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La nomenclatura de esta calle es de las más antiguas que se conservan sin cambios en Gijón. Se le puso en homenaje al brigadier de La Armada y héroe de Abtao, Claudio Alvargonzález Sánchez, cuando falleció en 1896. Un busto suyo preside, desde 1995, la escalinata que hay entre la Comandancia de Marina y el edificio que sustituyó al garaje Pelayo, el edificio donde la Fundación Alvargonzález tiene sus oficinas. Primer secreto: a que no sabían que fue alcalde, en octubre de 1868, sólo durante cuatro días?
Esta corta vía queda delimitada por el dique de Santa Catalina o punta de Lequerica, pero ¿a que no sabían que cuando comenzaron las obras para construirlo, en 1864, se empleó la arena y la piedra de la antigua playa de Pando y esta desapareció? Por eso se hizo después, de manera artificial, la de Poniente. La ejecución de este dique supuso que los baños de ola se trasladasen a la playa de San Lorenzo. Otro dato importante: donde comienza este muelle del antepuerto, que es una explanada peatonal actualmente, había una edificación que era el Pósito de Pescadores y ese espacio fue una Rula.
Gracias a la memoria elaborada por Diego Cabezudo sobre la sede de la Autoridad Portuaria, que será el primer hotel 5* que tenga Gijón, podemos conocer un relato fotográfico de cuando ahí no había nada y se veía el paredón de Cimadevilla, hecho sobre los restos de la vieja muralla romana. Este espacio fue ocupado por unas construcciones para almacenaje antes de hacer el edificio y posteriormente era una estampa habitual la de ver a los pescadores estirando sus redes y a las mujeres reparándolas aguja en mano.
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Aclaremos una cosa, siempre, siempre, aparece alguien que pregunta o que afirma que por aquí pasaban trenes o tranvías, que recuerdan la existencia de unas vías. Bien, esas vías eran las de las grúas para cargar y descargar los barcos. Nunca fueron ferroviarias. El puerto viejo no era un espacio para el paseo como ahora, era bastante peligroso, pocos valientes paseaban por ahí, salvo cuando había grandes aglomeraciones en los festejos veraniegos del siglo XIX y principios del XX. No había barandilla, lo cual fue objeto de bastantes sustos e incluso desgracias; la última, muy recordada, la de los cuatro veinteañeros que cayeron con el coche en abril de 1997 y sólo dos se salvaron.
¿Sabían que el muelle de la Victoria, el que data del siglo XVI, se amplió al triple de tamaño para poner ahí la Rula y la fábrica de hielo y que lo hizo Florencio Valdés, el creador del jardín de La Isla? Enfrente, entre el edificio de La Habana y las oficinas de la Fundación Alvargonzález, contra la vieja muralla se fue haciendo un auténtico basural en el siglo XVIII, hasta que Josefa González Cienfuegos (sobrinabisnieta de Jovellanos) lo convirtió, en 1849, en un paseo para el ocio, era un salón arbolado, de inspiración francesa, con una columnata rectilínea y un andén lateral para la circulación de coches de caballos.
Ahí es donde Mariano Marín Rodríguez Rivas proyectó el garaje Pelayo, un edificio del Movimiento Moderno que tenía un ascensor para coches. Fue algo único y pionero. La Comandancia de Marina también se hizo en el antiguo paseo del Bombé y la escalera de estilo imperialista, que es la mayor y más monumental que tenemos en Gijón, la cual esconde un garaje tras el portón, es una escalera-cochera.
El edificio promovido por el naviero Óscar Olavarría, donde está el pub Bulevar, fue el primero de Gijón en recrecerse lateralmente, esto se puede percibir viéndolo de frente, es asimétrico. Su cuarto izquierdo es un edificio independiente con otro portal. En la cubierta está coronado por un impresionante lucernario con linterna que funciona. A su lado está la icónica casa Paquet, el palacete regionalista de 1918 que tiene bajo de sí la cuesta del refugio antiaéreo. A día de hoy puede que la existencia de ese refugio de la Guerra Civil ya no sea tan secreto, pero lo que sí que no saben es que a mitad de la cuesta, a la derecha de la puerta existente, había otra puerta que luego fue convertida en ventana. Es decir, ese espacio subterráneo ya existía antes de la Guerra Civil y se empleaba para el almacenaje.
Llegando a la plaza del Marqués y donde la Rula eran dos puntos habituales de acumulación de barcas de pesca. También frente a la fuente de Pelayo había una garita para los carabineros. A este espacio se le denominaba La Barquera, por la capilla homónima que había donde hoy hay una tienda de ropa náutica. Para terminar, podemos decir que por esta calle pasó el rey Alfonso XIII la mayoría de las veces que vino.
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
Jessica M. Puga | Gijón y Samantha Acosta | Gijón
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