaba abarrotada. Y menos mal que fueron muchos a ver este espectáculo porque, con su instrumento, Jorge Guillén reinterpretó el pop, el rock y la música clásica y dejó, a más de uno, con la boca abierta. Pura maestría, ante un público que fue de lo más familiar y variopinto.

Esa es la parte más positiva de sacar la música a las calles, que la disfrutan mayores de cualquier edad y pequeños, de esos que tienen un mundo por descubrir. Así ocurrió en el maratón de piano que tuvo lugar en el paseo de Begoña. Desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche fueron acariciando las teclas un sinfín de artistas que se encargaron de emocionar a quienes se paraban a contemplar y, poco después, a ovacionar.

Los aplausos son gratis y agradecidos, pero la lluvia, sin embargo, es traicionera y ayer le aguó la fiesta a los seguidores de la Banda de Música de Gijón, que iba a instalar su buen hacer en el Campo Valdés y finalmente tuvo que trasladar su actuación al lunes, a las 13 horas, en Begoña.

Pero no toda la Semanona se disfruta en el centro porque ayer el ambiente alcanzó hasta el Jardín Botánico. Allí ofreció un recital Viajeros del swing, que rescató el espíritu de la calle y las salas de baile estadounidenses del siglo pasado. Eso hizo que, pese a estar entre árboles, el respetable sintiera que estaba visitando Nueva Orleans, Chicago y Nueva York y que estaba escuchando a músicos como Jelly Roll Morton, Louis Armstrong, Fats Waller, Duke Ellington y Benny Goodman.

Fue un viaje en el espacio y en el tiempo que dejó con ganas de seguir escuchando a todos los allí presentes. Y ese sentir se extendió a los muchos escenarios que salpicaban la ciudad y que hicieron que los gijoneses respiraran el espíritu de la Semana Grande, la primera multitudinaria después de dos años de pandemia, en los que hasta nos olvidamos de lo que era ver un concierto, pegado a cientos de desconocidos, que cantan a tu lado y que no ocultan su sonrisa bajo ninguna mascarilla. Que no se nos olvide valorar lo que hemos reconquistado.

• Temas
• Conciertos
• Cerro de Santa Catalina
• Semana Grande de Gijón