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Entrada al número 2 de la calle Benito Conde, en El Llano, edificio sin ascensor donde reside Pablo Cabral. En el círculo, el propio Pablo, ingresado en el Hospital de Cabueñes. José Simal
Emergencia social en Gijón

Un quinto sin ascensor bloquea el tratamiento de cáncer de Pablo en Gijón: «Es triste que su salud dependa de un piso»

Sus sobrinas luchan por conseguir una vivienda accesible que le permita recibir la terapia oncológica, pero temen que se apague sin haberlo logrado

María Agra

Gijón

Miércoles, 19 de noviembre 2025, 06:19

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Pablo Cabral cumplió 65 años hace apenas dos meses. Vive en un quinto piso sin ascensor en El Llano, en Gijón, y arrastra una larga lista de problemas de salud: cáncer de esófago, tres operaciones de cadera y dificultades respiratorias derivadas de una traqueotomía que le practicaron consecuencia de un tumor de garganta. Sus sobrinas, Jessica del Pozo Cabral y María Antonia López Cabral, llevan dos meses y medio –«desde que le detectaron el nuevo cáncer»– tratando de conseguir una vivienda accesible para él, pero sin éxito.

«Hemos picado en todas las puertas», relatan con desesperación. La primera solicitud la hizo hace ocho años una tía que entonces se encargaba de sus cuidados, justo después de su primera operación, pero «le dijeron que no cumplía los requisitos». Tras superar el primer cáncer de garganta, que obligó a vaciarle la zona, ahora se le ha reproducido en el esófago y debe iniciar 28 sesiones de radioterapia y un tratamiento de quimioterapia. Sin embargo, en palabras de la propia oncóloga del Hospital de Cabueñes, «es inviable enfrentarse a ese tratamiento subiendo y bajando de un quinto todos los días».

Jessica y María Antonia han acudido a las asistentes sociales del centro de salud de El Llano, a las del Hospital de Cabueñes y a la Asociación Española Contra el Cáncer, pero «nos mandan de un sitio a otro y nos dicen que no hay pisos, aunque nosotras sabemos que sí los hay. El problema es la mala gestión», afirman. Ahora mismo está en lista de espera, pero el tiempo juega en su contra. «Es muy triste que la salud de nuestro tía dependa de obtener un piso», lamentan.

«Solo sale cuando está malo»

Su día a día es cada vez más duro. «De golpe y porrazo adelgazó 14 kilos», cuenta María Antonia. Las escaleras hacen imposible cualquier desplazamiento y la ambulancia «puede ir a buscarlo, pero ni lo sube ni lo baja». Sus hermanas mayores tampoco pueden ir a visitarlo, precisamente por este problema, y al final «solo sale de casa cuando se pone malo».

Ahora lleva ya tres semanas ingresado en el hospital. En cuatro días «ha perdido otros cuatro o cinco kilos» y sus sobrinas temen que se apague sin haber podido luchar. «Hemos llegado a pensar que lo están dejando morir», reconocen. «Solo queremos un piso con ascensor o un primero», suplican. «Que pueda empezar el tratamiento, salir a tomar el aire y aferrarse de nuevo a la vida».

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