Golpes que derriban barreras
Superación. Fran Aspa, catalán afincado en Avilés, combate el síndrome de Usher, que afecta a la vista y al oído, con entrenamientos de MMA
SANTY MENOR
Miércoles, 1 de febrero 2023, 02:05
A Fran Aspa (Badalona, 1977) la vida le ha cambiado varias veces. Y le ha golpeado duro. Muy duro. A los tres años superó con apuros una meningitis de muy mal pronóstico. Un año después empezó a llevar audífonos, lo que ralentizó su desarrollo, tanto locomotor como a nivel de habla, y en 2007, con 30 años, varios trabajos, deporte y una vida muy activa, los médicos le diagnosticaron el síndrome de Usher. Se acababa trabajar y también muchas de las cosas que le hacían feliz.
Sin embargo, aunque lo parecía, aún no había llegado lo peor. Diez años después, en 2017, un derrame cerebral propició el fallecimiento repentino de su mujer, «mis ojos, mi todo». Esto le llevó a abandonar Sardañola con destino al norte del país. Primero estuvo en La Coruña y desde hace un año en Avilés, donde ha comenzado a entrenar MMA (Artes Marciales Mixtas) y ha iniciado una nueva vida, siempre con una sonrisa en los labios.
«El síndrome de Usher es una enfermedad genética poco común que afecta tanto a la audición como a la visión. Causa sordera y retinosis pigmentaria. Actualmente no tiene cura, pero ya hay estudios con células madre y quizá en un futuro se pueda encontrar. Pero no creo que me toque a mí», asume.
«Soy el único caso en España que practica un deporte de contacto y mi idea es competir para visibilizar el síndrome»
Actualmente, Aspa ve «un cinco por ciento» y escucha «un treinta» gracias a unos audífonos. «Soy candidato a un implante coclear, pero de momento con los audífonos me apaño y voy a seguir tirando». Cuando hay luz y en espacios que conoce, se defiende bastante bien con la vista, aunque ya no tiene visión periférica. «Estoy empezando a utilizar bastón, aunque es mucho más difícil de lo que parece».
Su vida hoy se divide en dos propósitos. Seguir disfrutando del deporte a través del MMA y sobre todo dar visibilidad al síndrome de Usher, que en España afecta a 4,2 niños por cada 100.000. «Es complicado hacerte a la idea de que vas a ir perdiendo la vista y el oído de forma progresiva. Por eso mi proyecto es darle visibilidad a que se puede hacer deporte, salir de casa, viajar... He conocido muchos casos estos años y te encuentras de todo, y de todas las edades. Yo intento cuidarme y llevarlo de la mejor manera posible».
Su mujer falleció en marzo de 2017. En septiembre, seis meses después, se embarcó en una aventura que le sacó del agujero. «Me fui con FESOCE (Federación Española de Sordoceguera) a hacer el Camino de Santiago yo solo. Ahí conocí a gente con problemas similares al mío, me entrevistaron en la televisión y vi la utilidad de transmitir el mensaje». Antes, había estado muy aferrado a su mujer, «viajando, comprando pisos, reformándolos y alquilándolos. Pero hubo un momento que lo tuve que dejar porque ya me costaba mucho participar en las obras. Siempre se me dio bien pintar, la electricidad, pero empezaba a no distinguir colores. Fue complicado».
Artes marciales
El tiempo que lleva Fran Aspa en Asturias es el tiempo que lleva practicando MMA. Hasta el diagnóstico, más allá de los entrenamientos de pesas, había demostrado un buen nivel en kick boxing, pero lo tuvo que dejar por prescripción médica. A su llegada a Avilés «por amor», aunque «ahora estoy soltero de nuevo», bromea, acudió al gimnasio Nuevo Milenium para probar fortuna con el kárate. Sin embargo, el maestro y dueño del centro, Manuel Enjuto, le animó a probar MMA, pues «es un deporte de contacto en el que se requiere menos equilibrio, al estar agarrado al rival. Normalmente, la gente con ceguera suele hacer judo. Aquí le propusimos MMA y está muy contento», asegura Enjuto.
Fran entrena varias veces por semana con Urtzi, que «me ha ido adaptando los movimientos y los ejercicios. Me gustaría competir, porque eso le daría más visibilidad todavía al síndrome de Usher, pero no sé si será posible. El mensaje que quiero transmitir a las personas que están pasando por esto es que no se vengan abajo. Que traten de hacer lo que les haga feliz». El síndrome limita, pero no imposibilita.
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