El asturiano Álex Galán presenta 'Territory' en el FICX
Un rodaje a 20 grados bajo cero, durmiendo en el suelo y comiendo carne de yak'El asturiano Álex Galán presenta en Esbilla equí y n' otru tiempu 'Territory', una cinta rodada en Kirguistán
La vida se vuelve un lugar inhóspito cuando se vacía y te deja solo ante ti mismo. Sin nadie más, sin nada más. Solo frente a ti mismo, junto a ti mismo y contra ti mismo. Eso es lo que explora el cineasta asturiano Álex Galán en 'Territory', la película que presenta en la sección Esbilla equí y n'otru tiempu del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) que viaja hasta una zona remota de Kirguistán, «en la que están aislados del mundo por completo». Allí solo hay un frío doloroso que, por azares del destino, se cruzó en el camino con el actor de 'La casa de papel' Darko Peric.
«Nos conocimos en el Festival de Cine Western de Almería. Vio 'Salvajes', mi anterior trabajo (rodado en Asturias entre pastores y lobos), y despertó algo en él», rememora Galán. Ese mecha que se prendió en Andalucía rápidamente se convirtió en un fuego y quisieron llevar el juego hasta «algo extremo» y así emprendieron una expedición «en busca del leopardo de las nieves».
Este animal –«que es considerado casi un fantasma»– establece un paralelismo con el objetivo de buscar «la parte interna de Peric». Para hacerlo, partieron «de la civilización al lugar más salvaje», en un viaje que duró un mes entero «entre la nieve» y en el que se fueron encontrando con «pastores nómadas y con su estilo de vida». Al cruzarse con ellos, el actor serbio se empezó a dar cuenta «de que, lejos de la industria, el camino está lleno de soledad, de dureza y también de abandono».
Esa realidad gélida y asfixiante «es de extrema libertad, pero esa libertad tiene el precio de que es también extrema en cuanto a dureza». Están a 4.000 metros de altitud, con 40 grados bajo cero, «y todo está congelado. Viven sobre el hielo, pastorean yaks y gestionan su propia vida desde que amanece hasta que se acuestan».
En esas condiciones, el ser humano se ve «como un animal» y, de repente, «una persona famosa, que se maneja fantásticamente en la alfombra roja de Berlín, cuando la metes en ese contexto no es nadie», destaca. «No sabemos hacer fuego ni poner crampones a un caballo, allí no somos nadie», insiste.
Verse tan desvalido para Darko Peric supuso hacer «un viaje muy intenso a nivel interior» y, aunque al principio de la película dice «que llegó a pensar que la sociedad lo volvería loco», verse en un lugar tan solitario acabó siendo «un shock, te retratas a ti mismo y te desidealizas». Ya no eres ni el gracioso ni el guapo ni el aburrido porque «todos interpretamos un papel en la sociedad y, cuando te ves en Kirguistán en esa soledad, eres solo un punto insignificante».
Y esa búsqueda de la identidad y del leopardo de las nieves no fue, a nivel técnico, en absoluto sencilla porque «el rodaje fue una odisea desde el minuto uno», señala Galán. «Rodar a tantos grados bajo cero hace que las baterías se agoten en dos minutos y los traslados de una localización a otra se miden en días a caballo», explica. «A nivel logístico, la producción es casi un suicidio y, a nivel técnico, los equipos sufren mucho, pero lo peor es la incertidumbre».
«Tienes que confiar en que el hielo no se rompa en el mes de grabación porque, si se rompe y el caballo con el equipo cae al río lo pierdes todo». No es fácil imaginar esa posibilidad, teniendo en cuenta que, durante las semanas que estuvieron grabando, durmieron en yurtas en el suelo todas las noches y comieron carne de yak. Todo eso, además, «sin la posibilidad de ducharse», lo que hacía que todo el mundo estuviera «repunante» y pensando si el esfuerzo valía la pena.
En este caso, los buenos resultados están dando sentido a los desvelos. La película se estrenó en Moscú y Galán superó sus expectativas, ya que «se entendió muy bien porque allí tienen una cultura cinematográfica muy autoral». Lo que para nosotros puede ser lento, para ellos es «la realidad» porque esa es su forma de moverse, en un país «donde enfocan el cine desde el naturalismo».
Desde allí, la cinta viajó a San Petesburgo y el éxito del asturiano se replicó, ya que «arroparon muy bien nuestra mirada española», celebra. «Teníamos miedo de que les pareciera que los estábamos retratando desde un punto de vista muy europeo», pero no ocurrió y ahora Galán tendrá que continuar su periplo –tras el FICX– en El Cairo, Bogotá, Turín e Irán, donde seguirá mostrando este viaje al centro de uno mismo, en el que la vida se despoja de artificios, se desnuda y convierte a cualquier persona en un animal salvaje solo ante sí mismo.
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