La historia también se escancia

La figura del escanciador no es nueva. Los documentos han puesto de manifiesto que data, al menos, del año 1880. Eso de levantar la mano que sujeta la botella de sidra para verter su mágico contenido en el vaso que sujetamos bien firme abajo con la otra mano viene de antiguo. No tanto, quizá, el valorarlo como parte indispensable de la cultura que rodea a nuestra bebida autóctona y de su correcto servicio.

No se escancia por espectáculo. Eso tan asturiano que es el 'souvenir' en forma de foto que se llevan los turistas tiene un por qué fundamental. La sidra se echa desde alto para que 'rompa' y saque todo de sí. Es decir, para despertar el carbono endógeno y volatilizar parte de su ácido acético, cuestiones que cambian drásticamente su sabor, aroma y hasta la apariencia. Para poner de manifiesto su necesidad y valorar a quienes se especializan en su correcto servicio, echó a andar en 1994 el Campeonato de Escanciadores de Asturias. Ayer se homenajeó a sus 17 ganadores históricos en el llagar Menéndez de la parroquia gijonesa de Fano.

Los mejores del oficio de toda Asturias han pasado por las paradas de la competición a lo largo de los 30 años de historia de la competición. Todos ajenos a tendencias pasajeras porque lo de la sidra es otra cosa; es constancia, teoría, mucha práctica y alguna que otra agujeta.

El homenaje tuvo lugar en el transcurso de una espicha, como no podía ser de otra manera, organizada por la sidrería gijonesa La Montera Picona. También se reconoció la labor, a título póstumo, del recientemente fallecido hostelero Tino 'el Roxu' y a Tino Ovín, fallecido en 2017 y autor del decálogo del escanciador, cuyas normas quedaron registradas en un póster que adorna muchas sidrerías. Iván de la Plata, Sabino Pérez, Natalia Menéndez, Alejandra Venegas y Luis Estrada completaron la nómina de homenajeados, que participaron en un taller de escanciado y una visita guiada por el llagar.

• Temas
• Sidra