Vermús asturianos para refrescar el verano
De los chigres que embotellan y comercializan su clásica fórmula para disfrutarla más allá de la barra del bar a pujantes marcas
No solo el momento vermú sufre una segunda juventud sino también la bebida, cuya degustación se ha elevado a experiencia gastronómica. La fiebre por la bebida especiada ha alumbrado infinidad de versiones, un fenómeno al que Asturias no es ajena, y que permite al asturiano disfrutar de distintas propuestas nacidas a este lado del Negrón.
Hay marcas que se han hecho recientemente a sí mismas y otros que han optado por embotellar lo que durante décadas servían a sus parroquianos, permitiéndoles disfrutar en cualquier lugar de un gozo antes reservado, como cantaba Gabinete Caligari, al calor de la barra en un bar.
La Trucha Cautiva, intenso y con una entrada golosa y envolvente, parte desde el Bar Blanco de Cangas del Narcea al mundo actualizando la receta que Engracia Linde y Pepe Ron servían a los parroquianos que se refugiaban en la tasca y que ha acompañado ya a generaciones de locales.
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Similar fenómeno es el de La Paloma, clásico ovetense que convirtió el vermú y la gamba gabardina en emblema de la casa y que contribuyó a la popularización del hábito en la capital del Principado. El tirón no decae y sigue siendo referencia en la ciudad y, desde que embotellan su fórmula, en cualquier rincón del mapa. También en Oviedo pero en Las Caldas, La Vizcaína vende tres vermús diferentes: solera, blanco y blanco macerado en cáscara de naranja.
Picofino apenas nació hace cinco años para acompañar el lanzamiento al mercado de la ginebra que el publicista Tito Rodríguez se empeñaba cada año en mejorar. Su mezcla ha roto moldes. Ya está presente en más de trescientas tiendas del país y su stand es referencia indiscutible estos días en la Feria Internacional de Muestras de Asturias (FIDMA) para gozar del momento vermú. Ese momento.
En Asturias nace también el vermut 813, que toma su nombre del año de inicio del Camino Primitivo. Se vende, de hecho, como un homenaje a la ruta y a Oviedo, origen del devoto itinerario peregrino. Más de veinte botánicos participan de un juego de equilibrio que sorprende en boca.
En Pelúgano (Aller), en un entorno natural privilegiado, alumbra Bodegas Fernández un vermú que suena a italiano. Robertini es resultado de un proceso de crianza en barricas de roble de 250 y 300 litros durante al menos 15 meses.
El Monasterio de Corias también elabora su propio vermú a partir de la uva de alta montaña que aromatiza con manzana. Y la manzana es, precisamente, protagonista en el vermú de sidra Roxmut, de Castañón. El llagar de Quintueles fue pionero en el lanzamiento de un producto que ahora también vende Trabanco, bajo la marca Alma, o Panizales, autor de Viesk.