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t Las vallas siguen protegiendo la parte afectada por riesgo de precipitación de elementos a la calle. FOTOS: J. C. TUERO

«La calle está triste, faltan los niños del colegio»

San Vicente. La zona lleva cerrada desde el 5 de enero, cuando el derrumbe parcial del edificio provocó la muerte de dos obreros

OLAYA SUÁREZ

Sábado, 5 de marzo 2022, 16:19

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La zona está triste, no hay ni risas ni voces de niños y cada vez que ves las vallas te acuerdas de la desgracia que pasó». Cuando se cumplen dos meses del derrumbe del colegio San Vicente de Paúl en el que murieron dos obreros -Andrés Velasco Díaz y David Velasco Velasco- los vecinos, comerciantes y hosteleros del entorno de las calles Ezcurdia y Caridad coinciden al asegurar que el fatal accidente, además de sesgar la vida de dos padres de familia, «ha dejado tocado a todo el barrio».

«Nosotros lo hemos notado mucho, sobre todo por las mañanas, cuando venían muchos padres y profesores a desayunar, a coger cafés o pinchos... Lo hemos notado bastante estos dos últimos meses», lamenta Geuri Miguel Eusebio, camarero de la cafetería Biarritz, muy próxima al centro educativo. Confían en que en septiembre los escolares regresen al colegio desde el Patronato San José que ahora les acoge y el ritmo vuelva a ser el de antes. «Esperemos que en unos meses vuelva a haber el movimiento y la vida de antes», añade.

Los obreros han comenzado el apuntalamiento en la zona afectada y una empresa especializada está redactando tanto el proyecto de reconstrucción de la zona afectada por el derrumbe como el estudio de la estructura para tratar de que esto sea posible. Durante estas ocho semanas se han asegurado los elementos que corrían riesgo de precipitarse a la calle o al propio colegio y la próxima semana se procederá al desescombro en el piso afectado para evitar otro nuevo derrumbe por el peso sobre la planta. Los trabajos de reconstrucción como tal no podrán comenzar hasta que los técnicos hayan concluido la inspección global del estado del edificio, que data de 1890, año en el que la congregación de las Hijas de la Caridad comenzó a utilizarlo para que los niños huérfanos pasasen el verano cerca del mar. Desde 1939, con el término de la Guerra Civil, se convirtió en colegio.

Ahora, las aulas están vacías. La ausencia de los casi 700 alumnos pesa. «La calle está triste, hay una sensación rara», considera Juan Carlos Gómez, jefe de sala de la pizzería de Las Candelas. «En las ventas no lo hemos notado, seguimos teniendo mucha gente, pero es verdad que en la calle hay una sensación rara», dice el hostelero de la calle Caridad, cortada al tráfico desde el derrumbe, al igual que el tramo de Ezcurdia, desde la calle la Playa hasta Caridad.

«Para acceder al garaje tenemos que entrar en dirección prohibida por la calle Ezcurdia y dar un rodeo. Esperamos que abran ya las calles y vuelva la normalidad a la zona», reflexiona un vecino. Pero la normalidad todavía tardará en regresar a los alrededores del colegio San Vicente, donde la vida mostró su peor cara en pleno dí a de la Cabalgata.

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