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Lucía Martiño, en un tubo, en la piscina de olas artificiales de Alaïa Bay, en los Alpes. E. C.
Lucía Martiño doma las olas de los Alpes

Lucía Martiño doma las olas de los Alpes

Inverosímil. La surfista se sube al tercer cajón del podio en la piscina de Alaïa Bay, con el agua a dos grados y una temperatura ambiente de menos cinco

MARIO ÁLVAREZ

Miércoles, 19 de enero 2022, 01:23

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Ni las olas que triplican su estatura ni, ahora, tampoco el frío frenan a Lucía Martiño. La surfista gijonesa afronta, día a día, nuevas experiencias con las que enriquecer su vida y, al mismo tiempo, deleitar a todos sus seguidores. Y aunque su ya larga trayectoria sobre la tabla se convertido en una especie de guía turística, con todo lujo de detalles, su último destino ha causado sensación: la piscina de olas artificiales de Alaïa Bay, levantada en plenos Alpes.

Allí se subió al tercer cajón del podio, aunque, como ella misma reconoce, lo novedoso del momento limitó su rendimiento. «Los movimientos tenían que ser mucho más mecanizados que en la mar, donde cada ola presenta sus características. Además, lidiar con el frío no fue sencillo», hace hincapié. Teniendo en cuenta las temperaturas que se encontró, el último matiz no resulta sorprendente. El agua no superaba los dos grados y la temperatura ambiente era de cinco grados bajo cero. Una situación límite para quien prefiere entrenarse en Lanzarote «porque la rutina de sumergirse en la costa asturiana con el invierno tan frío y lluvioso que tenemos se hace mucho más duro».

Aun así, las aguas del Atlántico le ofrecen unas condiciones favorables, más allá de las meteorológicas. Con la precisión de quien considera la mar como parte de su hábitat natural, Lucía Martiño describe las virtudes de entrenar en las Islas Canarias. «Con frecuencia, se producen olas de fondo coral que son las mejores porque siempre rompen en el mismo sitio», puntualiza De todas maneras, se siente afortunada de vivir en Gijón, donde cuenta con una playa como la de San Lorenzo, en la que encuentra «condiciones favorables muchos días». También suele frecuentar la playa de Xagó, aunque, en general, se declara entusiasta del litoral Cantábrico.

Y aunque recalca que el surf se debe practicar en la mar, tras su última experiencia en Los Alpes, la gijonesa sostiene que para los surfistas, alcanzado cierto nivel, resulta positivo mantener algún entrenamiento en la piscina con el fin de depurar la técnica. A diferencia de la mar, todas las olas que se producen en una piscina artificial son limpias y válidas y permiten repetir una y otra vez movimientos concretos que, en caso de la playa, solo se ensayarían en una o dos ocasiones cada hora. Y, en este sentido, añade que las olas en las piscinas pueden alcanzar el metro de altura.

Las olas de Hawái

En su caso, la más alta que ha surfeado nunca medía cuatro metros. Fue en Hawái. Reconoce que es algo que impone mucho respeto, pero a Lucía le inquieta más «cuando vienen varias de forma consecutiva, dándome revolcones y obligándome a pasar más tiempo debajo del agua del deseado». En cualquier caso, la surfista asturiano la mar le da respeto, «pero miedo nunca».

A su pasión por el surf añade el interés por conocer nuevos destinos. Las playas de Indonesia enamoraron a la joven gijonesa, que también visitó recientemente Costa Rica, país que describió en sus redes sociales con todo lujo de detalles. Las olas de la covid, a las que ni una surfista tan talentosa como ella puede sortear, han supuesto, sin embargo, un freno a esa agenda de viajes que desea recuperar. Su siguiente objetivo lo tiene claro: la clasificación para el Mundial de 2022.

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