Una doctora para curar una fractura
Covadonga Tomé. Pediatra, especializada en aparato digestivo y cooperante, la candidata de Podemos tiene el reto de suturar la herida de la formación morada
CHELO TUYA
Martes, 16 de mayo 2023, 01:41
Traumatología no es su especialidad, pero de fracturas sabe un rato. No sólo porque como médico cooperante -en Venezuela, Kenia, Senegal y Sáhara- ha tenido que atender todo tipo de enfermedades con pocos medios, sino porque su propio hijo se rompió dos veces el brazo. Con solo una semana de diferencia. Y siempre el mismo. El izquierdo. No podía ser otro.
Curar fracturas de la izquierda ha sido y, en función de los resultados electorales del próximo 28 de mayo, será, la mayor urgencia para una pediatra que se ha convertido en candidata de Podemos a la Presidencia del Principado por la fuerza de los afiliados, pero con el rechazo de la cúpula.
Con esta sintomatología, el diagnóstico del futuro político de Covadonga Tomé (Luarca, 1970) parece más que reservado, pero a ella eso no la arruga. «Es muy guerrera, lucha mucho por lo que considera justo», dice Míkel Díaz Zabala. «Es una persona muy justa que lucha por los colectivos menos favorecidos», remacha Mar Pérez Peña. Ni están juntos ni han hablado entre ellos, pero tanto el pediatra del Hospital de Arriondas como la jefa de Radiología del Hospital Álvarez-Buylla de Mieres coinciden en su receta para Asturias: una dosis de Cova (nadie la llama Covadonga, coinciden todos). Con ella en la Presidencia «ganarían las clases más olvidadas y, sobre todo, la sanidad sufriría un vuelco para la mejor distribución de los recursos», dice el pediatra. «Cova va a buscar siempre el bien común», afirma la radióloga.
El motivo de tan rotundo respaldo a su compañera y amiga llega, dicen ambos, «porque conocer a Cova es quererla». Eso le pasó a Míkel Díaz Zabala cuando llegó, en 2016, a un Hospital de Arriondas «en el que solo había una pediatra: Cova». Del empuje de ella llegó, afirma, «que ahora seamos ya seis pediatras que formamos un equipo increíble», además de que «los pediatras de hospital vayamos a los centros de salud. Ahora lo hacen ya en otras áreas sanitarias, pero la idea de que los pediatras hospitalarios fuéramos a Primaria fue de ella».
Con la tuna bajo la ventana
Y da datos para esa aseveración. «Todo empezó hace años, cuando los vecinos de Panes y Cabrales se quedaron sin pediatra. Estaban desatendidos. Así que Cova planteó que ella y yo, de forma voluntaria, fuéramos un día a la semana cada uno a aquellas zonas. Y así lo hicimos».
Lo de que 'conocerla es quererla' lo lleva al extremo Mar Pérez Peña: «Lo nuestro fue un amor a primera vista. Nos encontramos en el corcho de la Facultad de Medicina de Oviedo. En nuestro primer día, buscando el grupo en el que estábamos. Ella me preguntó '¿Te toca el C? ¿Vamos a tomar un café? y hasta hoy». Entre aquel café y hoy han pasado, recuerda la jefa de Radiología de Mieres, «muchos más años de los que creemos», bromea, porque la especialidad la hicieron «en 1994». Pérez Peña, en Oviedo. Tomé, en Orense. «Ella quiso ir allí a hacer Pediatría, porque pediatra es su madre».
Una carrera, la de Medicina, que lleva en la sangre la doctora Tomé, «que nadie la llama así, que es Cova para todos», insiste Díaz Zabala. Pues la doctora Cova es hija de Manuel María Tomé, que falleció muy joven, cuando su hija tenía 12 años, y de Aurora Nestal, pediatra en Luarca hasta su jubilación. La carrera «y la cooperación, ella ya venía con esa marca de la casa. Cuando todos nos íbamos de vacaciones en verano, ella desde primero de Medicina, se iba a Venezuela de cooperante», recuerda su amiga.
Una experiencia que «compartí con ella, pero después de acabar la carrera». Juntas han dado atención médica gratuita en diferentes países africanos, donde descubrió que, antes de que la cúpula de Podemos lo hiciera, otros atacaron a su amiga: «Los mosquitos... La abrasaban... Por la noche, delante del fuego, ella nos decía 'Aquí hay mosquitos', pero no la creíamos. Y la mañana siguiente aparecía con unas ronchas enormes».
