El postre más famoso del mundo
La receta que triunfa en todas partes es heredera de un plato griego súper proteínico a base de queso y miel
No hay dos tartas de queso iguales. O, al menos, hay tantísimas versiones que es difícil encontrarlas. Este es uno de los principales encantos de este postre, las muchas combinaciones que se obtienen fácilmente con solo variar el queso utilizado o los ingredientes con los que se armoniza. En cuanto a los acompañamientos, se llevan la palma las galletas y los bizcochos para la base y las fresas, cortadas o en mermelada, y por extensión, todas las frutas del bosque para decorar. «Pero de igual manera se puede decorar con mango y frutas tropicales o, ahora que estamos en temporada y lo tenemos en Asturias, con kiwi», explica la cocinera Viviana Fleischer. Como ingrediente principal ella siempre utiliza queso crema tipo Philadelphia, que es de pasta blanda, tiene consistencia suave y cremosa y es fácil de moldear. «Pero cada vez es más fácil encontrar tartas que llevan queso azul, alguna referencia regional o una mezcla de tipos», explica la cocinera del restaurante gijonés El Cencerro.
A fin de cuentas este plato permite a cada cocinero tener su receta maestra particular, y Viviana Fleischer lleva con la suya desde el principio. Y eso que El Cencerro cumplió 15 años el pasado 5 de noviembre. Esta argentina aprendió la receta en Asturias, donde el postre es del todo popular. Si bien se trata de un plato famoso en diferentes puntos del mundo, de Europa a Estados Unidos, desde donde exportan el conocido cheesecake. Es popular tenerlo en casa para poner el broche dulce a cualquier comida y difícil es no verlo en los menús y las cartas de los restaurantes de la región. Tal es su fama que el 30 de julio se celebra el Día Mundial de la Tarta de Queso.
La base
Echamos, poco a poco, la mantequilla que previamente habremos fundido en un recipiente donde está la galleta triturada y unas nueces picadas (para aportar un toque crujiente). Vamos mezclando al mismo tiempo.
Se cree que su origen está en la Antigua Grecia hace 4.000 años. Pero hay que viajar hasta el año 230 d. C. para hallar un texto en el que se explique algo similar a lo que entendemos hoy por la receta de la tarta de queso. Lo que hacían entonces era mezclar queso con miel y harina de trigo y obtener una masa consistente al calentarlo todo junto. Semejante fuente de proteínas pasó a convertirse en el plato favorito de los atletas que participaban en los Juegos Olímpicos.
Rellenar el molde
Colocamos la mezcla anterior en la base de un molde de tal manera que no levante más de un dedo. Es importante aplastarlo una vez relleno para que quede bien compacta. Lo dejamos reposar una media hora en el congelador para que endurezca.
Los romanos modificaron su receta al sumar huevo y hornearla. Y fue gracias a ellos y a su expansión por todo lo que hoy es Europa que llegó a diferentes rincones del continente, donde cada pueblo aportó su toque. De ahí la variedad actual, que además de a los ingredientes atañe a la elaboración, pudiendo ir o no al horno. A veces basta, como proponen El Cencerro, con dedicarle unos minutos a la receta dándole un hervor al queso junto a la nata y el azúcar. Tras una noche en la nevera, estará lista.
El queso
Echamos en una olla el queso y la nata y lo ponemos al fuego para que caliente. Incorporamos también, poco a poco, el azúcar sin dejar de remover el conjunto con unas varillas. En cuanto empiece a hervir, lo retiramos del fuego.
Fueron los europeos emigrados los que la llevaron a Estados Unidos, y allí, en 1872, William Lawrence inventó el primer queso crema: Philadelphia. Lo hizo en Nueva York y de ahí se popularizó en todo el mundo.