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De charca insalubre a pulmón verde
El parque de Isabel la Católica, que ganará 12.000 metros cuadrados, se levanta sobre las marismas de la desembocadura del Piles
MARCO MENÉNDEZ
Domingo, 8 de diciembre 2019, 01:57
El parque de Isabel la Católica, con unos 152.000 metros cuadrados de superficie y que ganará otros 12.000 con la peatonalización de la avenida de El Molinón, fue durante muchos años el más grande de Asturias. Con el tiempo se convirtió en el pulmón verde de la ciudad, pero su origen nada tiene que ver con propiciar la buena calidad de vida de la zona este de Gijón. Es más, tras la guerra civil esa zona era una de las más insalubres del municipio, debido a que se trataba de una ciénaga producto del abandono de las marismas de la desembocadura del río Piles y de la proliferación de basuras procedente de un barrio de La Arena que año a año iba ganando en habitantes.
Ante este problema de salud, los concejales Avelino González, Julio Paquet y Rufino Menéndez lograron en 1941 que el Ayuntamiento de Gijón adoptara el acuerdo de construir un parque en las marismas. Para ello, en abril de ese año se emitió un bando para que todos los escombros de las obras de la ciudad se vertieran en ese lugar para conseguir la desecación y terrado de las ciénagas. Así se comenzaba a dar forma a una idea que ya había planteado a mediados del siglo XIX Romualdo Alvargonzález Sánchez, aunque sin éxito. Durante la década de 1920, una vez encauzado el último tramo del Piles, se volvió a plantear la necesidad de sanear la zona.
La actuación en el parque partió de una finca de 3.416 metros cuadrados cedida por la División Hidráulica del Norte y del diseño encargado a Ramón Ortiz Ferré, segundo jardinero del Ayuntamiento de Madrid y de la Casa de Alba. Con el tiempo, se fueron comprando y expropiando fincas anexas y se inició la plantación de árboles, especialmente de grandes ejemplares como eucaliptos, chopos y cipreses para combatir los vientos dominantes.
El parque abrió al público en junio de 1947, uno de los últimos actos presididos por Mariano de la Torre como alcalde. Pero el nacimiento del emblemático recinto está salpicado de no pocas anécdotas, como que en señal de agradecimiento a la ayuda recibida de Argentina durante el bloqueo internacional se acordó llamar avenida Juan Domingo Perón a la calle que atraviesa el parque, se trasladaron a la zona bancos de piedra y madera obra de Fernández Omaña y García de la Cruz que hasta entonces se encontraban en la plaza del Generalísimo (del Instituto) y en el Muro, y que también se llevó al nuevo espacio el reloj ornamental que se encontraba en la plaza de San Miguel.
Un museo al aire libre
Los gijoneses pudieron comenzar a disfrutar de esculturas, una fuente modernista, espacios deportivos, juegos infantiles, jaulas para animales, una pajarera, un palomar y estanques. Se construyeron parterres, una rosaleda y anchos paseos. Se trataba de un parque diseñado al más puro estilo clásico francés, pero al mismo tiempo se convirtió en un museo al aire libre, debido a la gran cantidad de esculturas que se colocaron: monumento al ingeniero Orueta (obra de Emiliano Barral), los bustos de Evaristo Valle y Nicanor Piñole (Álvarez Laviada), de Romualdo Alvargonzález Lanquine (Gerardo Zaragoza), los monumentos a Isabel la Católica y Walt Disney (Marino Amaya), y otros trabajos también de Álvarez Laviada como son el monumento al doctor Fleming o la estatua de 'Las driadas'. Posteriormente se añadieron bustos de Mariano Moré, José Ramón Zaragoza, Álvarez Sala, Julio Somoza y Rubén Darío.
Se continuaron añadiendo terrenos al parque, cuyo diseño contaba con una gran avenida central que desembocaba en un gran lago, en la zona de charcas que no se pudieron desecar. En 1953 su superficie alcanzaba ya los 115.000 metros cuadrados y eso permitió construir el estanque grande, ya que el pequeño no fue una realidad hasta 1962. Pero no fue hasta septiembre de 1955 cuando se bautizó al parque como de Isabel la Católica, coincidiendo con la inauguración del monumento a Fleming, levantado por suscripción popular y que contó con la presencia de su viuda, Amalia Fleming.
Más tarde se le incorporaron otros terrenos, como el Parador Nacional Molino Viejo (en la década de 1960), el Parque Infantil de Tráfico, la creación del Parque Inglés (actual Hermanos Castro) en la otra margen del río Piles, y otras zonas relacionadas con el espacio verde como el recinto de la Feria Internacional de Muestras de Asturias o su conexión con el reciente parque fluvial del Piles.