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Gijón rinde homenaje al alcalde que transformó la ciudad con un paseo que mira «al horizonte»
La ciudad se rinde a Tini Areces, «que miró al futuro con esperanza y valentía». «En este lugar que él soñó permanecerá su esencia», dice su viuda
Al frente el Cantábrico, extrañamente manso. Sobre la arena de la playa que él inauguró en 1995, decenas de bañistas. Niños, deportistas, mayores, demostrando en el paseo de Poniente, desde este sábado paseo del alcalde Tini Areces, que no hay más bello legado que aquel que se disfruta plenamente una soleada y calurosa mañana de un sábado de julio. El mejor ejemplo de esa huella indeleble que un gijonés de La Arena dejó en su ciudad. Con ese gesto de gratitud, cediéndole un paseo mirando al horizonte en el litoral que él soñó y recuperó para sus convecinos, Gijón hizo justicia a quien «supo mirar al futuro con esperanza y valentía y que nunca dio una batalla por perdida».
Era un tributo popular, promovido por amigos. Y entre amigos, de todo el espectro político, de diferentes ideologías y ámbitos de la sociedad asturiana y gijonesa, conocidos y anónimos, se celebró. Un homenaje cercano, como lo era él, en el que las máximas autoridades compartían la emoción del momento con ciudadanos curiosos en traje de baño y que acabó con el Coro Joven de Gijón y todos los asistentes entonando el 'Gijón del Alma'. «Tini hubiese estado aquí encantado», aseveró el periodista Nacho Poncela. «En su salsa, en la calle» y rodeado del cariño con que centenares de personas arroparon a su viuda, Soledad Saavedra; sus hijos Manuel y Alberto; su nieta Carolina y su hermano Miguel Ángel.
«La ciudad tenía una deuda pendiente con Areces y así lo entendió tanto la Autoridad Portuaria, propietaria del terreno, como el propio Ayuntamiento. Hoy se salda en parte», remarcó el histórico dirigente vecinal y colaborador de EL COMERCIO Juventino Montes en nombre de la plataforma ciudadana impulsora del homenaje a quien logró convertir «una parte de Gijón gris y oscura en una zona de color y alegría que mira al mar».
«Es de justicia»
Sin Vicente Alberto Álvarez Areces, reconoció la alcaldesa Ana González, «no se puede explicar el Gijón de la última década del siglo XX, ni el de ahora». La regidora, que extravió parte de su discurso y se vio obligada a improvisar, reconoció a su antecesor la capacidad de «unir a la gente con sus reivindicaciones. Hacía ciudad y sabía que para liderar ese proceso tenía que estar con la ciudadanía». Entre 1987 y 1999, un Gijón dispuesto a transformarse «encontró en Tini Areces el ejemplo de confianza en uno mismo, ímpetu y liderazgo que necesitaba para movilizarse. Y, también, su mayor valedor ante sí mismo». Por eso, dijo, «es de justicia» que el paseo lleve el nombre de «un gran alcalde, una persona excelente y, por encima de todo, un extraordinario vecino de Gijón».
Nadie iguala los récords de servicio a la causa pública de Areces. Así lo recalcó el presidente del Principado, Adrián Barbón: «Tini cambió su ciudad e impulsó la modernización del Principado». Ni una ni otro, aseguró, podrían pensarse sin su empuje, sin su «caudal inagotable de energía» que no se apagó hasta su muerte el 17 de enero de 2019.
¿Es posible resumir a alguien como Areces? Barbón ayudó a definirlo destacando cinco de sus rasgos. Su dedicación, la de todo un espectro vital, a la vocación política. Una cercanía que «le brotaba con naturalidad». Su capacidad de trabajo – «no se asomaba a los proyectos, se zambullía en ellos de cabeza»– y audacia a la hora de perseguir un objetivo. Y el respeto incluso de sus adversarios. «Siempre trabajó con la vista puesta más allá de lo inmediato», en proyectos como el nuevo HUCA, el Centro Niemeyer o la ampliación de El Musel. Una «ambición» que Barbón reinvidicó. «Ahora que afrontamos un período de transición, seamos capaces de concebir grandes proyectos, arriesgar en las apuestas y volcarnos con la energía y la dedicación necesaria para hacerlas realidad».
«Gracias»
A través de los labios de su elegantísima y humildemente emocionada viuda, Soledad Saavedra, se oyó la voz de Tini. «Gracias», dijeron ambos. «Gracias por ceder este pequeño trozo de horizonte para que lleve su nombre», siguió ella. «Contemplarlo es una invitación a soñar, a sentirnos dueños de nuestro destino, con la ilusión y esperanza de que ese futuro puede ser nuestro». Palabras con las que describía la personalidad de Tini y que eran una invitación «a no perder nunca la esperanza y a recoger el testigo». Mientras el coro entonaba 'Grandola Vila Morena', Saavedra y la alcaldesa descubrieron la placa, en cuya base los asistentes depositaron rosas y claveles rojos y blancos. «En este paseo, que él un día soñó, permanecerá su esencia»– concluyó su viuda–. Porque a unos metros de donde ahora es hoy, se puede regresar al ayer o saltar al mañana».
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