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tIntegrantes de ambas peñas, en las letras de Ribadesella. FOTOS: JOSÉ SIMAL
Derbi asturiano

«Aquí se aguanta mucha mecha»

Ribadesella. Las peñas del Sporting y el Oviedo de esta localidad viven el partido de máxima rivalidad con deportividad y más ansias de victoria que de buen juego

Viernes, 9 de febrero 2024, 00:31

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Hace algo más de una hora que el sol se ha puesto en Ribadesella. En la plaza Nueva, en pleno centro de la localidad, la cafetería Capri presenta un gran ambiente. De sus paredes cuelgan recuerdos del Real Oviedo, pero esta vez se ven también bufandas y camisetas del Sporting. Porque, aunque es la sede de la Peña Azul Riosellana, hasta allí se han desplazado un buen número de integrantes de la Peña Sportinguista Pleamar, también de Ribadesella, para celebrar un encuentro a instancias de EL COMERCIO en el que queda clara la camaradería y se alejan las imágenes de los insultos, malas formas y miedo que algunos colectivos se empeñan en colocar en primer plano durante el derbi regional. «Tenemos un buen ambiente, simpático, como se entendió el fútbol toda la vida», apunta Roberto Valle, presidente de la Peña Pleamar de Ribadesella, sentado junto a Roberto Pire, su homólogo de la Peña Azul Riosellana. «La rivalidad se lleva bien, con mucha deportividad y los piques normales. Pero como somos vecinos y amigos, nunca hay problema».

Que el ambiente es bueno entre las dos asociaciones se nota nada más poner un pie en la cafetería. Los miembros de las peñas intercambian bromas y otros clientes del establecimiento se suman a la juerga. Una bufanda del Oviedo que uno le pone a otro del Sporting, con la consiguiente réplica de «quita eso pa allá» sin perder la sonrisa, comentarios críticos sobre el momento de juego de un equipo rápidamente respondidos con faltas del rival... «Hay socios de una y otra peña que son amigos personales», apunta Roberto Pire. «Mi hermano, ya fallecido, era socio de la peña del Oviedo», abunda Roberto Valle.

En la Peña Azul Riosellana hay incluso un socio que suele ir a los desplazamientos cuya esposa es del Sporting y que también viaja con ellos. «Le toca aguantar mucho en la ida, pero a veces en la vuelta es la única que habla», bromea Roberto Pire.

En una localidad pequeña como Ribadesella la rivalidad entre el Sporting y el Oviedo se vive en el día a día. Rara es la jornada en la que aficionados de uno y otro equipo no coinciden por la calle o en algún establecimiento. Y es ahí donde la salsa del fútbol se saborea de diferentes formas. «Dependiendo de cómo haya ido la semana, mejor o peor, nos buscamos con la mirada, nos reímos», apunta el presidente de los azules. «Las semanas complicadas, se hace duro. Los de Gijón tienen suerte porque porque pueden ir al chigre con otros del Sporting. Aquí hay que aguantar mucha mecha», abunda Roberto Valle.

Distancia

A la sana rivalidad que se vive entre estas dos peñas de Ribadesella hay que sumar la distancia que los aficionados deben recorrer para ver a sus equipos. Los kilómetros no ayudan a la hora de poder acudir a los encuentros y los momentos en los que se disputan los partidos en muchas de las jornadas, menos. «El derbi se va a jugar de sábado y no voy a poder ir porque soy el presidente de un club de fútbol sala y tenemos partido», apunta Roberto Pire. Pero si el encuentro se disputase el domingo a las 18 horas y se mantiene el protocolo de separación de aficiones, los azules desplazados desde Ribadesella tendrían que «salir a las 12 de la mañana para llegara a las 12 de la noche. Hacer doce horas para ver un partido en Gijón saliendo de Ribadesella no es razonable». La solución que adoptan los aficionados riosellanos del Real Oviedo es ir por cuenta propia y no en viaje organizado.

En una charla que camina por la senda de la broma bien entendida, ninguno de los dos directivos de estas asociaciones de aficionados es capaz de entender la deriva que ha tomado en unos años un partido que debería ser una fiesta. «El problema está localizado», señala Roberto Valle, quien en sus muchos años de sportinguismo «nunca» ha tenido un problema en un campo de fútbol. «La última vez que fui al Tartiere fue con mi hermano, que era del Oviedo».

Roberto Pire ilustra con una anécdota lo que muchos piensan, pero parece haberse perdido, al menos, en parte. Ocurrió «hace unos años», cuando junto a unos amigos fue a ver el derbi a El Molinón. El plan era el de un buen día de fútbol: viaje, comida previa en un restaurante gijonés y, luego, a vivir la emoción del choque entre el Sporting y el Real Oviedo. «Fuimos a la sidrería El Restallu. Íbamos con la camiseta y la bufanda y dentro había gente con los colores del Sporting. Al entrar, nos aplaudieron», explica el presidente de la peña oviedista sobre un acontecimiento, ir a un restaurante de Gijón el día del derbi vestido con los colores del eterno riva, que debería ser normal y que se ha convertido en motivo de aplauso. «Yo ahora no me atrevería a llevar a un niño al derbi», abunda Roberto Valle.

En una charla entre dos aficionados del Sporting y el Oviedo sobre el derbi es imposible no hacer pronóstico del resultado. Roberto Pire tiene claro que los suyos van a ganar por 1-2, mientras que Roberto Valle está convencido de que esta vez el resultado será 3-1. «Cada vez que perdemos un derbi paso un disgusto de la de mi madre. Es un dolor de verdad», apunta el sportinguista. Su amigo oviedista, rápido, tiene la respuesta preparada. «Si te duele tanto, gana el derbi y nosotros subimos». Las risas se desatan mientras Valle niega con la cabeza.

El juego

Aunque apuntan a marcadores con varios goles, ambos son conscientes de que estos partidos, sobre todo en los últimos tiempos, no suelen brillar por el espectáculo. «Los dos últimos derbis han sido los peores de mi vida. No había ni ambiente en la grada, ni un 'uy'», sostiene el dirigente de la asociación azul.

Pero, más allá de la calidad del partido, de las dificultades que se puedan encontrar para ir al campo, lo que estos dos aficionados esperan es poder disfrutar de una fiesta del fútbol asturiano que sirva para normalizar un partido que no deja de ser un juego. Así lo entendía Hortensio Fernández Extravís 'Tensi', quien después de disputar más de un derbi se llevaba a su casa de Ribadesella a «Quini o Ferrero. Vivía este partido como una forma de confraternización. Cada uno defendía lo suyo en el campo, pero luego eran amigos», recuerda Roberto Pire. Un espíritu que espera se recupere para este tipo de partidos.

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