Emilio Tuya, la calle del Molino y también la del Grupo
Un campo de fútbol obra de un arquitecto internacional, el primitivo Grupo Covadonga y un velódromo ciclista particular
El nombre de Emilio Tuya fue el que se plasmó sobre la primitiva calle del Molino, ya que esta vía une el arenal de San Lorenzo con el primitivo molino harinero de Ceares situado al final de Torcuato Fernández-Miranda. La vida profesional de Emilio Tuya fue de gran relevancia al detentar el cetro de alcalde entre 1926 y 1930, y haber sido recordado sobre todo por ser el director de la Aduana de Gijón.
La calle comienza desde la manzana comprendida entre las calles La Playa y Premio Real. Dos tercios de esa manzana estuvieron ocupados por el campo de fútbol Jovellanos, en un solar propiedad de la sociedad Masaveu y Compañía, que fue la encargada de cerrar la parcela en 1919. Sobre este proyecto del cierre del solar para un posterior campo de fútbol sobrevuelan varios enigmas y contradicciones, ya que la memoria refiere al «Proyecto firmado por...», una forma de rotulación que no era habitual mientras que la planimetría aparece sin firmar.
El tracista que aparece después en la memoria no es otro que el reputado arquitecto internacional Camilo Gardelle, natural de Francia y operante y radicado en Uruguay, lo que lo hacía, en principio, muy difícil o incompatible con estar en Gijón en 1919, aunque luego lo desvelaremos. A ello debe añadirse el ingrediente de haber sido sancionados por comenzar las obras antes de tiempo y conllevar diversos fallos de forma: como el no estar bien hecha la escala gráfica de un simple rectángulo. Lo cual arroja serias dudas de que alguien como Gardelle haya sido su autor. Sin embargo, en el BOPA del 28 de junio de 1908 figura Camilo Gardelle Dupeyre como concesionario y beneficiario de cinco boyas de amarre con sus «cadenas y muertos» que subastó la Junta de Obras del Puerto en El Musel. Es decir, está claro que en Gijón estuvo, pero el misterio planea.
En lo que era el campo de futbol fue donde el Ministerio de Instrucción Pública le encargó el proyecto del nuevo Instituto Jovellanos a José Avelino Díaz y Fernández-Omaña, quien contó con la colaboración del recién titulado Félix Candela por la ETSAM, uno de los grandes arquitectos internacionales por sus estructuras laminares de hormigón armado y autor, entre otras cosas, de la estación de Metro de la Puerta del Sol.
Este terreno de juego era el único del barrio y rivalizaba con los equipos de La Florida. Aquí jugaron clubes semiprofesionales como el Arenal y también los llamados equipos «callejeros» como La Carreñina, el Plazuela, el Cimadevilla, etc. Dejó de usarse hacia 1942 y se empleó para jugar a los bolos.
En la manzana contigua estaban las naves de la famosa ferretería de Gregorio Alonso (calle San Bernardo) y a su lado se instaló el Grupo Covadonga, en 1935, en una finca cedida por Dionisio Cifuentes llamada La Huerta. Hacia la calle del Molino daban los vestuarios y la casa del portero. Nació como un campo de deportes donde también se jugaba a un pequeño frontón («el portalín») y luego hubo una cancha de baloncesto. Más tarde tuvo otro frontón y dos canchas de tenis que fueron reemplazadas, en 1962, por la famosa piscina en la que hizo cursos de natación medio Gijón.
Enfrente, en el antiguo número 33, estaban el gimnasio y el velódromo que hicieron los hermanos Marceliano y Jesús de la Cuesta entre 1895 y 1898, junto a la casa familiar, donde también tuvieron una serrería. En 1925 ya no existía. Los hermanos De la Cuesta, los máximos exponentes del ciclismo en Asturias y los productores de su propia marca de bicicletas, permitían el acceso a los jóvenes sportman de Gijón para que fueran a entrenar. Ese chaletón fue posteriormente empleado como escuela de niños del Arenal y también hay quien recuerda que era empleado como colegio San Vicente para niñas recogidas.
Cruzando Menéndez Pelayo se erigió, en 1869, la Fábrica del Gas, que fue absorbida por Hidroeléctrica del Cantábrico en 1942 y derribada en 1991. El gasómetro estaba cercano a la esquina con la calle Canga Argüelles donde también hubo una muy necesaria fuente, la llamada fuente de las restricciones, cuando el agua potable pública escaseaba en los barrios. Enfrente es donde se esconde el llamado «chalet recóndito» al cual se accede a través de un callejón, en medio del patio de manzana, en lo que fue la ciudadela de El Corralón a mediados del siglo XIX. Ese chalet fue construido a comienzos de la década de 1950.
¿Qué les parece si les digo que el pabellón de deportes de La Arena no era para ahí? Este polideportivo cubierto fue el primero de Gijón, pero su proyección se había planeado para ponerlo en Las Mestas. La empresa Garmoré fue quien lo construyó siguiendo el proyecto arquitectónico de Miguel Díaz-Negrete y Juan Manuel del Busto. Se inauguró el 20 de julio de 1966 para el Campeonato de Europa de Hockey sobre Patines. Cambiando de tema, ¿quién no recuerda y añora aquellos dos grandes restaurantes de Jose, Mari y Carlos? La Toja y El Toboso, que compartían cocina, situándose en el centro de ambos locales.
Poca gente sabrá que antes de que la heladería La Ibense se estableciese en la esquina de Marqués de Urquijo: estuvo en Somió, en el local donde hoy está el Baffi, y que también era un negocio de venta de helados ambulante llevado a cabo por Vicente Guillén Pina, cuando vino de Ibi (Alicante), y sucedido por su hijo y su yerno. ¿Alguien recuerda el quiosco pentagonal de aluminio que hubo donde la parada de taxis? A continuación veremos un ancho bajo comercial muy abandonado, ahí es donde estuvo la discoteca Xcalibur hasta finales de la década de 1990, que abrió en la década de 1970 siendo la boîte Marisma.
En fin, muchísimos secretos que contar en lo que es, realmente, la mitad de una única vía como dijimos en la entrega dedicada a Torcuato Fernández-Miranda. ¡Nos vemos en las calles!