«Asturias no se merece esto. Somos rivales, no enemigos»
Fraternidad. Peñas azules y rojiblancas piden a las directivas de los clubes «que se sienten para poner fin a la escalada de violencia». «Fue lamentable. No puede volver a repetirse»
Mientras que en El Molinón sucedía lo que jamás debió suceder y las imágenes de la agresión al guardameta Joan Femenías daban paso primero a la incredulidad y después a una vergüenza sin paliativos, el grueso de las peñas azules y rojiblancas, del oriente al occidente de la región y del norte al sur, vivían el derbi «como debe vivirse la fiesta del fútbol asturiano: disfrutándola con amigos y familiares». «Porque todos tenemos un primo, un hermano, una mujer o un allegado del otro equipo y nunca hay ningún problema. Al contrario. Somos rivales, no enemigos», cuenta, todavía «con sonrojo y desencanto», Jano Murias, vicepresidente de la Federación de Peñas Sportinguistas.
El hasta hace bien poco también presidente de la Peña Sportinguista de Vegadeo -una de las más populares y reconocidas de Asturias, con catorce años de historia a sus espaldas- y varios de sus socios escenificaron ayer la cordialidad que impera entre contrarios en la comarca del Eo-Navia fundiéndose en un abrazo simbólico con varios de los miembros de la Peña Carbayona El Fondrigo, cuyo presidente, Antonio Seijo, tampoco sale todavía de su «asombro».
«Fue lamentable», resume Seijo el «mal ejemplo dado por unos chavales a todo el mundo, especialmente a los más jóvenes». Y, justo en el extremo contrario, relató que ellos vieron el choque en su sede, «donde también se encontraban varios sportinguistas». «Y esta vez nos tocó a nosotros ganar, como tantas veces nos toca perder o empatar a los unos o a los otros, pero lo disfrutamos todos, independientemente de los colores. Como tiene que ser. Lo mismo que el jueves habíamos estado en un encuentro de peñas, tomando algo y pasándolo bien todos juntos hasta las tantas», añadió.
Porque, le pese a quien le pese, «Asturias no tiene ningún problema y la sociedad asturiana no se merece que transmitan esa imagen suya», apunta Murias. «Una escalada de violencia que comenzó hace cuatro o cinco años, cuando se empezó a entrar en una dinámica de mal ambiente, enrarecido, que cada año va a peor y que ha terminado por convertir al derbi en un escándalo» de dimensiones internacionales, concuerda Seijo.
Así que la petición de los aficionados de uno y otro equipo, pese a la brecha abierta entre los clubes con el asunto de las entradas, es muy clara: «Las directivas tienen que sentarse y encontrar la solución para poner fin a esto, algo impropio del fútbol, que, ante todo, debe ser deportividad».
Una solución que, también en opinión de ambos, pasa por que «cualquiera pueda acudir a un estadio a ver un partido, sea del equipo que sea». «Y, si el problema viene por los grupos ultras, para esa gente tendrá que haber un dispositivo especial, un cordón o como quieras llamarlo», remató el vicepresidente de las Peñas Sportinguistas.
Sea como sea, «todo el mundo tendría que reflexionar un poco, porque esto no puede volver a repetirse», subraya el carbayón Seijo, consciente de que «hay muchos jóvenes a los que les apetece viajar para estar con su equipo. Porque a veces parece que todos los aficionados somos grupos ultras y no es así. Son una minoría».
Fiesta en Ciudad de México
Y esa fraternidad de la que hablan traspasa fronteras, como pudo comprobarse bastante más allá del Pajares, tiñendo de rojiblanco y azul ciudades como la capital mexicana, donde el partido de la discordia se convirtió en una celebración de asturianía por su sitio.
Allí, los asturianos en tierras aztecas -tierras de acogida para tantos paisanos-se reunieron para sufrir y gozar como solo se puede sufrir y gozar con un derbi. «Como tiene que ser».