Antes que los mosquitos de Kenia a la candidata de Podemos también la 'persiguió' un gallo de Oviedo. «De estudiantes, íbamos siempre a un bar que había cerca de Salesas. No sé por qué, puesto que los que lo llevaban nos trataban, a las clientas, fatal. Tenía que llegar nuestro compañero Alberto, que era muy guapetón, para que nos sirvieran lo que habíamos pedido». En ese bar, cada día, a las diez de la noche, «sonaba un despertador-gallo que tenían los del bar. Y te ibas o te ibas, empezaban a poner las sillas encima de las mesas y cerraban sin perder un minuto», recuerda entre risas Mar Pérez Peña.
Tener como confidente para un perfil a una amiga de la Universidad sirve, además de para saber lo del despertador-gallo de Oviedo y los mosquitos de Kenia, para descubrir que a la candidata la rondaba la tuna. «Su marido, Luis, estudiaba Empresariales, pero estaba en la tuna de Medicina, así que nos hacían serenatas bajo la ventana. Éramos muy tunantas», se ríe.
No obstante, deja claro que «estudiábamos muchísimo, ambas fuimos buenas estudiantes», en un mensaje que quizá, más que a sus posibles votantes, tiene como destinatarios a sus hijos, Covadonga y Miguel, estudiantes ambos universitarios.
Y es él quien despeja todas las dudas sobre la imagen que tiene de su madre: «Yo no podría pedir otra mejor, está siempre ahí para nosotros». Miguel Menéndez tiene tan claro que la Medicina ha perdido a los Tomé en esta generación, «lo más cercano es mi hermana, que estudia Psicología», bromea, como que votará por su madre.
Ya le ha 'perdonado' que no le comprara gominolas de pequeño, así que «votaré por correo -estudia en Madrid- y votaré por ella porque, si gana, Asturias tendrá una presidenta con buenas intenciones». No hará lo mismo en las elecciones generales, «tengo pensado votar en blanco o nulo. No veo ningún partido que me represente».
Un desencanto propio de la generación Z, más por una falta de conexión con los mensajes políticos que por falta de reclamaciones. De hecho, el hijo menor de Cova Tomé la tiene muy clara: «Necesitamos más y mejor sanidad mental pública. Ahora mismo, si no tienes dinero es muy difícil lograr la asistencia de un psicólogo».
Una madre de portada
Él la tendrá pronto en casa, de la mano de su hermana, como, reconoce, la tuvo de niño con su madre: «Solo fui a un centro sanitario tres veces: dos por romperme un brazo, siempre el mismo, y ahora, de mayor, para las PCRs». La doctora Tomé «nos atendía en casa, nos daba la medicación que necesitáramos e, incluso, nos vacunaba».
Lo hacía con ellos como con todos los 'covas' y 'migueles' de Venezuela y África a los que atendió. «Siempre me pareció fantástico que fuera cooperante. Gracias a ella aprendí que otros niños tienen otra vida muy diferente, dura, impactante», recuerda Miguel Menéndez.
Como fantástico les pareció a sus dos hijos «que diera el paso de presentarse». Al igual que el resto de los Z, no es mucho Miguel Menéndez de leer prensa, pero no olvida la portada de EL COMERCIO del 22 de abril. «Salía mi madre, con sus compañeros, encerrada en la sede de Podemos». No le sorprendió la imagen, porque «ya nos había llamado para contárnoslo», pero, sobre todo, «porque mi madre es así: defensora de las causas justas». Y especialista en curar fracturas.
«Aute marcó mi vida adolescente y universitaria»
«Y me hablaron de futuros fraternales, solidarios, donde todo lo falsario acabaría en el pilón. Y ahora que no quedan muros, ya no somos tan iguales. Tanto vendes, tanto vales
¡Viva la revolución!» No lo dice (sólo) ella, lo decía (y lo cantaba), Luis Eduardo Aute. Y ella. Es una estrofa de 'La Belleza' «una de mis favoritas, de la que, por cierto, Rozalén hace una versión espectacular».
Cova Tomé (nadie la llama Covadonga) tiene como objeto favorito el cd 'Mira que eres canalla, Aute' que le regalaron sus hermanos, Juan y Diego. «Aute marcó mi vida adolescente y universitaria». No solo por mérito del cantautor, sino porque «uno de mis tesoros es una casete en la que mi padre, que murió cuando yo tenía 12 años, había grabado su voz y Al Alba, de Aute». A ver si tras la del 28, no viene la noche más larga. Al alba, al alba.