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La plantilla del 'Cimavilla Kids', con el presidente, el entrenador y varios padres y jugadores en la cancha de baloncesto del Cerro. Foto: José Simal | Vídeo: Diego Abejón
Gijón

Baloncesto heroico con pimientos en Cimavilla

Cimavilla Basket es una iniciativa vecinal de Gijón que busca asegurar el futuro de la pista cubierta del Cerro de Santa Catalina y dotar de oferta deportiva al barrio

Jana Suárez

Gijón

Lunes, 19 de mayo 2025, 06:49

Retumba con fuerza: «¡1, 2, 3. Pimientos. Vamos Cimavilla Basket!», en la pista polideportiva del Cerro de Santa Catalina, en Gijón. «¿Pimientos? Venimos a ver un club de baloncesto verdad?», preguntamos desde EL COMERCIO. «El mejor, Cimavilla Basket. Pero es que en la primera fiesta que organizamos para recaudar fondos para el club me vine arriba y creo que dejé sin pimientos a todo el valle del Bierzo, del que soy natural. Había más pimientos que personas y de ahí surgió nuestro grito de guerra», explica Miguel Gómez, presidente de la Junta Gestora del club.

«Hacemos un baloncesto heroico porque cada día de entrenamiento y partido nos surge una nueva traba. Cuando no se inunda la pista, que llevamos meses solicitando que nos tapen una pared, carecemos de árbitro. Pero somos como 'Braveheart' y defendemos a los vecinos del barrio alto de las hordas de turistas, y de los botellones infernales por las noches. Lo que queremos es tener un sitio decente para hacer deporte», argumenta Llanos.

«Hay que ser de otra pasta para entrenar aquí», añade Ruben Llames, de la Junta Directiva. «Sacamos todos los días canastas de más de 500 kilos del contenedor. Las tenemos que arrastrar, montar y después hay que limpiar toda la pista porque hasta aquí llega mucho carbón de El Musel y lo hacemos con ganas y de forma altruista».

Deporte y amistad

El club de Cimavilla compite en la Ligamaxibasket, con más de una treintena de jugadores mayores de 35 años, «que nos volcamos en el baloncesto como nexo de unión, de amistad, de escape de la vida diaria y con mucha ilusión entrenamos y competimos. Solo pueden jugar 12, por lo que sorteamos por whatsapp quien va a cada partido. Todos somos muy amigos», comenta el jugador Eduardo Carballo que destaca, «quedamos octavos en la liga y casi jugamos los play off, para nosotros eso ya es un triunfo».

Carballo es también el entrenador de los 'Cimavilla Basket Kikds', la plantilla infantil del club compuesto por 14 niños y 2 niñas. «Es un placer entrenar a estos guajes. La mayoría empezaron a jugar este año, pero muchos vienen de otros equipos. Aquí no hay solo niño de Cimavilla, muchos vienen de otros barrios como Pumarín o El Coto», explica el entrenador que tiene claro los objetivos para su equipo. «Desde el primer momento les transmito mi pasión por el baloncesto y que aprendan a jugar a este deporte, siempre divirtiéndose». No lo han hecho nada mal los 'Kids', pues este año han quedado en segundo puesto en categoría infantil y han ganado varios torneos. «Aunque la intención no es ganar, siempre se intenta, claro. Pero lo más importante es que aprendan a jugar en equipo y sepan lo que es compartir y esforzarse por algo», subraya Carballo.

La directiva del Cimavilla Basket tiene claro otro lema: «Jugar sonriendo y hacer sonreír a los demás, y eso se logra con la ayuda y la solidaridad», explica el presidente. «Desde luego si nosotros luchamos por hacer de nuestro barrio un lugar mejor e intentamos hacer piña entre los vecinos, organizar eventos, fiestas, encuentros sociales, todo tiene también un fin solidario», remara Llames.

Desde este club de baloncesto y en colaboración con diferentes entidades de Gijón, «y especialmente con el pequeño comercio, que no solo nos apoya incondicionalmente como patrocinadores, si no que aportan productos, servicios, etcétera... todo lo que pueden para ayudarnos a recaudar fondos y que las cuotas para jugar aquí sean muy pequeñas; estamos especialmente volcados en la organización de eventos solidarios», argumenta Carballo.

El deporte es un claro ejemplo de solidaridad, por eso desde Cimavilla Basket organizan torneos para recaudar ropa, juguetes, pelotas de baloncesto o comida al final de cada temporada. «Lo que mejor nos hace sentir es transmitir a los más pequeños la importancia de ser solidarios y de darles a los que necesitan un poco de lo que tenemos», admite Llanos.

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